“Divide y vencerás”, dice el viejo adagio; hoy al menos en el plano político-electoral “el que divide pierde”. Vivimos tiempos diferentes. Muchos criterios que considerábamos superados o intocables están a revisión. Es precisamente a raíz del resultado electoral en Estados Unidos que lo que comenzó como un hashtag en Twitter haya evolucionado en una corriente de pensamiento que apoya una posible independencia del estado de California, conocida como Calexit. Así vemos que a pesar de tener distintos orígenes las causas sociales de Escocia, Cataluña, Quebec, o el propio Brexit, coinciden por diferentes motivos con la intención de crear una nueva geografía en los albores de este siglo.

El movimiento denominado Calexit, en cuyo sitio web se exponen las razones, propone la realización de un referéndum para su independencia en la primavera del año 2019, y una iniciativa en las elecciones de 2018. Los habitantes de California saben que representan la sexta economía del mundo y sienten que tienen una identidad que los distingue del resto del país, por su actitud liberal, progresista, innovadora, abierta a todos las formas de vida o de género, dispuestos a ver el futuro como aliado y en donde de manera señalada la población de origen mexicano desempeña un papel económico, social y político muy relevante.
Las recientes encuestas reportan que uno de cada tres californianos prefiere la independencia que esperar cuatro u ocho años para lograr un cambio político. Las leyes que restringen la migración o las declaraciones que desconocen el cambio climático son una de tantas acciones que van en ruta de colisión con la Oficina Oval.

California tuvo una corta y muy discutible vida como país independiente durante 26 días en 1846, y fue uno de tantos actos inducidos para provocar la guerra en la que México perdió la mitad de su territorio, y si los promotores de esta idea logran tener 585 mil firmas iniciarían el trámite de convocar un referéndum en 2019 para ser el primer estado que de manera pacífica y legal se separe de la unión, alterando sustancialmente el proyecto de nación.

En el proceso los habitantes perderían sus derechos como ciudadanos de Estados Unidos y ganarían la capacidad de negociar sus propios acuerdos comerciales en materia de libre comercio, aranceles, tarifas y moneda propia. Este hecho de dimensiones históricas implicaría el establecimiento de una fuerza de defensa propia, una moneda, infraestructura, la delimitación de fronteras, y entre todo ello la redefinición de la ruta del famoso muro fronterizo.
Todo el entusiasmo que inspira el sentimiento anti-Trump se encuentra con la noticia del diario San Francisco Chronicle, que acusa que el sitio web Yes California Campaign está administrado por Louis Marinelli, oriundo de Ekaterimburgo, Rusia, quien rechaza que este proyecto sea un caso de maskirovka, que es un vocablo de estrategia militar de Rusia que se traduce como enmascaramiento o camuflaje para crear confusión con fines de desestabilización.
La mayor ironía de este asunto es que un gobierno que se empeña en amenazar a sus habitantes del riesgo externo a la seguridad nacional acabe perdiendo una de las joyas de su territorio de manera pacífica, y sería posible que un juez en Chattanooga anule la decisión iniciando un litigio longevo, sin dejar de considerar la posibilidad extrema de que una visión obcecada e intransigente de su presidente, en un arrebato característico de su personalidad, ordene preservar por la fuerza de las armas lo que no podría convencer por la luz de su razón.

Rúbrica. 18 de marzo. Con las reformas legales es más fácil llegar al petróleo del subsuelo que tener acceso a la Fuente de Petróleos.

Político, escritor y periodista.

@AlemanVelascoM

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