La satisfacción por los propios actos, por la propia condición o manera de ser, es una de las formas como se define la autocomplacencia; es un espacio donde la autocrítica no tiene cabida, se parece a aquel espejo del cuento que solía responder que no había más ni mejor que el mismo que preguntaba.

Así concluyó la Asamblea del PRI, en medio de una euforia injustificada, el elogio en boca propia y la confianza recuperada por el triunfo confirmado en el Estado de México.

Para esos 15 mil priístas y el resto que rodea al gobierno, este país marcha por el camino del progreso; qué importa que la tozudez del Coneval asegure que en este periodo la pobreza haya crecido de 44 a 46%, y que ahora sean 55.3 los millones de mexicanos sumidos en la pobreza.

Para este círculo del poder sólo los números macro importan, pues eso de ajustarse el cinturón resulta aplicable sólo para las familias que tuvieron que pagar más dinero por el transporte ante el incremento en el precio de las gasolinas, que impactó además el costo de los alimentos y otros bienes y servicios.

Y qué decir de los gobernantes que le han fallado a México. Esos que el partido propuso y que ahora enfrentan procesos penales, por cierto, sólo algunos.

Para ellos, el dirigente nacional no tuvo ni una palabra, prefirió omitir el tema. Durante todas esas fallidas gestiones, el PRI siempre acompañó a esos gobernadores, los solapó y los protegió. Ahora, ni siquiera un mea culpa merecieron los mexicanos.

¿Los 43? Eso ya se olvidó, no es tema. Por lo menos no para los priístas que trabajaron en las mesas temáticas; tal vez esos delegados ni sabían que en materia de desaparición forzada, sigue pendiente de aprobación la nueva legislación en las Cámaras, simplemente porque sus correligionarios que forman la mayoría, no ven con buenos ojos el tema, no les place o creen que les afecta.

Nada nuevo en el PRI para México. Todos estuvieron de acuerdo en lo mismo, la tradicional unanimidad y disciplina partidaria se hizo presente. Los que adelantaron en planas nacionales y espacios radiofónicos vientos de cambio, también votaron a favor por el mismo PRI de siempre, donde nada cambia, salvo en los discursos.

De lo que sí hablaron “fuerte y claro”, fue de las próximas elecciones. Es la prioridad, no hay más agenda, lo importante es que los adversarios no lleguen, sería terrible error volver a vivir fuera del presupuesto.

“Hoy los priístas pensamos hacia adelante”, sentenció el dirigente nacional. Claro, la prioridad es olvidar el feo pasado. Vamos a pedirle al electorado que piense para adelante. Ofrezcan progreso, les debieron aconsejar los asesores de marketing.

Dí no a quienes abandonan sus ideales para lograr cuotas de poder. Eso de los gobiernos de coalición lo ven y oyen fuera de lugar. Se fijaron como meta prioritaria seguir fragmentando el voto, evitar que con las alianzas de su oposición se consolide, pues es la única forma de tener una oportunidad de mantenerse en el poder.

Por cierto, el personaje con más positivos y mejor percepción ante la opinión pública que se vislumbra con posibilidad de ser el candidato, no es miembro del partido.

Vicepresidente
de la Cámara de Diputados

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