El Presidente ha llamado a la unión, lo que hace evidente la desunión de los mexicanos. Entre las muchas divisiones que existen, el país también se fracciona entre los pesimistas, los más, y los optimistas, los menos, que todavía creen en los Santos Reyes. Un asunto que también divide es la incertidumbre provocada por el triunfo de Trump. Para unos las amenazas respecto a México quedarán en meros discursos de campaña, en promesas incumplidas, para la mayoría, todas y cada una de las amenazas se irán cumpliendo.

En reuniones académicas convocadas, la primera por el Colmex y la más reciente por el Aspen Institute de México, se escucharon voces que consideran que uno es el desaforado candidato Trump de la campaña y otro será el acotado presidente Trump en la Casa Blanca. Algunos por el contrario, (Jorge Castañeda, Lorenzo Córdoba, Miguel Basañez, Mario Melgar, entre otros) creemos que la agenda de Trump, en campaña y en la presidencia, es la misma y que tendrá un efecto sumamente pernicioso en la relación México-EU.

Para los optimistas, el sistema democrático, el Estado de Derecho y la división de poderes en Estados Unidos impedirán que Trump pueda llevar adelante sus propuestas. Creen que Trump está acotado por el sistema político. Para otros, es previsible que las propuestas respecto a México, se vayan a cumplir: la revisión de TLCAN, la expulsión masiva de indocumentados y la construcción del muro que divida a los dos países.

La idea de que Trump será un presidente débil por no haber ganado el voto popular es una ilusión. El sistema de votos electorales que lo llevó a la presidencia es el que ha imperado desde la XII enmienda en 1804. La creencia de que el sistema de pesos y contrapesos será un impedimento para cancelar, por ejemplo, el sistema de salud (Obamacare) también es un espejismo. La división de poderes, propuesta por Montesquieu, tuvo su primera aplicación en la Constitución de EU y floreció. La idea es que cada uno de los tres poderes está sometido a controles de los dos restantes y al mismo tiempo ejerce su contrapeso hacia los otros dos. Teóricamente el Poder Legislativo (Congreso), el Poder Judicial (Suprema Corte) serían los contrapesos del presidente. Así ha funcionado ejemplarmente, hasta la llegada de Trump.

El Congreso (Cámara de Representantes y Senado) tiene una mayoría republicana que no opondrá ningún contrapeso al presidente, por el contrario, le dará todo su apoyo. En cuanto al Poder Judicial, lo que estaba en juego en la elección presidencial, además de la presidencia, era la vacante en la Suprema Corte. Hoy su conformación ideológica está empatada por su integración: cuatro conservadores frente a cuatro liberales. El candidato propuesto por Trump inclinará la Corte hacia la derecha conservadora que con altas probabilidades de revertir las políticas liberales en cuanto al derecho al aborto, matrimonios igualitarios, control de armas, migración, derechos humanos de las minorías, por sólo mencionar algunas.

En cuanto a México los avisos de lo que sucederá son ominosos: Habrá una revisión o cancelación del Tratado. Trump todavía no ocupa la presidencia y ya operó la cancelación de un proyecto de una empresa de refrigeración que habría de llevar mil empleos a la ciudad de Monterrey. En cuanto al muro, el vicepresidente electo Pence declaró que al discutirse el TLCAN lograrán que México pague el muro prometido a sus electores. La deportación masiva de mexicanos indocumentados no la podrá detener ninguna instancia.

El presidente Peña Nieto ha pedido unidad a los mexicanos para evitar nuevas desgracias históricas, lo que es inobjetable. Sólo falta saber alrededor de qué o de quién deben unirse los mexicanos. La única unidad visible es la de una enorme mayoría en contra de la violencia, la corrupción, la situación económica y el gobierno y gobernantes que evidentemente no pueden con el paquete.

Investigador nacional (SNI).

@DrMarioMelgarA

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