Finalmente, por primera ocasión se reunieron el Presidente Enrique Peña Nieto y el Presidente Donald Trump para abordar temas de la agenda común, siempre compleja y multitemática. Hubieron de transcurrir cinco meses y medio de la presidencia de Trump y varias reuniones de miembros de ambos gabinetes para que finalmente los presidentes pudieran sentarse y abordar temas de interés común.

El encuentro Peña Nieto-Trump en el marco de la reunión del G20 en Hamburgo permitió observar que se puede llegar a algunos acuerdos: el primero fue no abordar el tema de la construcción del muro en la frontera en el primer encuentro de los dos presidentes. No se abordó. Sin embargo, el grito de una reportera preguntando sobre si México pagaría el muro y la respuesta en voz baja de Trump volteando a ver a su Secretario de Estado Rex Tillerson cuando dicen que dijo “absolutamente”. En todo caso, lo importante es lo que dijo el Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, que “no escuchó” lo que dijo Trump, y por lo tanto para México el tema quedó fuera, de facto, formalmente. ¿Y para el presidente de Estados Unidos fue la oportunidad de que el tema estuviera presente sin romper el acuerdo de no abordarlo en la agenda de discusión de los dos mandatarios? No se puede saber, pero como no se escuchó: estuvo fuera.

En el primer encuentro Peña-Trump se acordó que se iniciará la discusión de la modernización del TLC (según México) o la renegociación (según Estados Unidos). Las palabras son importantes en tanto conceptos y significado. Pero, lo relevante hoy es que la discusión tiene fecha: se iniciará el 16 de agosto, con intención de concluir en el mes de diciembre. Y que ambos países buscarán beneficios sociales y económicos mutuos. Verdad de Perogrullo porque de otra forma no sería negociación sino imposición.

No habría que perder de vista un tema en el que México avanzó y que fue abordado por el Presidente Peña Nieto: que se mantiene, por ahora, el DACA, es decir que los jóvenes que llegaron Estados Unidos siendo menores de edad podrán continuar sus estudios sin mayores problemas, sin dejar fuera lo que establece el conocido como Dream Act,. Lo que no se dijo es que se continuará criminalizando a los padres de los niños o jóvenes que los llevaron sin papeles y que pueden ser tratados como traficantes de personas por parte del gobierno de Trump. Prevalece, y hay que reconocerlo, la persecución de indocumentados a los que se les llama “ilegales” y de acuerdo con esa palabra se les trata como criminales. De manera que el asunto de los dreamers es un paso adelante para los jóvenes mexicanos indocumentados que estudian o trabajan en Estados Unidos, pero en materia migratoria aún hay un largo camino por recorrer. La persecución se ha instaurado como política de Trump. Se habló sí de que se explorarían caminos para que trabajadores agrícolas puedan trabajar allá legalmente, primer paso para mostrar que la mano de obra mexicana es necesaria en Estados Unidos, en este y muchos otros campos. Y hay que insistir, como se ha hecho, en que el tema del muro no es un asunto de la relación bilateral para México, punto.

En la agenda abordada por Peña y Trump destaca también el desarrollo y estabilidad de los países centroamericanos, el tema es de fondo y regional y Estados Unidos tiene también que colaborar. Es necesario construir una nueva política y el vecino del norte tiene una enorme responsabilidad.

El otro tema importante es el de la colaboración entre Estados Unidos y México en el combate al crimen organizado y al narcotráfico. Se habla de colaboración, de compromiso, de trabajo conjunto. Pero Estados Unidos tiene que hacer una gran tarea con la que no ha cumplido, no hay política para un tema social y de salud pública que está sacudiendo al país: la llamada epidemia de los opioides. Mueren por sobredosis de drogas miles cada año, la cifra alcanza a 60,000 muertos en 2015. Una verdadera epidemia se extiende en ciudades y regiones, principalmente a lo largo de la cordillera de los Montes Apalaches. La tarea no es sólo de combate con las armas, a los cárteles en México.

El nuevo gobierno que encabeza Donald Trump tiene que presentar también una política social y de salud porque el mercado de las drogas no deja de crecer, devora poblaciones enteras, destruye vidas, utiliza formas de distribución cada vez mas efectivas y sofisticadas, representa grandes ganancias, tiene un vínculo en su inicio y su desarrollo con fármacos, recetas médicas que dan acceso a ello y envenenan a poblaciones enteras. El combate al narco no puede ser una guerra de EU que se libra en México y que pone los muertos, la inseguridad, la violencia. Ese combate se tiene que librar en Estados Unidos con detenciones de narcotraficantes, con cancelación de operaciones de lavado de dinero y desde luego políticas sociales y de salud pública, con campañas, médicos y hospitales, con desarrollo y nuevos horizontes para poblaciones encerradas en sí mismas.

Los temas de la relación bilateral son complejos y los acuerdos indispensables. La migración, el TLC, las drogas… son temas bilaterales pero también son asuntos de política interna para México y para Estados Unidos. Queda un largo y difícil camino por recorrer, sin duda el más complejo para la relación bilateral en casi ocho décadas.

Periodista y analista internacional

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