Hoy temen lo peor cerca de 800 mil dreamers, jóvenes estudiantes indocumentados, que llegaron a Estados Unidos siendo niños y se beneficiaron con una orden ejecutiva del presidente Barack Obama que les permite estudiar y trabajar en Estados Unidos sin peligro de ser deportados. El presidente electo, Donald Trump, podría cumplir una de sus promesas de campaña: cancelar las ordenes ejecutivas emitidas por Obama en 2012 y 2014, que protegen a los dreamers (DACA por sus siglas en inglés). También estaría en riesgo otra orden ejecutiva de 2014 (DAPA) que evita la deportación de los padres de indocumentados con hijos nacidos en Estados Unidos y por tanto ciudadanos de ese país, como una forma de evitar la separación de las familias. La incertidumbre, el temor y la inseguridad para los jóvenes indocumentados regresa, también lo hacen la solidaridad en las universidades. La resistencia también está ahí.

Seguramente veremos en los próximos meses una renovada reacción de apoyo a los dreamers en las universidades, porque es evidente que no se van a quedar esperando a ser deportados. El peligro es inminente, primero porque el presidente electo Donald Trump, durante la campaña, afirmó que el día uno de su mandato echaría abajo las órdenes ejecutivas de Obama y así será, a juzgar por los personajes de los que se rodea, entre los que destaca Stephen Bannon, el nuevo consejero estratégico del presidente electo, un racista y supremacista que impulsó la Ley de Arizona y que es hoy el patrón de Breitbart News.

Trump podrá fácilmente identificar a los 800 mil dreamers: la base de datos donde están registrados todos los que se acogieron a las órdenes ejecutivas DACA y DAPA. Habrá reacciones múltiples: en primer lugar de los Consulados de México, con abogados, que ya se deben estar preparando para defender a los candidatos a deportación. La reacción en las universidades ya se prepara, así como en las ciudades, condados y estados santuario que protegerán a los inmigrantes.

La orden ejecutiva de Obama en 2012 fue emitida tras el rechazo del Congreso a una iniciativa que abría las puertas para que los jóvenes indocumentados pudieran estudiar y trabajar en Estados Unidos. Pero sobre todo habría que recordar cómo inició el movimiento de esos jóvenes en las universidades donde muchos estudiaban sin que sus compañeros y profesores supieran que eran indocumentados. Primero unos cuantos se identificaron como indocumentados en algunas universidades. Los indocumentados que habían mantenido oculta su situación migratoria recibieron el apoyo de sus compañeros, cada vez eran más estudiantes en más universidades. Despertaron una amplia solidaridad, crecieron los grupos de abogados que los apoyaban en distintas ciudades y estados.

Ahora, frente al peligro de que Trump anule las ordenes ejecutivas de Obama que evitan la deportación de estudiantes, miles de universitarios ya han comenzado a marchar para proteger a los dreamers. Se realizó una jornada de protestas convocada en redes sociales con el hashtag de SanctuaryCampus, contra las deportaciones prometidas por Trump. Se suman un centenar de universidades. Las ciudades santuario en defensa de los indocumentados y en contra de su deportación se han multiplicado, entre ellas destacan Nueva York, Los Ángeles, San Francisco, Chicago, Denver, Detroit, Philadelphia, Portland… 340 ciudades y municipios cuentan con políticas santuario según el Centro de Estudios Migratorios (CIS).

Los Consulados de México conocen el camino de la defensa legal, las universidades la movilización, ciudades y condados por todo el vecino país también presentan resistencia.

Periodista y analista internacional

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