¿Qué pasa con la iniciativa preferente? Una vez más, el Presidente de la República decidió no enviar al inicio del periodo de sesiones iniciativas de ley con carácter de “preferente”. Este mecanismo, surgido de la reforma política 2011-2012, fue inaugurado por el Presidente Felipe Calderón en septiembre de 2012, con dos iniciativas de gran importancia: la primera encaminada a actualizar nuestra añeja legislación laboral y, la segunda, la Ley General de Contabilidad Gubernamental que tuvo como objeto homologar los sistemas de contabilidad en los tres órdenes de gobierno, logrando una mayor trasparencia y mejor rendición de cuentas en el uso de los recursos públicos. El mecanismo probó su efectividad, ambas iniciativas fueron discutidas y votadas en los tiempos establecidos.

¿De qué se trata? El artículo 71, párrafo segundo, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establece: “El día de apertura de cada periodo ordinario de sesiones el Presidente de la República podrá presentar hasta dos iniciativas para trámite preferente, o señalar con tal carácter hasta dos que hubiere presentado en periodos anteriores, cuando estén pendientes de dictamen. Cada iniciativa deberá ser discutida y votada por el pleno de la Cámara de su origen en un plazo máximo de treinta días naturales…”. Este mecanismo, que demostró su viabilidad en la primera ocasión en que fue utilizado, y que obliga al Congreso de la Unión a discutir y resolver sobre lo propuesto por el Ejecutivo sin necesariamente tener que aprobarlo, ha sido muy poco utilizado por el hoy Presidente de la República.

En la medida en que la pluralidad se ha vuelto una realidad en nuestro país, ha sido necesario buscar un mayor equilibrio entre los poderes públicos. La relación entre los poderes Legislativo y Ejecutivo nunca ha sido fácil y en los últimos años ha cambiado sustancialmente. Cada vez despierta mayor interés por parte de organizaciones ciudadanas, académicos y en general de toda la sociedad. La iniciativa preferente fue un cambio de gran profundidad, y bien utilizada, ayuda a que la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo sea no solo más productiva sino también más abierta y transparente.

En la discusión de una iniciativa preferente conocemos las posiciones de los partidos políticos, sus argumentos y sus intereses. El ciudadano puede observar y presionar. El Ejecutivo propone y el Legislativo analiza y aprueba o desecha en un tiempo determinado y sin poder recurrir a la llamada “congeladora”, que siempre ha sido muy criticada y hace pagar un alto costo político al Poder Legislativo.

Por ello resulta por demás raro que en el actual sexenio, esta importante figura de la iniciativa preferente haya sido tan poco utilizada por el Presidente de la República, apenas en un par de ocasiones. No era necesario que en este periodo de sesiones enviara nuevas iniciativas, pudo haber señalado alguna o algunas de las que se encuentran pendientes de dictamen. Hay una infinidad de temas en ambas cámaras del Congreso de la Unión que podrían ser destrabados y atendidos con la urgencia que otorga este instrumento. Solamente uno a manera de ejemplo: hace un año llegó al Congreso la iniciativa presidencial que propuso el mando único y que el Senado aprobó finalmente como Mando Policial Mixto. Siendo un tema tan relevante y necesario, sigue sin dictaminarse y votarse en Cámara de Diputados.

Estoy convencido de que la iniciativa de trámite preferente es ya parte importante de nuestro entramado institucional y, de ser utilizada apropiadamente, deberá ser referente de una relación más moderna y productiva entre Ejecutivo y Legislativo. Un cambio de tal profundidad, debe ser también el mejor instrumento para terminar con la parálisis legislativa que tanto daño nos hace y así poder impulsar los cambios urgentes que requiere México.

Abogado

@jglezmorfin

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