Afortunadamente el presidente Donald Trump no tiene la capacidad para crear un mundo a la medida de sus caprichos. Y no lo tiene porque ha escogido al enemigo equivocado: la economía. Todos sus sueños imperiales se topan con una realidad económica que marcha contraria a sus deseos. Pero esta fuerza que es la economía se personifica además en poderosos grupos de interés y con una ciudadanía que tiene en sus manos un peso no menor al de los grupos que lo apoyan.

Es importante, en este contexto, tener claridad sobre el significado del retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París, firmado por 197 países y ratificado por 147. Aun cuando EU sea el segundo más importante emisor (17.8%) de Gases de Efecto Invernadero (GEI), su salida no decidirá el futuro del acuerdo, por diferentes razones, entre las que destacan:

Primero, el acuerdo no es obligatorio, por lo que EU no estaba obligado a cumplirlo. Este país no firmó el Protocolo de Kioto, no obstante, en los últimos años sus emisiones disminuyeron. México sí los firmó, sin que eso haya provocado ningún beneficio al clima mundial, ni al medio ambiente nacional. Las ciudades mexicanas están hoy más contaminadas que las de EU.

Segundo, existe una tendencia en el mundo a una mayor inversión en energías limpias, por lo que millones de dólares se han movido del carbón a energías alternativas. En EU la industria del carbón sólo puede ser reactivada mediante grandes subsidios, por obsoleta y no rentable.

Tercero, el procedimiento para que EU se retire tardará al menos 4 años. Para entonces posiblemente Trump habrá dejado la presidencia.

Cuarto, algunos estados de EU se plantearán metas acordes con los acuerdos. Así lo han expresado California y Nueva York, quienes poseen un producto bruto equivalente a la quinta economía del mundo.

Quinto, el resto del mundo es responsable de alrededor de 80% de las emisiones de GEI. Los 197 países signatarios del acuerdo no cuentan con obligación, aparte de la moral, para cumplir. La mayor parte no tiene sistemas institucionales ni mecanismos efectivos de fiscalización para verificar y sancionar el no cumplimiento de lo ofrecido en París. Esta es la verdadera amenaza al clima, más que lo que haga o diga el presidente Trump.

Que la economía y el mercado son decisivos lo vemos en China. Ese país es el más importante inversionista en energía limpia, convirtiéndose en el primer exportador de paneles solares. La alta rentabilidad y el gran ingreso de divisas que este sector genera son una contundente motivación para convertirse en “líder” de la causa ambiental. Mientras tanto, cada vez son más los sectores de su economía que abandonan el carbón.

Todo esto no significa que el daño que pueden causar, más que el retiro del acuerdo, medidas internas que ha puesto en operación Trump para “suavizar” la regulación ambiental, para echar abajo el Plan de Energía Limpia, y el apoyo brindado u ofrecido para la industria del petróleo y del carbón, no puedan tener un impacto importante en el clima. Se estima que si EU regresara a su esquema energético de hace algunas décadas, la temperatura planetaria podría subir en 0.3 Celsius al año 2100.

El efecto del retiro de EU es más sicológico que real. Todas sus medidas antiambientales serán llevadas a las cortes, su apoyo a la industria del carbón no es económicamente viable, y la permanencia de Trump, que será de 4 años o a lo mucho de 8, es demasiado corto para hacer efectivas sus febriles amenazas.

Profesor investigador del Colmex.
@jlezama

jlezama@colmex.mx

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