Morena, con su destacada concentración, mostró fortaleza nacional, política y moral. Miles de ciudadanos de todo el país inundaron el Paseo de la Reforma hasta la Glorieta de Colón y aun detrás del propio templete. Los gobiernos federal y local y los medios controlados, tuvieron que reconocer esa fuerza presente en el corazón del país. Mancera, embustero, negó el Zócalo que, secuestrado ilegalmente, deja de ser plaza pública. Esta poderosa presencia se proyecta indefectiblemente hacia la elección de 2018. Congregados en apoyo al movimiento magisterial, auténtico acto de solidaridad expresado en el ambiente del evento de desagravio a los maestros que luchan por sus derechos humanos, laborales y sociales contra la reforma educativa impuesta sin consenso nacional, con la connivencia del Pacto PAN-PRI-PRD y el organismo internacional privatizador, la OCDE, para destruir el sistema educativo nacional. La obtusa afirmación de Peña, “la reforma educativa no es negociable”, niega el Estado de Derecho; toda ley es modificable, reformable, derogable y, la ciudadanía tiene el derecho intocable de debatirlas, de reclamar cuando afectan sus derechos, lo contrario es la negación misma de la democracia. La multitud repudió el hostigamiento policiaco-militar y la reiterada violación a su derecho a la libre expresión que llegó al extremo, la represión sangrienta. “Detente gobierno autoritario”, exhortó López Obrador, secundado por miles de voces.

El mensaje de López Obrador parte de la advertencia sobre el grave estado de la nación: la política económica elitista, que a través de reformas estructurales y privatizaciones generó la alarmante desigualdad social, la pobreza extrema frente a opulencia; la corrupción como sistema de gobierno en todos los niveles; una República simulada y un Estado que sólo funciona para proteger privilegios; aguas, bosques, minas, ferrocarriles, petróleo, electricidad, entregados a extranjeros. Mantener este régimen de corrupción e impunidad mediante la fuerza, señaló López Obrador, es dictadura. Dos llamados concretan el mensaje, Primero, demandas puntuales: 1) destitución del Secretario de Gobernación, Osorio Chong, “mandó a la Policía Federal a la masacre de Nochixtlán”; 2) castigo a los autores intelectuales y materiales del asesinato de ocho personas; 3) reparación de los daños a familiares y víctimas; 4) libertad inmediata a los maestros injustamente encarcelados; 5) apertura para formular una verdadera reforma educativa. Segundo, mensaje a Peña Nieto: el país ha entrado en un proceso preocupante; descomposición en todos los órdenes de la vida pública. Estamos a tiempo —dijo— de evitar un derrumbe precipitado, todavía podemos —previno— buscar una transición ordenada y pacífica para que en 2018 el pueblo elija no sólo su gobierno, sino la política que convenga. Exigió a Peña Nieto emprender cambios auténticos de actitud, con un gabinete distinto al corresponsable del desastre y que encabece un gobierno de transición que permita entregar el mando en 2018, en tranquilidad y paz social.

Este mensaje que responsabiliza a Peña de la entrega pacífica del Poder, al concluir su mandato, responde a preocupaciones reales: ante el histórico rechazo a Peña, las últimas elecciones de arreglos desesperados entre PAN-PRI-PRD, partidocracia en evidente decadencia, vaticinan la eventual derrota electoral de dicha alianza oligárquica y la posible tentación golpista. La transición que se exige, más allá de cambios de personas, es cambio de acciones, detener: la privatización de sectores claves, la introducción de fuerzas económicas hegemónicas, la corrupción generalizada, la corrupción de gobernadores que garantizan su poder, la prostitución electoral con dinero ilegal y la operación del régimen policiaco-militar. Ese es el llamado, a no intentar aferrase al poder en contra del pueblo. Mensaje de paz frente barruntos de guerra.

Senador de la República

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