Para Tere, Eugenia y Jesús.

El servicio público de excelencia del Estado mexicano está de luto. Don Jesús Silva Herzog Flores dejó de estar con nosotros este lunes 6 de marzo. Ha sido uno de los grandes funcionarios que ha tenido el gobierno mexicano.

A don Jesús le tocó formarse como funcionario público durante los últimos años del llamado Desarrollo Estabilizador, cuando México tenía una economía que crecía de manera sostenida al 6% por año y con muy baja inflación. La movilidad social para quien accedía a la educación pública era una realidad. Era cuando el sueño mexicano era posible porque el Estado se esmeraba por ampliar cobertura de servicios de salud y educación, primordialmente en zonas urbanas, e invertía y se notaban las grandes obras de infraestructura por los beneficios que generaba.

Una de las mejores escuelas para iniciar el servicio público, Banco de México, le dio la oportunidad de aprender el oficio de analizar y proponer. De ahí pasa a otra de las grandes escuelas del servicio público, la que era la Dirección General de Crédito, en la Subsecretaría de Hacienda y Crédito Público, SHCP.

Tiene la oportunidad de diseñar y fundar una de las grandes instituciones de la seguridad social, el Infonavit (Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores), la cual da funcionalidad al mandato constitucional de que los patrones den acceso a la vivienda a sus trabajadores. En 2017 el Infonavit cumplirá su 45 años y habrá otorgado más de 9 millones de créditos.

De ahí regresa a la SHCP como subsecretario del ramo. Posteriormente, en 1982, en medio del inicio de una crisis de sobreendeudamiento público, toma las riendas como secretario. Sin lugar a dudas le tocó la máxima responsabilidad de la hacienda pública en uno de los peores momentos de la historia económica moderna. En ese fatídico 1982, con la nacionalización, mejor dicho, estatización del sistema bancario, el control de cambios y la “expropiación” propiamente dicha del ahorro de millones de mexicanos, tiene la responsabilidad de sacar adelante a la hacienda pública del Estado mexicano.

Como secretario de Hacienda, en una de las etapas más difíciles de México, agravada por los daños catastróficos del sismo de 1985 en la Ciudad de México, tuvo el tino de hablar de frente, de explicar a todos, desde luego a diputados y senadores, lo que estaba pasando y el porqué y el qué había que cambiar.

Logró formar una gran escuela de cuadros en la SHCP, y nos enseñó lo importante que era formar equipos con mujeres y hombres profesionales con la pasión por hacer bien las cosas, por innovar, por dar la oportunidad de proponer.

Siempre tuvo claro que defender la soberanía nacional se alcanza con inteligencia, análisis y capacidad de propuesta, y desde luego honestidad e integridad en todos los sentidos, intelectual y en las finanzas personales.

Lo recordaremos por su ejemplo a seguir en el servicio público por su honestidad, integridad, capacidad profesional y por la devoción a dar todo pese a las condiciones de mayor adversidad. Merece los mayores honores a los que un mexicano puede aspirar.

Ojalá que su fallecimiento motive al gobierno federal a crear los protocolos para rendir honores a quienes entregan su vida en el servicio público. Ya se hace para los militares y policías; los servidores públicos en la administración pública sí requieren reconocimiento, así como valorar su trabajo, entrega y resultados.

Descanse en paz.

Economista. @jchavezpresa

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