Poesía en letrina

Título: Breve antología de poesía mexicana impúdica, procaz, satírica y burlesca
Autor: Juan Domingo Argüelles
Editorial: Océano

La poesía salta por todos lados, no sólo se encuentra en libros de poemas; abunda en canciones, en refranes y, demuestra Juan Domingo Argüelles, hasta en las paredes de las letrinas y los sanitarios; uno de los más empecinados defensores de la poesía quien, al armar su gigantesca antología de la poesía mexicana del siglo XX encontró que había muestras de poesía no sólo en poemas picarescos, a veces difícil de incluir en libros serios o líricos, sino en albures, pugnas, diálogos picantes, y de ese material armó este nuevo libro, disfrutable por muchos motivos.

Buscó esa poesía escondida en letreros de camiones, mingitorios de cantinas, sanitarios escolares, donde abunda el humor (“el futuro de México está en tus manos”, por ejemplo), el desahogo contra la situación política y social, la frustración; buscó en libros recopilatorios de ingenio popular (Picardía mexicana, cuya segunda versión prologó Paz, y quien de allí derivó hacia uno de sus libros más provocativos, Conjunciones y disyunciones), extrajo de ediciones que escondían epigramas populares pero prohibidos, rescató la protesta popular y las palabras de los profetas que se expresaron en muros (ya lo dijo Paul Simon), y publicó un libro impublicable.

No todo lo que se encuentra en estas páginas es poesía, y no porque sea impúdico, procaz, satírico o burlesco, que casi todo lo es, sobre todo procaz; mucho tiene rima y ritmo; casi todo tiene acentuación más que correcta: asombrosa, ingeniosa, divertida, pero eso no lo hace poético; Domingo tiene más tino para extraer lo que hay de poesía en refranes pareados, en canciones albureras, en sonetos de autores célebres que se desquitaron de alguien, o del destino; es mejor lector que Armando Jiménez, pero también más precavido.

Eso se nota en las notas al pie de casi todo lo incluido, donde es políticamente correcto, y juzga, con criterio actual, escritos que en otra época no se consideraban machistas, como en cierta copla de urgencia sexual, y excluye refranes como “Busca a la mujer por lo que valga…”; muchas notas son certeras, otras no ayudan a la lectura.

Algunos apuntes: un epigrama de Novo habla de bala homicida: era “asnicida”; el “Melón se comió las plumas” aparece en la defensa de un camión en Nosotros los pobres; omitió epigramas obscenos de Gutiérrez Nájera (contra Francisco Sosa), Urbina (burlándose de la ingenuidad de Nervo), y faltaron canciones de Chava Flores.

Fábulas

Autor: Esopo
Editorial: Penguin Clásicos

Aunque las mencionan en todos los libros didácticos, la mayoría de estas fábulas son desconocidas; un acierto su publicación en un solo volumen, que comprende las suyas, las atribuidas, las falsamente atribuidas, las de otros autores de un género popular hace miles de años, incluida la biografía aunque su existencia es incierta; Monterroso las parodió muy bien, sólo que sin moraleja, que Esopo no usaba.

El libro de las plantas

Autor: Alberto Blanco / Sandra Pani
Editorial: Fondo de Cultura Económica

Uno de los mayores poetas mexicanos, rocanrolero por verdadera vocación, emprendió la elaboración de un poemario dedicado a plantas, flores, árboles y frutas alimenticias en donde asoman sus lecturas de Reyes y Pellicer, un delicioso sentido del humor, atisbos autobiográficos, observación aguda, muchos homenajes, y un infantil deseo de pureza; lo acompañan ilustraciones sencillas, como flores discretas.

La Heredera

Autor: Kiera Cass
Editorial: Roca

Han pasado 20 años desde la boda del príncipe Maxon y América Singer; ahora es turno de la primogénita Eadlyn, de crear su propia historia de amor, enfrente de todo el pueblo de Illéa, como lo hicieron sus antepasados. Pese a estar en contra de esta tradición, hará su mayor esfuerzo por cumplir con su obligación. Cuarta secuela que repite la anécdota del primer libro, con nuevos personajes y complicaciones.

El niño 44

Autor: Tom Rob Smith
Editorial: Salamandra

Pasada la euforia del triunfo en la Segunda Guerra Mundial, cercana la crisis por la muerte de Stalin, comienza la etapa de la desilusión, y sobre todo la desconfianza, la incertidumbre, y la necesidad de apuntalar el régimen, por lo que se debe sospechar de todos, aun de gente cercana, y el azoro de saber que todos somos espiados; panorama terrible del mundo socialista, pero que retrata lo que se vive hoy, aquí.

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