Ha sido una semana intensa para los mexicanos, quienes fuimos testigos de la visita del Papa y debemos reflexionar respecto a lo que nos dejó y sobre que la agenda no escapo de la inseguridad que se vive en nuestro país.

Destaca la movilización de policías y militares que se encargaron de brindar seguridad al Papa y las personas en diferentes eventos. Al respecto, Alejandro Hope detalló que el Estado de México tiene 19 mil policías estatales y que para el acto en Ecatepec se movilizó a 14 mil. Y qué decir de los cientos de policías de la Ciudad de México que durmieron sobre cartones o se amotinaron en cajeros automáticos para cumplir con sus turnos de 24 horas.

Pero principalmente sobresale que el tema central de la agenda y el discurso del Papa fue la inseguridad. Ecatepec, Michoacán y Chihuahua son algunos de los lugares que visitó y que son muestra viviente de la violencia en la que existimos los mexicanos.

El discurso que se pronunció frente a millones de personas, entre ellas nuestras autoridades de los diferentes niveles de gobierno, se centró en la pobreza, la violencia, la corrupción, el narcotráfico, etcétera. Repasemos un poco:

Pidió por las víctimas y enfatizó en los familiares que han perdido familiares por la delincuencia y el crimen organizado. Una gran deuda que tenemos pendiente.

También habló de los que buscan “el beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos” y además se refirió a los “príncipes” de la Iglesia católica y los llamó a la transparencia.

Nos dijo que entre los peores flagelos que azotan a los jóvenes se encuentra la falta de oportunidades y que justamente la pobreza es el mejor caldo de cultivo para que “caigan en el círculo del narcotráfico y de la violencia”. Una verdad irrefutable.

Finalmente, en Ciudad Juárez, el último lugar de la visita del Papa en México, incluyó el Cereso 3 que hace algunos años fue uno de los centros de “readaptación” social más violentos a nivel nacional. Con la visita a este centro tocó una de las llagas más vulnerables del sistema de seguridad y justicia (recientemente Topo Chico fue muestra de ello) y frente a 800 internos, nos recordó que no podemos resolver el problema “aislando, apartando, encarcelando” y que debemos trabajar para una verdadera reinserción.

Lo que nos vino a decir el Papa no es ajeno a nosotros, lo sabemos y tenemos muy presente, porque todos somos parte del problema. Sin embargo, esta visita proyectó nuestra situación desde otra perspectiva y nos vuelve a desnudar ante el mundo.

El Papa cumplió con venir a decir las verdades a la Iglesia, a las autoridades y a nosotros de frente. Pero: ¿Esos poderosos que tanto aplaudieron sabrán que se refería a ellos?

Esperamos que las palabras del Papa no quede en frases espectaculares que se las lleva el tiempo y sólo queden como una denuncia más a la gran inequidad, corrupción e impunidad que permitimos los mexicanos y los poderosos fomentan.

Por lo pronto algunos políticos han respondido. Los diputados han dicho que los mensajes que aluden a temas de corrupción, seguridad pública, transparencia, etcétera, serán discutidos en la agenda legislativa; Lo mismo refirió el Presidente, quien dice que estos problemas se atenderán.

La visita también nos dejó un mensaje de esperanza, de que todo puede ser mejor, pero quienes podemos y debemos trabajar para ello somos los mexicanos ¿Nos vamos a atrever a cambiar? ¿Tendremos el compromiso? De no hacerlo seguiremos como siempre, tropezando de una tragedia a otra y sin aprender de ellas.

Presidenta de Causa en Común
@MaElenaMorera

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