“El gigante dormido” se le llamó durante décadas a los hispanos en Estados Unidos por su enorme potencial de influir en la política de ese país. “Dormido” porque esos millones de personas nunca se unían en torno a causas específicas de presión pública. Pero ahora que los más conservadores se aglutinan alrededor de candidatos del Partido Republicano, lo mejor para los latinos sería encontrar motivos para unirse, pues otros ya se están juntando para actuar en su contra.

La visita del papa Francisco a suelo estadounidense esta semana, y en particular la aclamación de unas 200 mil personas en las calles de Washington, debería ser vista no sólo como una muestra del poder del catolicismo, sino también de identidad, ya que buena parte de los asistentes provenían de la comunidad hispana. Por esa razón dijo el pontífice en su discurso frente a Barack Obama: “Como hijo de una familia de inmigrantes, me alegra estar en este país, que ha sido construido en gran parte por tales familias”.

Las palabras se dan en el contexto de un aspirante republicano a la presidencia, Donald Trump, quien ha hecho de su política de mano dura contra los indocumentados su principal argumento de campaña. No se trata de un loco a quien haya que ignorar. Es el puntero en las encuestas entre conservadores.

Francisco no se quedará en Estados Unidos para defender a los migrantes, pero quienes escucharon sus palabras y se agolparon para verlo pronunciarlas tendrían que repetir el ejercicio en el futuro, esta vez para defender por su propia cuenta esas ideas.

Barack Obama ganó la presidencia de Estados Unidos por segunda ocasión en 2012 gracias a que 70% de los hispanos votaron por él. Desde entonces varios analistas políticos han dicho que esa elección marcó el inicio de una nueva era en la democracia de ese país, en la que ningún candidato podrá volver a ganar la Casa Blanca sin el apoyo de los hispanos.

El único problema con ese alentador escenario es que nadie sabe si de verdad los latinos serán capaces de cohesionarse en torno a otras causas o si, simplemente, el voto a favor de Obama fue un fenómeno de popularidad, ajeno a la movilización que las organizaciones civiles pudieron haber hecho.

Los otros grupos sí se han unido a bandos. Los afroamericanos votan casi en su totalidad por el Partido Demócrata, al igual que los blancos habitantes de estados como California o Illinois. En cambio Texas o Nebraska siempre van con los conservadores, así como los estados rurales del centro del país.

La orientación del voto hispano podría marcar tendencia a partir de 2016. Para lograrlo, deben usar su músculo en una misma dirección.

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