Sé que muchas personas hoy en día se preguntarán si todavía tenemos motivos para celebrar el Día de Europa.

Y es cierto, que por primera vez en nuestra historia, nuestra Unión Europea se enfrenta a una amenaza existencial.

Y no me refiero solamente al terrorismo: tenemos las herramientas para derrotar la amenaza terrorista y evitar la radicalización. Tampoco me refiero exclusivamente a la migración: una Unión de quinientos millones puede llegar a gestionar los flujos actuales, proteger vidas y construir lazos fuertes con otros países, ya sea en nuestra región, como más allá.

La amenaza existencial proviene desde dentro de nuestras propias fronteras.

Nuestra Unión está en riesgo cuando construimos muros, en lugar de derribarlos.

Nuestra Unión está en riesgo cuando nos comportamos como europeos a tiempo parcial, solicitamos ayuda cuando la necesitamos, pero no estamos listos para prestar ayuda cuando se nos solicita.

Si discriminamos a las personas por su color de piel, o por el idioma que hablan, o por la manera en que rezan. Si lo hacemos, nuestra Unión está en riesgo, porque nuestra identidad está basada en la diversidad.

En estos críticos momentos de la historia mundial, el mundo necesita una Europa más fuerte que nunca. Tenemos responsabilidad hacia nuestros propios ciudadanos, pero también hacia el resto del mundo.

Desde que asumí el cargo, hace un año y medio, he viajado por todo el mundo; y a donde quiera que vaya, las personas ven a Europa con admiración y esperanza.

A pesar de todas las dificultades, seguimos siendo el único proceso exitoso de integración regional, y el continente más rico del mundo. En ningún otro lugar hay tanta libertad, libertad de expresar nuestras ideas, libertad de movernos, libertad para rezar y para no rezar, libertad para amar, libertad para votar, libertad para elegir nuestro propio destino y trabajar para hacerlo realidad.

Somos el primer socio comercial, el primer inversionista, el primer donante de ayuda humanitaria y de desarrollo, el primer poder diplomático en todo el mundo. Pero a menudo nos olvidamos de nuestra fortaleza.

Por todo esto necesitamos un Día de Europa: para estar orgullosos de lo que hemos logrado, para recordar que no podemos darlo por hecho, y para darnos cuenta de que tanto europeos como no europeos necesitan a Europa.

Lo que necesitamos es liderazgo, no populismo. Necesitamos preservar Europa y necesitamos reformarla. Es tiempo de cambiar nuestra Unión, de salvar nuestra Unión.

De esto se trata esta celebración. Feliz Día de Europa.

Alta representante de la Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea y Vicepresidenta de la Comisión Europea

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