El recorte al gasto social en el presupuesto 2016 es una amenaza real. Para evitarlo es imperativo darle calidad al conjunto del gasto público. El crecimiento de la pobreza y la desigualdad también exige mejorar la efectividad de las políticas sociales.

El Presupuesto Base Cero es la oportunidad para usar la evidencia y retomar las mejores prácticas internacionales. Evitar el recorte al gasto social no implica aceptar la permanencia de programas clientelares y paternalistas cuyas evaluaciones muestran que no dan resultados.

El mejor ejemplo de la poca efectividad son los programas “productivos”. Entre ellos, destacan los programas de Sagarpa que además es campeona en subsidios regresivos. Son también ejemplo de uso demagógico del lenguaje que pretende confundir la intención con los resultados. Con el manto protector de “apoyar al campo”, México gasta 70 mil millones de pesos con bajísimos resultados, en programas que no llegan a quienes viven en pobreza en zonas rurales.

La proliferación de programas de reparto clientelar de “apoyos” es un mal de la nueva realidad de pluralismo político. Cada político inventa programas “sociales” que reparten algún beneficio con una intención electoral. Coneval tiene un inventario de casi 6 mil programas y acciones “sociales”.

Para enfrentar esta “programitis” aguda hay una solución probada internacionalmente: los padrones únicos de beneficiarios. La experiencia internacional en Chile, Colombia y otros países ha generado ya suficiente evidencia sobre componentes esenciales de esta herramienta. Lo que hoy tenemos en México no cumple con el criterio más importante del padrón único: ser la vía obligatoria de acceso a los programas sociales.

Un padrón único es la “puerta de entrada” obligatoria para ingresar a los programas sociales. Es una base de datos que registra información socioeconómica, demográfica y de localización de cada hogar susceptible de recibir beneficios sociales como becas, ayuda alimentaria, subsidios de vivienda, acceso gratuito a servicios de salud y otros programas similares.

En México, el padrón “único” hoy rebautizado por la Sedesol como Sistema de Focalización para el Desarrollo (Sifode) no es la vía de acceso a los programas, sino la integración a posteriori de los padrones que levanta y administra cada programa social. El Sifode no incluye a Salud y otros programas. La reciente evaluación de la Cruzada muestra además que todavía tiene múltiples inconsistencias serias.

Un padrón único tiene múltiples beneficios. Permite una focalización objetiva, transparente y verificable de los subsidios hacia los hogares con mayor necesidad. Permite planear los incrementos graduales de cobertura de los programas. Es un instrumento de equidad que permite priorizar a hogares con mayores carencias. Es también una herramienta de evaluación para medir resultados en el tiempo.

Un padrón único también permite ahorrar recursos operativos. La inversión es mucho menor a lo que hoy gasta cada programa por separado para levantar “cédulas únicas”. Y por supuesto también ahorra al evitar duplicidades y engaños.

México tiene capacidad instalada para contar con un padrón único. Se requiere la decisión política y un mandato legal preciso para que el padrón sea vía de acceso única y columna vertebral de un sistema de programas frente a la pobreza. Para ser efectiva y evitar el clientelismo requiere una entidad administrativa que cuente con sólida supervisión ciudadana en su instancia de gobierno.

El padrón único es una de las 15 propuestas inmediatas de cambio frente a la pobreza y la desigualdad que se pueden incluir en el Presupuesto 2016. Para conocer otras propuestas y sumarse, los invitamos a

Consultor internacional en programas sociales.

@rghermosillo

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