Cuando se anunció la posibilidad de traer el campeonato mundial de la FINA a nuestro país, concretamente a Guadalajara, no se analizaron todas las opciones que existen para organizar un evento de tal magnitud, sin que esto represente un gasto excesivo. Después, al no contar con los recursos, México renunció y esto trajo como consecuencia muchos problemas con el órgano rector de la natación.
 Esto se pudo evitar si los encargados y promotores de este evento, encabezados por el entonces titular de la Conade, Bernardo de la Garza, y su sucesor, Jesús Mena, hubieran tomado en cuenta las alternativas que hay para montar una alberca que cumple con todos los requisitos de la federación como se hace en muchos otros eventos del mundo, incluidos los próximos Juegos Olímpicos de Río 2016. 
 Para estos dos funcionarios que menciono, la prioridad siempre fue hacer de este evento un negocio y no la organización de una competencia que beneficiara al deporte de este país y a sus nadadores. Así ocurrió en los Juegos Panamericanos de 2011 y en los Juegos Centroamericanos de 2015.                                                                                                                     
No se necesitaban los 100 millones de dólares que presupuestaron y mucho menos hacer el ridículo al ser multados y desperdiciar una inversión inicial que no sirvió para nada.
 Permítanme platicarles de Myrtha Pools y lo que hace. Se trata de una compañía italiana que desde hace diez años desarrolló una tecnología para la construcción e instalación de albercas en competencias internacionales, como Juegos Olímpicos, campeonatos mundiales y  selectivos como el que está próximo a celebrarse en Omaha, EU. Cualquiera de los involucrados en la organización pudo preguntar por esta opción.
 Esta compañía construye “albercas flexibles”, con materiales resistentes y que evitan el uso de concreto, lo que disminuye el costo de realización y mantenimiento.
 Los complejos tradicionales en los que se realizan campeonatos mundiales, como el que se utilizaría en Guadalajara,  tienen una capacidad de 2 a 4 mil personas y sus costos superan lo que cualquier presupuesto puede operar. Por eso hablaban de una inversión de 100 millones de dólares para el 2017.
 Después de conocer lo que hace esta compañía, puedo decirles que con una inversión de 1.5 millones de dólares por alberca, pudieron montar el espacio con todos los requerimientos. El evento les hubiera salido en 15 millones de dólares, un costo casi ocho veces menor. Hubieran podido buscar un escenario con la capacidad que requiere la FINA o uno muy cercano que permitiera las instalaciones de gradas para un mayor número de espectadores.
 En Guadalajara o cerca de esta ciudad, por ejemplo, se tiene la Arena VGF, un centro de entretenimiento con aforo para 15 mil personas, que puede llegar hasta 30 mil o más si se hace el trabajo adecuado. También están la Arena de Monterrey y de la Ciudad de México, si su hubiera pensado en mover la sede. Opciones había, la cuestión era que se pusieran a buscar soluciones reales a un problema que no supieron resolver.
 Estas albercas han sido diseñadas no solamente para una instalación fácil y flexible, sino también para que duren el tiempo que la inversión lo requiera y las pueden mover de lugar, lo que resultaba algo más rentable para la natación mexicana. Pero la verdad es que no quisieron y se aferraron a la idea de realizar un enorme gasto, mostraron gula cuando proyectaron el presupuesto y ahí están las consecuencias. Ahora ni campeonato mundial de natación y sí muchos problemas que todavía tienen que resolver, cuando bien se pudieron ahorrar el ridículo.

Profesor.

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