Un grupo de psiquiatras estadounidenses publicaron esta semana en el New York Times: “la grave inestabilidad emocional que muestran el discurso y acciones del sr. Trump, lo convierten en un incapaz para actuar con certidumbre como presidente”. Meses antes (marzo 2016), en estas páginas, Juan Ramón de la Fuente había advertido lo mismo.

Lo único estable que ha mostrado Trump es su odio a México y lo mexicano. En eso es constante, congruente e implacable. El último agravio a México es la expedición de la Orden Ejecutiva para asegurar la frontera, construir un muro y perseguir a los indocumentados. Su contenido merecería una respuesta oficial o al menos una explicación a los mexicanos.

El propósito de la orden es la amenaza que representa para la seguridad nacional de Estados Unidos la entrada de extranjeros ilegales. Esos inmigrantes, dice el texto legal, además de pertenecer a organizaciones criminales trasnacionales que operan una red de tráfico de drogas y personas (en ese orden), son quienes “buscan dañar a los americanos a través del terror o de conductas criminales”. Una de las “políticas” es que se detengan a individuos bajo la sospecha de que sean violadores de la leyes, incluyendo la de migración. La sospecha racista a que se refirió la ley de Arizona: “deténganlos no porque sean mexicanos, sino porque parezcan mexicanos”.

La orden ejecutiva instruye a las oficinas del gobierno que desplieguen todos los medios necesarios para asegurar la frontera del sur, para prevenir futuras migraciones ilegales a EU y para repatriar a los extranjeros ilegales. Igualmente la asignación de recursos federales para la planeación, diseño y construcción de la muralla física. De igual manera para construir instalaciones para los centros de detención de extranjeros. Se asignarán jueces de migración para expulsar a los detenidos.

La orden obliga al secretario de Seguridad Nacional a erradicar la práctica de catch and release, es decir, atrapar y liberar dentro de EU a quienes violen la ley migratoria. Ahora tendrán que atraparlos y deportarlos. Para ello la Patrulla Fronteriza deberá contratar a cinco mil nuevos agentes. Cinco mil agentes son más, muchos más que los empleos que Trump le quitó a Ford y a Chrysler en México. Además de este ejército, se contratará a todo el personal necesario para cumplir la orden. En México no hay todavía un plan. La decisión plausible del INE de devolver 50 millones de dólares, destinados a la construcción de una nueva sede, irían a fortalecer las acciones de los consulados mexicanos. Después de semanas el dinero no llega a EU.

El decreto de Trump ordena a las oficinas federales cuantificar todas las fuentes de apoyo, directas o indirectas al gobierno mexicano, en los últimos cinco años. Se trata de las ayudas bilaterales o multilaterales, asistencia económica, ayuda militar y ayuda humanitaria. Cada dependencia tendrá 30 días para entregar esta información al secretario de Estado. Después, el secretario de Seguridad Nacional deberá remitir al Presidente un informe consolidado de esta información. Será interesante conocer si las cifras coinciden con las que tenga el gobierno mexicano que recibió estos apoyos.

Los psiquiatras deben saber que hacer con un loco, el que no sabe que hacer es el pasmado gobierno mexicano. Seguramente el Presidente se siente solo con la baja aceptación de su penosa gestión, pero más solos están los mexicanos perseguidos en EU. La diplomacia mexicana, antes timbre de orgullo, no se nota. La diplomacia por definición no está sustentada en supuestas amistades personales. Enrique Berruga me dijo alguna vez que la fortaleza de la Unión Soviética, cuando la Guerra Fría, no era tanto militar, o por sus avances en la conquista del espacio o su influencia ideológica sobre sus satélites, sino por su dureza en las negociaciones diplomáticas.

¿Será que el Presidente ya se desconectó de México y el mundo? Eso explicaría tal vez el vergonzoso apaciguamiento oficial ante las injurias, las amenazas, las burlas a México y los mexicanos. Nadie enfrenta al tirano cuando más falta hace. Nunca antes en México tantos habían dependido tanto de alguien tan débil.

Investigador nacional SNI.
@ DrMarioMelgarA

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