A todo aquél que se opusiera o disintiera de las políticas de Fidel Castro —ídolo y villano a un tiempo— se le podía acusar de “contrarrevolucionario” con consecuencias nefastas; cárcel, fusilamiento o desaparición. Pero paradójicamente, el propio Fidel muy pronto dio la espalda a una de las principales banderas bajo la cual encabezó la revolución cubana: la democracia política, que Fulgencio Batista suspendió en 1952. Según uno de los biógrafos de Fidel, Enrique Meneses, éste le aclaró, todavía en Sierra Maestra: “¡No estoy rompiéndome los cuernos luchando contra una dictadura para caer en otra!”. Se trataba de restaurar la Constitución democrática de 1940 que Batista conculcó. En La historia me absolverá, expresó que “Cuba debía ser baluarte de la libertad y no eslabón vergonzoso de despotismo”. Hablaba también de mejoras sociales. Las buscó, pero sacrificando la democracia política. La represión, las torturas y la falta de libertades que entonces condenó, las reprodujo puntualmente.

Por lo cual, cabe recordar ahora a un promotor de la revolución y de la democracia en Cuba. Se trata del comandante Huber Matos, quien se unió a las fuerzas de Castro y le brindó un servicio decisivo para el triunfo del movimiento en su momento de mayor urgencia (tras haber sido casi derrotado); viajó en un avión desde Costa Rica hasta la Sierra Maestra llevando un importante arsenal de armas. Pero Matos sí se tomó a pecho la original oferta de restablecer la democracia, suspendida por Batista. Entró a La Habana al lado de Castro en 1959. Muy pronto cayó en la cuenta de que tal promesa quedaría incumplida y no quiso ser parte de un régimen dictatorial. Cuando Matos le escribió a Castro sobre su intención de retirarse a la vida privada, éste lo tranquilizó: “Si dentro de un tiempo ves que conforme a tu criterio las cosas no han cambiado, entonces estás en tu derecho de renunciar. Nos sentaremos a conversar y nos despediremos como amigos, como compañeros, como hermanos”. Pero poco después fue preso y enviado a prisión por veinte años. En 1962 Fidel se desmarcó ya sin rodeos de su compromiso democrático: “No volveremos a tener nunca democracia burguesa, que es democracia falsa”.

Históricamente, incluso cuando las revoluciones sociales enarbolan banderas democráticas, han desembocado en una dictadura personalista, militar o de partido. Ocurrió en Francia (Napoleón), Rusia (PCUS), China (PC), México (PRI), Norcorea (la dinastía Kim), Taiwán (Kuo-min-tang), y muchas otras. Cuba no tenía por qué ser la excepción. La audaz resistencia castrista al torpe imperialismo yanqui, no borra su carácter dictatorial. Pero cuando un régimen revolucionario se agota (normalmente, después de décadas), y al margen de sus logros, se generan presiones internas y externas para una apertura política. Sucedió ya en Rusia, México, Europa Oriental y Taiwán. No aún en China, Vietnam, Corea del Norte o Cuba. Quizá la muerte de Fidel marque el inicio de un movimiento a favor de la pospuesta democratización de Cuba. Si eso ocurre, dependerá de la reacción de la élite cubana que ese proceso sea pacífico o nuevamente violento. Y quizá sea restablecida la democracia que motivó la revolución, pero que Castro canceló de inmediato. ¿Sobrevivirá la revolución de Castro? Difícilmente.

En todo caso, la disparatada comparación que hizo AMLO de Castro con Mandela —de trayectorias muy distintas— refleja que su brújula democrática está sumamente deteriorada. Declaró Mandela al ser condenado: “Los comunistas consideran que el sistema parlamentario occidental es reaccionario. Por el contrario, yo lo admiro… He anhelado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan juntas en armonía… Es un ideal por el que espero vivir y espero lograr”. Mucho logró de ese ideal por una vía pacífica. Ambos, Mandela y Castro, dejaron su huella en la historia; una marcada por la reconciliación, la otra, por la represión.

RECLAMO. Entraron asaltantes a la casa de un vecino, no estando él; llamamos al teléfono de emergencia 060; nunca nadie contestó. Vamos bien.

Profesor del CIDE.

@JACrespo1

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