La elección muestra señales del hartazgo ciudadano. Algunas son elocuentes como el triunfo de El Bronco en Nuevo León y las cinco alternancias en las gubernaturas. Otras son más sutiles como el voto nulo muy cercano a 5%. Algunas son soterradas y ambivalentes como la abstención casi de 53%. La violencia —aún focalizada y aislada— es una señal muy grave. También hay riesgos y señales ominosas de violación a la ley como práctica sistemática del PVEM.

Las señales del hartazgo no serán captadas adecuadamente por la élite política. En su mirada de corto plazo, los dirigentes políticos fueron confirmados en su actuar. Muchos incluso están de plácemes. Parece evidente que hay un anhelo de cambio. Darle rumbo y ruta es un gran reto y no vendrá de las dirigencias partidarias.

La elección de cuatro candidatos independientes es un gran mensaje. Genera la expectativa de una candidatura presidencial independiente. El joven Kumamoto, de Zapopan, confirma la hipótesis de que la ciudadanía sí puede apoyar una campaña fresca, sin recursos millonarios y basada en propuestas. La franja de votantes jóvenes entre 18 y 30 años y el peso de las zonas urbanas representa un gran potencial para candidaturas de nuevo tipo, independientes en forma y fondo.

El abstencionismo muestra el tamaño real de las fuerzas políticas a nivel nacional. Restando votos nulos, los porcentajes sobre el padrón resultan irrisorios: PRI 12%, PAN 9%, PRD 4.5%, Morena 3.5%, PVEM 3%, MC 2.5%, Panal 1.5%, PES 1%, PT 1% y PH menos de 1%. (Usando el PREP con 92.3% de actas capturadas a las 3:00 pm. Estimaciones cortesía de Hugo Armenta F.)

También hay señales de regresión. La posibilidad de una mayoría en la Cámara de Diputados que no se había presentado desde 1997, abre la posibilidad de mayor cerrazón del gobierno. Al menos en la definición del presupuesto para lo que no requiere aprobación del Senado donde no tiene mayoría. La mayoría se puede construir no sólo PRI-PVEM, sino con la inclusión de PES y/o del Panal. Esta doble opción incluso le da mayor espacio de negociación al PRI.

Y también hay señales ominosas como la violación grave del Partido Verde a la legalidad. Siguiendo la tónica de su campaña, se dio el lujo de pagar la realización de actos de proselitismo el día de la elección y los previos. Esta era una de las pocas prohibiciones que todos habían acatado por décadas. Si el INE —y sobre todo el Tribunal Electoral— no aplican una sanción ejemplar estarán dinamitando una vez más la credibilidad del sistema electoral. La evidencia está ahí. Hay artistas que ya contaron cuánto les ofrecieron por sus tuits. Probarlo requiere inteligencia y dedicación. Pero no es imposible. Se debe investigar incluso la triangulación de recursos del gobierno de Chiapas en su contrato con El Piojo Herrera.

Está claro que las elecciones no son el único campo de construcción democrática. La participación ciudadana es tarea de cada día, especialmente para no bajar la exigencia a los nuevos gobernantes. La experiencia de 2000 debe ayudar. Alfaro, El Bronco y todos los electos deben ser exigidos por la ciudadanía. Y también ser apoyados críticamente frente a presiones.

Varios temas requieren atención y posibilitan construir cauces de expresión del hartazgo ciudadano. Articular agendas puede ser un camino viable. Se requiere exigir y vigilar a los diputados que aprobarán un recorte de 300 mil millones de pesos al presupuesto 2016. También hay que cuidar la aprobación a la ley reglamentaria del Sistema Nacional Anticorrupción y el nombramiento de sus responsables.

Podemos incidir, podemos exigir y también se le puede ganar a las élites partidistas. Podemos. Esa es la clave para encontrar el rumbo y trazar la ruta.

Consultor internacional en programas sociales.
@rghermosillo

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