Hace dos meses escribí en este espacio un artículo señalando que el PIB turístico y otras variables económicas estaban sobreestimadas. En esta ocasión me propongo hacer el planteamiento de una propuesta de solución del asunto en el entendido de que es de carácter general y que busca provocar una discusión constructiva sobre el tema.

El cuestionamiento a la medición del PIB turístico se centra en que la estimación de la producción está considerando una parte de bienes y servicios, especialmente en actividades conexas al turismo, que en realidad no son adquiridas por turistas sino por residentes. Esto propicia que: 1) se sobreestime su participación en el PIB nacional (8.6%); 2) se registren variaciones porcentuales ilógicas, por ejemplo, que la caída del PIB nacional fuera más profunda que la del turístico en 2009 (-4.7% vs. -4.5%), cuando se hubiese esperado una disminución mucho más profunda considerando que el gasto turístico tiene una elasticidad-ingreso elevada y que ese año México se vio severamente afectado por una fuerte recesión y una contingencia sanitaria (influenza A H1N1), y; 3) que el consumo turístico represente el 17.9% del consumo privado nacional, entre otros aspectos.

Una propuesta alternativa sería elaborar encuestas por el lado de la oferta y la demanda que nos permitieran saber que parte de la producción es adquirida por turistas ó residentes; conocer el número de turistas pero sobre todo el monto y la característica de sus gastos.

En el primer caso se tendría que efectuar encuestas en establecimientos, por ejemplo en un restaurante, para saber cuántos turistas están consumiendo, así como el monto, y lo mismo para los residentes, de tal forma que ello nos permita obtener ponderadores de gasto. Evidentemente, en destinos turísticos como Acapulco, las proporciones serían diferentes en sitios turísticos como la costera que en las colonias al interior de la ciudad donde la mayoría de los clientes son residentes de la localidad. Cabe señalar que este tipo de encuestas se realizan en algunos países como Brasil y con ellas han podido estimar de manera más precisa el empleo turístico entre otras variables.

Las encuestas para calcular el número y gasto de turismo en hogares se han realizado desde hace más de dos décadas en nuestro país. El resultado ha sido desigual y han carecido de continuidad. En 1994, la Secretaría de Turismo (Sectur) y el entonces Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) realizaron la Encuesta Nacional de Turismo en Hogares 1993. Este primer ejercicio no funcionó del todo, porque por tratarse de una encuesta anual se encontró que el nivel de recordación de todos los viajes realizados a lo largo del periodo era bajo. Por ende, se decidió realizar la encuesta cuatrimestralmente buscando abarcar la estacionalidad del turismo: enero-abril para captar Semana Santa y las vacaciones escolares, mayo-agosto para cubrir las vacaciones de verano, y septiembre-diciembre para contemplar las de fin de año.

Cabe comentar que la propuesta de medir al turismo en establecimientos y en los hogares en ese entonces era impulsada dentro de Sectur por la Dirección General de Política Turística. Por parte de Inegi, la encuesta en hogares fue respaldada por la Dirección General de Estadística. El proyecto lamentablemente se canceló por restricciones presupuestales de la crisis de 1995 y porque los funcionarios que llegaron posteriormente a Sectur venían con la idea de que sólo había que medir al turismo por el lado de la oferta.

Posteriormente, Sectur realizó en 2002, y 2008 encuestas de turismo de gasto en hogares referentes al año previo, y más recientemente difundió la Encuesta Nacional de Gasto en Turístico en los Hogares 2013. Ésta por cierto muy parecida a la del 1993, pero con los mismos defectos de la de hace más de dos décadas. Es increíble como en este país se comienza de cero muchas veces cuando llega un nuevo funcionario al cargo.

Para que esta propuesta, que no es nueva, prospere se requiere: 1) que Inegi y Sectur acepten cambios a la actual metodología; 2) del apoyo presupuestal de Sectur y sobre todo de la SHCP, puesto que la elaboración de encuestas en establecimientos y en hogares, con la profundidad y frecuencia necesaria resulta costosa, y especialmente; 3) que los políticos, empresarios y académicos del sector estén dispuestos a reconocer que el impacto económico del turismo es menor, pero que permita contar con indicadores que reflejen mejor el ciclo de negocios turístico.

*Maestro en Economía

pabloail@yahoo.com.mx

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