Ante un contexto comercial mundial que ha transitado de la competencia entre países a una competencia regional, en América del Norte siempre hemos hecho de la integración nuestra fortaleza. Trabajando juntos, hemos aprovechado la capacidad y el talento de nuestros trabajadores, que producen 25% del PIB global. Cada país tiene sus propias variables de competitividad, y hemos hallado la forma de complementarlas entre sí: recursos naturales, tecnología y talento de la mano de obra, especialización en manufactura, servicios o agroalimentos. Gracias a eso, a pesar del entorno económico adverso, los tres países hemos crecido de manera sostenida a una tasa anual promedio de alrededor de 2.6%.

Por esta razón, ante la incertidumbre que rodea la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), líderes del sector empresarial en México, Estados Unidos y Canadá hemos generado espacios de diálogo para dimensionar la magnitud del tratado; establecer una postura común entre los empresarios de la región; así como garantizar que la voz del sector privado acompañe este proceso.

En el Consejo Coordinador Empresarial, desde un inicio tomamos acciones concretas para apoyar una potencial renegociación comercial con Estados Unidos y Canadá. Se activaron los mecanismos del Cuarto de Junto y el Cuarto de Inteligencia, cuya aportación es la generación y análisis de información para identificar riesgos y oportunidades en el proceso de negociación, y que a su vez sirva como apoyo al Gobierno Federal.

Tenemos ante nosotros la oportunidad de enriquecer una herramienta comercial que anticipe los nuevos modelos de intercambio y creación de valor que demanda el siglo XXI. En los tres países coincidimos en la importancia de proteger decenas de millones de empleos y compartimos el interés por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y sus familias.

Por esta razón, desde las Cámaras de Comercio en Estados Unidos y Canadá, y el Consejo Coordinador Empresarial en México, conformamos la Alianza Económica de América del Norte. Esta alianza servirá como vínculo de las organizaciones empresariales con los gobiernos de cada país y permitirá que los líderes empresariales aportemos nuestra visión y nuestras propuestas para incrementar la competitividad y el bienestar en nuestra región, y por ende, en nuestros países. Hemos identificado, también, algunos principios comunes que deberían guiar el proceso.

Primero, hemos sido claros en la importancia de no alterar las bases de un mercado regional que intercambia 1.3 billones de dólares al año. Bajo la idea de “no dañar lo que funciona”, tenemos que garantizar a los millones de empresarios y trabajadores mexicanos, canadienses y estadounidenses, que se mantendrán los principios del tratado.

Segundo, cada paso de esta negociación se tiene que dar de manera trilateral. Crear reglas que no sean comunes a los tres países incrementaría costos y afectaría flujos comerciales, reduciendo considerablemente la competitividad de la región de América del Norte.

Tercero, para mitigar los efectos negativos de la incertidumbre, exhortamos a los líderes de los tres países a avanzar con rapidez y decisión en esta negociación.

Cuarto, los empresarios deben participar en cada paso de la negociación. Con la aportación de los sectores productivos de México, Canadá y Estados Unidos, el proceso será más predecible y será más fácil construir apoyo alrededor.

Por último, la negociación se debe conducir con el objetivo de detonar el crecimiento económico y la creación de empleos en toda la región.

En el Consejo Coordinador Empresarial, estamos seguros de que esta coyuntura presenta una oportunidad para consolidar lo que hemos alcanzado hasta ahora y cimentar lo que tendremos que construir para el futuro. Hemos sido claros e insistentes en que los beneficios de la apertura comercial creados por el TLCAN, son argumento suficiente para conservarlo y profundizarlo en favor del crecimiento y el desarrollo.

Presidente del Consejo Coordinador
Empresarial

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