Al dar a conocer hace unas semanas las Perspectivas de la Economía Mundial, Maurice Obstfeld, Consejero Económico del Fondo Monetario Internacional expresó la preocupación de que en el mundo entero se observa un aumento de las medidas comerciales proteccionistas, y particularmente, que en la campaña presidencial en Estados Unidos (EU) ha predominado una retórica contraria a la inmigración y al comercio internacional. Más aún, advirtió que “dar marcha atrás al comercio exterior sólo puede intensificar y prolongar la actual falta de dinamismo de la economía mundial”.

Sin embargo, reconoció que la disminución de las tasas de crecimiento, conjugada con una mayor desigualdad del ingreso e inquietudes acerca del impacto de la inmigración, contribuye a tensiones políticas. Esto es, que el malestar de la globalización, que lleva años acumulándose, está generando un enorme riesgo, aludiendo a que estos factores podrían ocasionar que los electores elijan a candidatos que han llamado a cancelar los tratados comerciales.

La argumentación en contra de los inmigrantes —la mayoría de ellos mexicanos— se base en la idea de que como son personas indocumentadas, se contratan por sueldos y salarios más bajos y en condiciones laborales más desfavorables que el resto de la población.

Por ende nuestros paisanos son acusados de ocasionar que las remuneraciones de los norteamericanos hayan caído, que las condiciones laborales hayan empeorado y que hayan sido desplazados del mercado de trabajo.

Incluso, Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal llegó a declarar que habían contribuido a mantener bajo el costo laboral y contribuido a mantener baja la inflación.

En este tema Hillary Clinton manifestó en los debates, que estaba a favor de aprobar una ley migratoria que regularizaría la situación de los indocumentados y que estaba en contra de separar a las familias, puesto que las niñas y los niños nacidos en EU sí tenían la residencia legal.

A su vez, cuestionó la falta de autoridad moral de Donald Trump, quien ha contratado en la construcción de inmuebles a indocumentados y que a diferencia de él, estas personas sí pagaban sus impuestos y de esa manera contribuyen con el erario.

En contra partida, Trump en los tres debates ha machacado con el planteamiento de que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha sido el peor tratado comercial para Estados Unidos en los últimos 30 años y que ese acuerdo comercial lo firmó “su esposo y que ella lo avaló”. Clinton ha evadido el cuestionamiento y no ha refutado ni ha hecho ninguna precisión.

Primero debió haber indicado que el TLCAN comenzó a funcionar en 1994, esto es hace 22 años y no 30; segundo que éste lo gestionó y negoció George Bush padre, ex presidente republicano y que Bill Clinton soló agregó algunas consideraciones ambientales.

Pero más allá de las cuestiones formales, debió de haber aclarado que gracias a éste las empresas americanas recuperaron el liderazgo frente a sus competidores japoneses y europeos, al permitirles volver a ser competitivas.

Que el traslado de empresas y de líneas de producción a México se concentró en actividades intensivas en mano de obra, y que eran procesos tecnológicamente menos avanzados. Esto es, los trabajos mejor pagados y calificados, cercanos al surgimiento de las nuevas tecnologías, se quedaron en Estados Unidos, en lo que en su momento se conoció como el surgimiento de la nueva economía.

Tampoco, Clinton alertó a los votantes de que imponer medidas proteccionistas a sus socios comerciales afectaría a los consumidores al provocar el incremento de precios de los insumos y mercancías importadas, aumentaría el desempleo porque se dañaría las cadenas productivas ligadas al comercio exterior y ocasionaría una recesión que terminaría afectando a la economía provocando una contracción económica.

Hillary Clinton no pudo convencer a la audiencia de por qué el libre comercio es benéfico para Estados Unidos y también para sus socios comerciales; tampoco explicó por qué el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) podría ser perjudicial para su país, cuando la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos (USITC) estimó que el PIB se incrementará 0.15% y el comercio 1.0% para el 2032; y el empleo anual sería mayor en 128 mil puestos; sin considerar otros estudios que dan proyecciones más optimistas.

A su vez, Clinton debe reconocer que si bien los acuerdos de libre comercio en términos globales y netos pueden ser benéficos para un país; también generan sectores ganadores y perdedores, dependiendo de las ventajas comparativas y competitivas con que cuente.

Necesita hacer hincapié en cómo sus propuestas van a evitar el problema de la desigualdad de ingreso en su país. Concluyo señalando que en sus manos está que Trump deje de ser una pesadilla para el mundo y que ese fantasma se haga realidad.

Maestro en Economía
pabloail@yahoo.com.mx

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses