Las elecciones del próximo domingo tienen lugar en un entorno de indiferencia y descontento de buena parte del electorado. En días recientes un debate ha ocupado un espacio importante: el del voto nulo y la abstención como medios para expresar el descontento y el rechazo de la ciudadanía a la situación en México.

Uno de los argumentos más socorridos por los promotores del voto nulo y del abstencionismo es que “todos los partidos y todos los políticos son iguales”. A partir de esta premisa, la conclusión es inevitable: si todos los políticos, sin importar su partido son igual de corruptos y malos para gobernar o legislar, entonces o da lo mismo votar por cualquiera, o da lo mismo anular o abstenerse.

Esta premisa emocional no se sostiene con la evidencia. Decir que da lo mismo un gobierno del PAN o del PRI equivale a decir, por ejemplo, que dio lo mismo que un gobierno surgido del PAN impulsara la creación de la Ley de Transparencia para abrirse al escrutinio de la sociedad, a que el actual gobierno oculte y manipule las declaraciones patrimoniales de los funcionarios del más alto nivel para tapar posibles conflictos de interés. Decir que da igual el PAN, el PRI o el PRD es decir que a la gente que trabaja todos los días para sacar adelante a su familia le da igual pagar miles de pesos más en impuestos al año por culpa de la reforma fiscal que pactaron el PRI y el PRD. Decir que da igual el PAN o el PRI es decir que nos da lo mismo tener el dólar a 12 pesos que a casi 16 pesos, como los está alcanzando en estos días. Es decir también que da lo mismo tener una Secretaría de Hacienda con credibilidad y que da certidumbre a tener la Secretaría de Hacienda de hoy en día, que un día dice una cosa y al siguiente “recorta” sus predicciones y dice otra. Es decir que da lo mismo un gobierno que aplica la ley con firmeza, que un gobierno que cede al chantaje y, de manera inverosímil, viola la constitución y pone un alto a la reforma educativa que al inicio del sexenio logramos entre todos.

A nivel local, las diferencias son también abismales. En Michoacán, decir que da lo mismo votar por el PRI que por el PAN es decir que da lo mismo avalar al partido que postuló a un gobernador que entre ausencias prolongadas y complicidades inconfesables dejó el estado envuelto en llamas sin que haya rendido cuentas de sus actos. Decir que da lo mismo votar por el PAN o por el PRD en Guerrero, es decir que la tragedia de Iguala puede quedar impune políticamente, que el desplome turístico de Acapulco no importa, que la negociación cobarde con la CETEG para que siga haciendo y deshaciendo desmanes a su antojo no es una vergüenza para cualquier gobernante que se precie de tener decoro.

Decir que da lo mismo votar por el PAN o por el PRI en Nuevo León es igualmente confuso. Significa que da lo mismo entregar el voto a un candidato preparado y capaz como Felipe de Jesús Cantú que a una candidata sin la menor capacidad de manejar la economía del estado más industrializado del país o a un ex dirigente de partido convertido en candidato “independiente” que lo único que garantiza es la incertidumbre.

No, no da lo mismo. Sí hay diferencias. La diferencia está en los valores que guían a los políticos. La diferencia está en los resultados. La diferencia está en la integridad y la congruencia. La diferencia está en el pasado de cada partido, en evaluar qué ha hecho cada gobierno, cómo ha actuado ante cada problema y cada crisis. Toca al elector juzgar y decidir, porque estoy convencido, como muchos mexicanos que no da lo mismo. Por el futuro de nuestro país, espero que el próximo domingo 7 de junio ganen las opciones políticas que realmente buscan construir el bien común para todos.

Diputado federal por el PAN.
@jglezmorfin

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