En México nueve de cada diez mexicanos mueren prematuramente a causa de alguna enfermedad crónica. El origen de ésto es que los mexicanos somos víctimas de un estilo de vida caracterizado por hábitos insanos como el sedentarismo, el tabaquismo o una mala alimentación.

Prueba de ello es que somos el país con las mayores cifras de obesidad infantil, algo que debería preocupar —y ocupar— seriamente al conjunto de la sociedad, por todas las posibles implicaciones económicas y sociales futuras que tendría el hecho de que entre las nuevas generaciones no se dé un cambio en el estilo de vida, encaminado hacía una cultura de actividad física y buena alimentación.

Los números hablan por sí solos. En 2014 en el país murieron 633 mil 641 mexicanos. 90% de éstos, es decir 560 mil 784, fallecieron debido a alguna enfermedad. La diabetes mellitus, los infartos y los tumores malignos fueron los principales padecimientos. Estos males crónicos representan 41% de las muertes en México.

En 23 de los 32 estados del país la diabetes es el principal enemigo del sistema nacional de salud mexicano. Entre 2012 y 2014 el número de muertes por diabetes en México creció cuatro mil casos por año. La tendencia no muestra números negativos, como se observa, va al alza. En 2012 se registraron 85 mil 500 muertes por ese mal; en 2014 fueron 94 mil 27 defunciones, según cifras del Inegi.

Estos números indican que a pesar de los esfuerzos gubernamentales por propiciar un consumo más responsable entre la población, al incrementar, por ejemplo, los gravámenes a las industrias de tabaco, alcohol y bebidas azucaradas, así como las campañas recientes de los distintos niveles de gobierno, sigue faltando una estrategia que involucre, en conjunto, a instituciones públicas como el IMSS, la SEP, la Sedesol o la Secretaría de Salud, y asimismo a los medios de comunicación, para generar entre la ciudadanía una verdadera conciencia sobre la importancia de llevar un estilo de vida más saludable.

Incluso desde una perspectiva económica se vuelven inaplazables acciones para revertir el avance de esta tendencia, insostenible para el sistema de salud pública en el mediano y largo plazo. Una bomba de tiempo que estallará tarde o temprano y que todos los mexicanos tendremos que pagar.

Especialistas coinciden en que si las políticas públicas siguen igual, el panorama para nuestro país es “catastrófico”. Además señalan que el problema radica en que la gente tiene información, pero no una educación sobre la enfermedad ni la salud.

Los cambios de conducta necesarios entre la población no se darán de un día para otro pero mientras no exista una educación para la salud y la detección temprana de enfermedades, el mexicano seguirá siendo víctima de su propio estilo de vida. En otras palabras, las estrategias del gobierno tienen que enfocarse en atacar el origen del problema, y no las consecuencias.

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