Varias noticias concentraron la atención de la opinión pública durante los últimos días: Trump, el gasolinazo, el centenario de la Constitución. Quizá por ello pasó mayormente desapercibido un hecho que puede constituir un punto de quiebre en la historia del país. Una Comisión de nueve ciudadanos(as) designaron a los integrantes del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA). Ellos son Mariclaire Acosta, Alfonso Hernández, José Octavio López Presa, Luis Manuel Pérez de Acha, y Jacqueline Peschard.

Durante las últimas cuatro décadas, el Estado mexicano intentó abatir la corrupción con diferentes instituciones y mecanismos. Todos fallaron estrepitosamente. El hartazgo y la indignación fueron canalizados por un amplio grupo de la sociedad civil organizada, de la academia y los empresarios. Este movimiento incidió de manera determinante en la construcción del SNA.

Una de las mayores innovaciones del diseño institucional del SNA es que su presidencia corresponderá a un(a) ciudadano(a), integrante del Comité de Participación Ciudadana. Esto quiere decir que serán los ciudadanos, y no los funcionarios, quienes marquen la agenda. También serán ellos quienes establezcan y midan sus programas y objetivos, combatan las inercias, hagan recomendaciones y exijan resultados. La tarea es enorme, habrá que administrar las expectativas de resultados inmediatos, y sólo será exitosa si es acompañada por el conjunto de las organizaciones de la sociedad mexicana.

La otra novedad es que los miembros de ese Comité fueron designados por otros ciudadanos a través de un proceso ejemplar y transparente. En efecto, todo los pasos —acuerdos, decisiones, metodología, reglas y conflictos de interés— fueron publicados en el sitio de la comisión (comisionsna.mx) y existe registro de ellos.

En total se recibieron 70 postulaciones. Cada expediente fue evaluado de manera independiente por tres miembros de la Comisión conforme a criterios previamente establecidos en la metodología. 17 candidatos(as) con los más altos promedios pasaron a la etapa de entrevistas. Estas se llevaron a cabo de forma pública en la UNAM y en el CIDE, los días 23 y 24 de enero de este año. Fueron ejercicios de diálogo, intercambio de ideas y perspectivas sobre el SNA, sus objetivos, retos y funcionamiento.

Todo lo anterior permitió integrar un Comité que, con base en perfiles, suma una diversidad de experiencias, conocimientos y visiones, entre otras las de género y geografía. Los cinco integrantes son mexicanos(as) con una trayectoria irreprochable, independientes y con profunda convicción, características que comparten con otros(as) participantes que, aunque no fueron designados, muestran que la sociedad mexicana cuenta con mujeres y hombres valiosos y comprometidos con la batalla por eliminar la corrupción del horizonte nacional.

El proceso de selección deja experiencias valiosas, pero sobre todo una lección. Es posible hacer designaciones de manera independiente, transparente y razonada. Conviene reconocer públicamente que, en esta ocasión, ni el gobierno ni los partidos políticos buscaron intervenir en el proceso.

Así, hay novedades que dan aliento y optimismo en estos tiempos complejos. Pero hay otros signos de vitalidad. Un amplio y variopinto conjunto de organizaciones civiles, académicas y empresariales han convocado a una gran marcha nacional. #VibraMexico no es una manifestación contra Trump o el gobierno. Es un movimiento que busca mostrar unidad y solidaridad con los derechos de todos los pueblos del mundo, y nuestro compromiso para combatir los grandes males nacionales. Los invito a marchar juntos el domingo 12 de febrero por el respeto a México y por una respuesta civilizada en defensa de un mundo plural, diverso, e incluyente.

Director del CIDE

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