La reducción de los ingresos entre 2012 y 2014 presagia el crecimiento de la pobreza. Vendrán cientos de discursos políticos, en su mayoría de “ajuste de cuentas”. Quizá otros de triunfalismo si algún indicador o entidad federativa se mueve en sentido positivo. Lamentablemente habrá poca sustancia para enfrentar a fondo la pobreza y la desigualdad.

Uno de los mensajes más comunes será exigirle “peras al olmo”. Es decir, descalificar la política social por... la reducción de los ingresos. Veamos.

El 16 de julio el Inegi ha presentado los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares aplicada en 2014 (ENIGH 2014). Es la fuente para la medición oficial de la pobreza, que dará a conocer Coneval esta semana.

Los datos de la ENIGH 2014 muestran un deterioro en el ingreso promedio de los hogares de 3.1% en los últimos dos años. En pesos reales, esto significa una reducción de casi $500 al mes.

La reducción no es pareja. Entre 2012 y 2014, los hogares del 10% con menor ingreso, tuvieron un ligero aumento equivalente a $53 al mes, menos de $2 al día. El resto de los hogares, es decir, del “piso” II al X (como les llama Ricardo Raphael en Mirreynato) tuvieron reducciones de ingreso.

La desigualdad sigue siendo escandalosa. Los hogares del “piso” de abajo (decil I) reciben menos de 2% de los ingresos (1.9%). Los del “penthouse” (decil X) reciben 35.4%. El ingreso en el “piso” de abajo es $2,572 al mes por hogar. Los del “penthouse” ingresan en promedio $46,928 al mes por hogar. La diferencia es de 18 a 1.

Por eso, el pronóstico más probable es el incremento de la pobreza. Aunque podría verse amortiguada por la reducción en las carencias sociales. La medición de Coneval, conforme a la ley, usa una metodología multidimensional que combina ambas dimensiones: ingreso y carencias.

Pero lo más probable es que la pobreza por ingresos aumente. Y eso es una señal de alerta muy importante. Sobretodo si se comprende cabalmente. No es función del “olmo” de la política social, dar “peras” de resultados económicos.

Quienes deben ser llamados a cuentas por los malos resultados frente a la pobreza son los responsables de promover capacidad productiva en las zonas rezagadas, de la creación de empleos con salarios suficientes, y en general, por las políticas que deberían lograr crecimiento económico incluyente.

Con esta nueva medición de resultados negativos hay que llamar a cuentas a los “perales” que no dan “peras”. El “presupuesto base cero” es la oportunidad. Hay más de 150 mil millones dispersos en programas productivos, de generación de ingresos y de empleabilidad. En especial hay que poner bajo la lupa los subsidios de Sagarpa que no llegan a los pequeños productores, mucho menos a las zonas indígenas y más bien subsidian a los grandes terratenientes. También debe llamarse a cuenta a los “perales” en Economía, Trabajo, Hacienda y demás dependencias, que mantienen más de 120 programas dispersos, de escalas mínimas y opacidad grande.

Frente a la pobreza, la respuesta es desarrollo productivo. No hay otro “combate a la pobreza” que sea efectivo y real.

Necesitamos un giro de fondo en el enfoque. Se requiere una sólida política de impulso a la economía social, a la asociación de pequeños productores rurales, y a la empleabilidad de jóvenes y mujeres.

¿Por qué no hay un responsable claro de estas políticas? ¿Por qué no hay un equivalente a Prospera y al Seguro Popular con este enfoque?

Por cierto, la evaluación del “olmo” de los programas sociales debe hacerse en función de cerrar brechas de desigualdad en el ejercicio de derechos básicos. Tampoco salen muy bien librados. Pero eso es materia de otro texto.

Consultor internacional en programassociales.

@rghermosillo

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