Si algo había tenido México es la consistencia ideológica. Más allá de los errores cometidos en algunos de los momentos claves, tuvo la fortaleza de sostener ideas y luchar por ellas. La Independencia abrevó en el pensamiento de Morelos para la nueva nación. En la reforma, las ideas liberales restauraron la República y la Revolución Mexicana consolidó un ideario constitucionalista, social, igualitario, estatista y laico. México ha sido históricamente un país comprometido con las ideas.

En 2018 habrán de enfrentarse la izquierda y la derecha. Existe la creencia de que AMLO es de izquierda. Tanto así que su filiación ideológica asusta a quienes lo ven encarnar a los hermanos Castro, o a los venezolanos Chávez o Maduro. Claro que en México y en el mundo hay de izquierdas a izquierdas.

En Washington, donde un hombre de “izquierda” atacó a balazos a congresistas republicanos de “derecha”. El sistema aprovechó la oportunidad para plantear un pacto político, para unir a dos partidos políticos en contienda. Conforme a una tradición de más de cien años, demócratas y republicanos se reunieron a jugar béisbol. Los demócratas en la caseta de tercera base, a la izquierda, mientras los republicanos en la caseta de primera base, a la derecha. Más allá de la ubicación geográfica en el campo de béisbol, los liberales a la izquierda, los conservadores a la derecha, en la política estadounidense no es tan sencillo distinguir quien es quien ideológicamente.

En México los perfiles también se han desdibujado. Una diferencia es que en EU los de izquierda, los liberales, están orgullosos de su ubicación, como también lo están los conservadores, mientras en México los militantes de la izquierda presumen de serlo y los de la derecha tienen vergüenza de su filiación. Por eso la eventual fusión de PAN y PRD va en contra de la ortodoxia política, es una aberración ideológica, pero puede ser altamente rentable y fórmula ganadora. Los resultados en Veracruz y Nayarit así lo acreditan.

Durante la Guerra Fría era fácil distinguir las etiquetas de izquierda y derecha. Había burgueses capitalistas de un lado y trabajadores-intelectuales- socialistas-comunistas por el otro. Ahora los únicos comunistas son Raúl Castro y Kim Jong-un en Corea del Norte. La pregunta que surge es si el candidato que encabeza las encuestas tiene efectivamente ideología. ¿Será Andrés Manuel López Obrador de izquierda?

Se identifica con los pobres es cierto, pero ¿bastará la emoción social y la propuesta de moralidad para configurar una plataforma ideológica? ¿Qué piensa AMLO sobre el papel del Estado en la economía? ¿Estará por la planeación centralizada, o por la participación del mercado en la planeación democrática? ¿Intentará una lucha articulada contra de la acumulación de la riqueza y la desigualdad? ¿Cómo enfrentará a EU? ¿Qué papel debe jugar la Iglesia católica en la política? ¿Será la honestidad valiente que predica ser el efectivo y único motor del cambio social? ¿Cómo abordará el olvidado tema de los indígenas mexicanos?

¿Porque evade temas como la libertad sexual? ¿Que piensa del aborto? ¿Y de los matrimonios entre personas del mismo sexo? ¿Será la misma agenda de AMLO la de sus seguidores? De ganar la elección, ¿estaría dispuesto al verdadero cambio, a la transformación radical o se ubicará mejor en el pragmatismo de trabajar dentro del sistema, sin atreverse al gran cambio? ¿Que hará AMLO con las reformas estructurales del gobierno actual? ¿Echará a la basura la reforma energética a la que se ha opuesto irremediablemente? ¿Qué hará con la reforma educativa? ¿Estará dispuesto a permitir que las mejores mentes del país le ayuden a gobernar o solamente sus acólitos? Éstas y otras definiciones será necesario conocer antes de votar. No sabemos todavía que piensa AMLO sobre tantas cosas, pero el reloj político avanza.

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