El 24 de abril de este año escribí una columna para EL UNIVERSAL llamada: El maldito debido proceso. El 26 de abril, el señor Miguel Carbonell, articulista de este mismo diario, me respondió con texto titulado: El bendito debido proceso. Ese mismo día, el ministro José Ramón Cossío Díaz tituló a su colaboración quincenal debido proceso. El 27 de abril, la señora Isabel Miranda de Wallace también escribió una columna que dice: El debido proceso también para las víctimas del delito.

Después de la publicación de esa última columna, los conocedores de la justicia, con los textos en los que me responden, quisieron hacerme ver como un ignorante de las leyes y de cómo se lleva la justicia en México. Y estoy de acuerdo en que pudiera serlo. Entiendo que el llamar a ese procedimiento “el maldito debido proceso”, es una aberración que pudiera confundir a la sociedad en cuanto a este procedimiento, pero créanme, no soy tan ignorante.

Este procedimiento es una herramienta muy importante, tanto para las víctimas como para los que cometen crímenes: para los delincuentes. Sé perfectamente que si no existiera ese debido proceso, habría abusos por parte de la autoridad, o algunas víctimas que no son víctimas buscarían encerrar en la cárcel a delincuentes que no son delincuentes, eso lo sé perfectamente.

Sin embargo, la práctica del debido proceso ha resultado, en muchos casos y principalmente en el mío, una aberración de la justicia. Conocedores del derecho, qué se puede decir cuando un delincuente sale libre después de ser procesado a 34 años de prisión, a pesar de tener las suficientes evidencias para lo contrario. A pesar de que una de sus víctimas declaró frente a la banda de asesinos y les señaló directamente como quienes lo secuestraron, lo amenazaron y después de haber pagado el rescate, le exigían más dinero.

Por eso mi desesperación con el debido proceso. Señores que imparten justicia, señores conocedores de las leyes, entiendan la desesperación de un padre que en los nueve años que lleva su juicio ha demostrado que la banda de Los Rojos es muy peligrosa; que desde el año 2000 ha delinquido y por algunas razones de posible complicidad con la autoridad, están buscando su libertad como ya lo hicieron en dos ocasiones: La primera en el año 2000, cuando Raúl Ortiz González se escapó de un penal de Chilpancingo y después volvió a burlar a la “justicia”, en el hospital de Xoco, cuando salió por una ventana del consultorio donde según estaba siendo atendido por una agresión. Créanme cuando les digo que esta banda ha delinquido durante más de 20 años y que ahora que están en la cárcel buscan a como dé lugar que el debido proceso los saque libres, como ha sido en muchos casos en la justicia mexicana.

No soy ningún activista o político que busca destacar con alguna declaración mediática, cuando solamente solicito justicia para mi pequeña. Lo único que busco es que mi familia sepa que su padre lucha por justicia tras el asesinato de su pequeña en el año 2007. Lo único que busco es eso, que se haga justicia.

Señores conocedores de la ley, de la justicia. No me hagan sentir como un ignorante que no sabe lo que es el debido proceso. Ustedes creen que no sé que estos infelices hablan de mí desde donde están recluidos. Estoy seguro de lo que comentarán ahí adentro: “Ese señor Nelson Vargas está impidiendo a como dé lugar que se nos deje en libertad.

Tenemos que hacer algo para buscar que no esté permanentemente pregonando el asesinato de su hija”. Ustedes creen que no sé del peligro que correremos mi familia y yo cuando salgan libres. Por supuesto que lo sé, pero es más fuerte mi dignidad que mi propia vida.

Lo que todos en México esperamos es que la gente que tiene en sus manos el poder de recluir durante los años que merecen estos infelices, lo ejerza. No hay razón alguna para que no cumplan con su deber cuando las evidencias son claras. Y si no, está el caso del chofer que trabajaba conmigo, quien fue el que puso a mi niña para buscar un beneficio económico. Esta banda, en muchas ocasiones estaba frente a mi casa junto a Beto, el hermano de ellos, seguramente planeando el secuestro de mi hija desde ese lugar, con el pretexto de sólo estar de visita.

Las evidencias son claras: 60 tomos, seguimiento mediático, videos y ustedes siguen vacilando con el debido proceso. Una injusticia tan grande no puede dejarse pasar de ninguna manera. Sé que mucha gente mejor se calla y se queda con la pena dentro. Yo no lo voy a permitir y nuevamente les digo: Es más fuerte mi dignidad que mi vida.

Señores que imparten justicia, ¿qué esperan para dictar sentencia a esta bola de infelices? ¿Qué esperan para que la sociedad los reconozca como gente honesta que imparte justicia adecuadamente? Desgraciadamente, por algunos jueces que trabajan en la burocracia todos son catalogados de la misma manera. Sé que hay magistrados que tienen una calidad probada haciendo su trabajo; sin embargo, por gente como el juez que dejó libre al secuestrador de mi pequeña, todos son catalogados de la misma manera.

Quiero pedir a los magistrados, al Poder Judicial, que se pongan en mis zapatos, que se den cuenta de que me han cambiado la vida. De ser un hombre exitoso en lo profesional y de tener una familia que era feliz, pasé a tener que esperar la decisión de la justicia en algo que es tan claro. Afortunadamente la sociedad está conmigo. No tengo pruebas para asegurar que hay autoridades cómplices de los delincuentes, pero solicito que no nos hagan pensar lo contrario, cuando este tipo de delincuentes son escuchados en busca de su libertad, mientras han delinquido desde hace más de 17 años.

De ninguna manera me voy a doblar. Voy a hacer sentir ante la opinión pública lo desaseado que es este proceso de juicio. No me van a callar, voy a seguir luchando, aun cuando no sea un activista o político. Simplemente soy un padre dolido, como millones de padres o madres, que por no tener una posición económica o social favorable no lo pueden hacer. Voy a luchar y lo haré a pesar de que mi vida pueda estar en peligro con estos infelices.

Gente que se dedica a impartir justicia, les solicito de la manera más atenta que busquen lo correcto al hacer su trabajo y les repito: Sé que el debido proceso es un procedimiento adecuado, pero la manera en la que se usa en México es simplemente para proteger a los delincuentes y no a las víctimas.

Profesor.

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