Imagine que usted es Ban Ki Moon, el Secretario General de la ONU. Imagine que unos días antes de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015 (COP 21), cae en un escándalo que se vuelve viral. En Twitter no se habla de otra cosa. Llueven las acusaciones. Por más declaraciones que usted emite, su credibilidad ha sido comprometida. Imagine que usted invoca a Olivia Pope pero como ella no existe sino en la TV, es usted quien tiene que resolver la crisis. Aunque no lo crea, eso es lo que me pasó esta semana. Soy, o, mejor dicho, represento a Ban Ki Moon. Mi equipo y yo fuimos sorprendidos, fotografiados, y tuiteados, por un error que cometimos. Todo, como parte de un ejercicio de simulación con mis estudiantes, que se basa en noticias, eventos, situaciones y reacciones bastante reales.

Mientras usted lee estas líneas, un grupo de 35 personas nos encontramos en la ciudad de Querétaro, encerrados en salones, negociando en los pasillos, en los cafés y los restaurantes de la sede de nuestro modelo de la COP 21. Tenemos con nosotros a personal del Programa de Medio Ambiente de la Universidad Iberoamericana, quienes han asesorado este ejercicio desde su inicio. Tenemos páginas y páginas de información técnica que no siempre dominamos, pero también mucha imaginación y entusiasmo para sacar los mejores acuerdos posibles.

Llevamos semanas en las fases previas afianzando preacuerdos, formando y rompiendo alianzas, tuiteando, posteando anuncios en nuestra plataforma Blackboard, Recibimos la visita del Director General para Temas Globales de nuestra cancillería, el Dr. Roberto Dondisch, quien será el representante de nuestro país ante la otra COP, la de diciembre, la real. El juego de representación de roles ha sido tan intenso, que estamos convencidos de la relevancia de nuestra labor en este ejercicio, como si en verdad el cambio climático dependiera de lo que hagamos este fin de semana. Mucho más en momentos en los que nuestro país está padeciendo los efectos directos del huracán más severo de que se tiene registro hasta la fecha.

No sé hasta qué punto estamos comprendiendo, quienes nos dedicamos a la educación, lo diferentes que tienen que ser nuestras herramientas didácticas para sacar lo mejor de nuestras/os estudiantes en la actualidad. He participado en modelos de negociación tradicionales desde hace décadas. Siempre con todos los manuales de la Harvard Business School a la mano, con todas las recetas usuales para negociar. Pero a veces olvidamos que ni el mundo es el mismo de hace unos años, ni los jóvenes –en manos de quienes estarán las decisiones cruciales de las próximas décadas- son los mismos jóvenes que aquellos con quienes trabajábamos hace unos años. Nuevos procesos, nuevas ideas y nuevas estrategias, deben ser incorporadas no solo a nuestros típicos modelos de negociación, sino en general, a nuestra metodología educativa. Comparto algunas nociones al respecto:

1. Los actores. El mundo de hoy no se mueve ya solamente con actores estatales u organizaciones intergubernamentales. Sin que el riesgo de conflictos tradicionales entre estados deje de existir, hoy observamos a los 30 países menos pacíficos del planeta (entre los que lamentablemente se ubica México) viviendo guerras internas, o bien conflictos en los que participan actores no-estatales de carácter violento. Las negociaciones de la actualidad están incluyendo a esos actores, aunque el discurso político a veces lo niegue. Igualmente, en un modelo como el de la COP que actualmente estamos desarrollando, la participación de actores no-estatales como las empresas o las ONGs resulta esencial. Por consiguiente, la representación de roles no puede limitarse a los países. En varios ejercicios de negociación, estamos representando actores como el Frente Al Nusra, o como Hamás. Ahora mismo, en nuestro mini-simulacro de la COP, tenemos representados roles como el de BP o Shell, el del Vaticano (un estado no-miembro observador en la ONU), el de actores como Greenpeace, WWF, la Alianza de los Pequeños Estados Isla (en riesgo de desaparecer, AOSIS), o las Organizaciones Económicas Campesinas, Indígenas y Originarias de Cochabamba.

2. Los temas. La complejidad de nuestro planeta no incluye solamente los tradicionales temas de guerra y paz entre estados. Hoy, además de conflictos donde participan actores no-estatales violentos como ocurre en Siria, Afganistán o Israel-Palestina, debemos incluir temas de relevancia crucial como lo es el que en estos instantes estamos negociando: el cambio climático, además de otros de carácter económico, financiero o comercial. Comprender a fondo lo que realmente significa la globalización, supone incorporar cuestiones que van desde el lavado de dinero, hasta asuntos fiscales. Todos ellos requieren de un manejo diestro de factores técnicos, por lo que además de herramientas viejas y nuevas para negociar, se requiere asesoría de expertos.

3. Los canales de comunicación. El mundo de hoy ya no espera a las primeras planas del día siguiente. Construye y acaba con primeras planas en horas si no es que en minutos. Incorporar herramientas y nuevas tecnologías a ejercicios educativos como este, no es opcional, porque estos instrumentos operan dentro de, e impactan la realidad. En nuestro grupo, por ejemplo, creamos cuentas de Twitter desde donde subimos información, anunciamos logros parciales, interactuamos entre nosotros (debo decir de manera intensa). También creamos cuentas para ventanear a los actores (tal y como sucede en el mundo real), tenemos nuestro Wikileaks y nuestro Anonymous (no se pierdan el video en este link: ), o grupos que pueden ejercer presión sobre negociadores como lo es el Tea Party.

4. Las tácticas. Además de trabajar con las tácticas que normalmente son enseñadas en cursos tradicionales de negociación, desarrollamos situaciones que requieren de la creatividad para imaginar tácticas diferentes. Considere usted que el actor no-estatal violento con quien está negociando el gobierno que usted representa, no tiene interlocución directa con ese gobierno, ha puesto un ultimátum de 48 horas para cumplir con cierta amenaza (como la decapitación de un rehén), y usted se encuentra en una situación en la que no puede rescatar a ese rehén, no puede atacar a ese grupo, no quiere hacer públicas sus negociaciones, tampoco quiere ceder en todo lo que el grupo le exige, pero tampoco puede permitir que ocurran esas decapitaciones, no solo por las consecuencias humanas, sino por las consecuencias políticas que ello tendría. Estas situaciones contienen elementos que hemos conocido desde siempre, pero también contienen elementos novedosos como la viralización de videos en instantes, lo que nos obliga como nunca, a emplear el pensamiento lateral.

Hay mucho más que decir. Por lo pronto, este tipo de experimentos educativos no son solo eficaces y formativos, sino que nos obligan a desarrollar métodos distintos de enseñanza-aprendizaje, incentivan formas diferentes de plantear y resolver problemas y arrojan destellos de luz en un planeta plagado de pesimismo.

Twitter: @maurimm

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