Después del trago amargo que sufrió el ex primer ministro Tony Blair (hay quienes piden acciones penales en su contra), Irak pudiera convertirse en una moderna tragedia griega. Tiene los personajes, las intrigas, las víctimas y el triste final.

Nadie les negaría el carácter de personajes principales a los dos presidentes Bush, padre e hijo: George H. W. Bush y George W. Bush (este último conocido en Texas como W a secas). Bush padre fue fundador y accionista principal de Zapata Petroleum.

Nadie eliminaría del “elenco” al obsecuente Donald Rumsfeld, factótum de los Bush. Y menos aún al tenebroso Dick Cheney, ex vicepresidente en el gobierno de W, y ex presidente de Halliburton Oil, que funcionó como “gobierno” de Irak, ofreciendo todos los servicios requeridos por los miles de miembros del personal militar: internet, asistencia médica, camas, sábanas, tintorería, renta de películas... Facturaba miles de millones de dólares.

Durante la guerra, los personajes maniobraron a un tiempo para servir a la industria del petróleo y cumplieron sus funciones por encima de leyes, soberanías y organismos internacionales.

Fue triste ver a Tony Blair la semana pasada, antes distinguido estadista, huésped frecuente en la Casa Blanca y el rancho de W, y ahora obligado a defender en los medios sus decisiones en torno a la invasión. (En ese tiempo, la cercana amistad de Blair con W provocó comentarios de que el ex primer ministro se estaba acercando demasiado a los “petroleros”).

Las recientes acusaciones contra Blair se derivan del reporte de Sir John Chilcot: una investigación que después de siete años concluyó la semana pasada, alegando que durante el mandato de Blair se invadió Irak, con una estrategia “equivocada”. (Nada de eso. La estrategia fue diseñada ex profeso para “administrar” las reservas petroleras de Irak mientras “buscaban” las armas de destrucción masiva, ADM).

El reporte Chilcot llegó a las siguientes conclusiones: que Saddam Hussein nunca fue una amenaza para Gran Bretaña; que la inteligencia militar en torno a las ADM estuvo equivocada; que no se exploraron en forma exhaustiva las opciones de paz; que Reino Unido y Estados Unidos quebrantaron la autoridad de Naciones Unidas; que el análisis para proceder a la invasión no fue satisfactorio, y que la guerra iniciada en marzo de 2003 fue “innecesaria”.

Los aliados tradicionales rechazaron de plano los argumentos de W para invadir Irak. Él buscaba un cambio de régimen que permitiera “administrar” el petróleo. Intentó culpar a Saddam Hussein del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York. Y ante la falta de pruebas se volvió hacia la farsa de las ADM. Así que la llegada de un aliado complaciente como Tony Blair resultó una bendición.

W está hoy retirado en su rancho de Texas, mientras Blair se enfrenta a las leyes de Gran Bretaña, y a posibles demandas de familiares de los militares muertos en esa guerra “innecesaria”.

Analista Político

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