Finalmente tenemos una buena noticia de fin de año: la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami) decretó un aumento del salario mínimo mayor a la inflación y señaló que para las otras negociaciones salariales el aumento debe ser acorde con el incremento de los precios y la productividad. Si bien el aumento es aún notoriamente insuficiente, siete pesos diarios, con esa decisión se rompió una larga tendencia de empobrecimiento del salario mínimo.

La historia de esta decisión es larga. Primero vinieron la iniciativa del gobierno de la Ciudad de México y en particular del secretario de Desarrollo Económico, Salomón Chertorivsky, para aumentarlo, y los ajustes a los salarios más bajos de la burocracia del gobierno de la Ciudad. A ello siguió la desindexación del salario mínimo como medida de valor administrativa para efectos de multas, aumentos de saldos del Infonavit, e incluso pagos de servicios públicos. Esa práctica era una herencia de nuestra larga historia de periodos inflacionarios que requerían ajustes periódicos de los precios sin negociaciones específicas. Ello ocurrió el 1 de enero de 2016 y el salario mínimo fue sustituido por la UMA, Unidad de Medida y Actualización, que será determinada por el Inegi año con año.

Por otro lado, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos inició el estudio de la incongruencia entre la definición del salario mínimo en nuestra Constitución, que debe ser suficiente para que un trabajador pueda sostener a su familia decorosamente, y la medición de la línea de bienestar realizada por el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval). El estudio desde la perspectiva de los derechos humanos señala esa inconsistencia y aparecía en el horizonte la amenaza de interponer una controversia constitucional y emplazar a la Conasami a realizar los ajustes correspondientes.

Otras organizaciones sociales tomaron el tema en sus manos: Acción Ciudadana Frente a la Pobreza (www.frentealapobreza.mx), arropada por el Instituto para la Transición Democrática y la CEPAL, organizaron una conferencia internacional sobre el posible impacto de ajustes al salario mínimo y la experiencia internacional. Ahí resaltó la evidencia de que en numerosos casos de países de todo el mundo, la recuperación del salario mínimo no causa inflación ni desempleo significativo. Pero debe ser un proceso gradual y mesurado. Otros trabajos presentados en la conferencia apuntaron en esa misma dirección, pero resaltaban la importancia de desligarlos de los aumentos de los demás salarios. Es decir, se debía afectar únicamente los salarios mínimos.

Otros como el CEEY habíamos insistido que el salario había perdido gravemente su poder adquisitivo, que en realidad sólo una proporción pequeña de la fuerza de trabajo lo gana, y que el salario más bajo que las personas están dispuestas a aceptar es mucho mayor al salario mínimo legal. También hemos señalado que existen incentivos perversos en las empresas para reportar al IMSS salarios más bajos que los reales, y que un salario mínimo muy bajo tiende a jalar los demás salarios a la baja porque se utiliza como referencia, en lugar de usar la línea de bienestar definida por el Coneval.

Así, el CEEY se unió a la Acción Ciudadana Frente a la Pobreza para reclamar un salario suficiente, más que mínimo, y la Coparmex se convenció que era una medida no sólo de justicia, sino indispensable para fortalecer, poco a poco, el mercado interno. El papel de ésta última en la decisión final de la Conasami fue fundamental, pues el sector empresarial está representado en ella.

Aumentar el salario mínimo más que la inflación y desligarlo de los aumentos generales a los salarios es una excelente decisión, pero claramente insuficiente. Por eso hemos propuesto que, gradualmente pero sin detenerse, se pueda continuar con la recuperación del salario mínimo hasta alcanzar, en unos años, que sea suficiente para al menos sostener decorosamente al trabajador y a un dependiente. Por ello, se ha propuesto que en 2017 el salario mínimo se eleve 10 pesos más, en dos etapas, para llegar a 90 pesos a fin de año. Tampoco será suficiente, pero irá cerrando la brecha y el mercado interno se continuará fortaleciendo. Esta acción es una de las varias que debemos tomar para enfrentar los retos económicos enormes que nos esperan el próximo año.

Felices fiestas y mis deseos para que sepamos afrontar el 2017 con inteligencia, entereza y arrojo.

Centro de Estudios Espinosa Yglesias. A.C.

@ecardenasCEEY
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