Durante el último siglo los mexicanos han estado acostumbrados a que el precio de la gasolina sea el mismo en todas las estaciones de servicio del país, sin importar el número de clientes de cada estación o la calidad del producto ofrecido. Eso se acabará a partir de abril si se cumple lo anunciado ayer por el presidente Enrique Peña Nieto: la libre importación de gasolinas.

Las reglas del mercado serán las que determinen los precios, como ocurre en el resto de los productos y servicios, no lo establecido por una autoridad. ¿Cómo beneficia esto al consumidor? En teoría, los precios bajarán junto con los costos de producción y de la materia prima requeridas para elaborar gasolina; es decir, mientras más bajo esté el barril de petróleo, menor será también el valor del hidrocarburo refinado. Eso no ocurre actualmente en México porque los precios son fijos.

Estados Unidos funciona de esa manera, pues ahí el valor del crudo es proporcional al del producto que se vende al consumidor final. Un ejemplo: el viernes 22 de agosto de 2014 el precio del petróleo Brent era de 100 dólares, en tanto que en esa misma fecha la gasolina costaba (promedio en aquel país) 3.44 dólares por galón. Ayer que fue 22 de febrero de 2016 —con el petróleo a sólo 34 dólares— la gasolina estaba apenas a un dólar con 69 centavos, es decir, a menos de la mitad que hace año y medio, cuando el crudo se encontraba en uno de sus puntos altos.

El mercado abierto a la competencia en la venta de gasolina en México estaba considerado en la reforma energética a partir de 2017. El hecho de adelantar el anuncio implica que las condiciones están dadas para que no se presenten alteraciones que pudieran interferir con el piso parejo entre competidores. ¿Cuáles podrían ser esas anomalías? La predilección que ciertas autoridades pudieran dar a estaciones de servicio de las cuales son socios o donde tienen “amigos”, por ejemplo. Ojalá sea así porque, de lo contrario, se enviará a los inversionistas un mensaje de debilidad del Estado. El capitalismo de cuates que ha caracterizado a México es el gran lastre de nuestra economía.

Otra noticia relacionada con el tema energético se reporta hoy en este diario: Pemex estima que en máximo nueve años va a revertir el deterioro de sus finanzas, de acuerdo con el Plan de Negocios 2016-2020 de la empresa. La estrategia para lograrlo es enfocarse en las operaciones que generan mayor valor y abandonar las actividades no rentables.

La reforma ha tardado en dar resultados y se ha enfrentado a un mal escenario internacional. Si las cosas se hacen bien en años próximos, habrá esperanza de que los hidrocarburos sean la fuente de desarrollo que siempre debieron ser.

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