Tengo un recuerdo infantil en la que un cacique recorre en una carretela las calles de una población pequeña arrojando dinero al pueblo para congraciarse con él. No había administración, ni siquiera paternalismo, simple derroche de recursos. Quienes recolectaban el dinero le profesaban temor o envidia. La pobreza era el estigma centenario.

Después de 40 años me pregunto si algo ha cambiado cuando veo las campañas políticas para gobernador en el Estado de México. Los candidatos recorriendo, como en la popular canción de Zacazonapan, el Estado donde nació el compositor, viendo la peña preñada y los tres reyes llenos de pinos, Valle de Bravo, Toluca, Satélite, el Molinito, Tlalnepantla y Naucalpan la zona más industrial, asi como aquello que en hora temprana pinta Velázquez, escribe Sor Juana y en Texcoco canta inspirado Nezahualcóyotl.

Cualquiera de los competidores, sin importar siglas que lo cobijen o independencia que arguyan, recurren a la promesa fácil, a la ocurrencia del momento y apelan a la pobreza a la mayoría del electorado para ganar su simpatía con base en estirar al extremo de lo increíble el presupuesto público. Un rápido catálogo: un salario rosa para las amas de casa, educación universitaria gratuita y cercana para todos los jóvenes, nuevas líneas del metro, trabajo bien pagado cerca de las casas, millones de luminarias, niñeras familiares, duplicar la pensión de adultos mayores y un largo etcétera. Nadie puede estar en contra de mejorar la vida de los mexiquenses, eso es plausible, el problema es que como sucede con el cacique de la carretela, el dinero sólo alcanza para los pocos que están cerca de él cuando lo arroja y el resto de las personas se tiene que conformar con ver el alboroto y la mala repartición del dinero hundidos en la miseria.

La madurez política y administrativa ya llegó a las leyes. El artículo 18 de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria establece que a cualquier aumento o creación de gasto del presupuesto debe agregarse la correspondiente iniciativa de ingreso y debe haber un análisis del impacto presupuestario de las iniciativas de ley. En pocas palabras, no hay acción adicional de gobierno- pensión a adultos mayores, desayunos escolares, apoyo a madres trabajadoras solteras, entre otros programas sociales- que no cuente con una fuente cierta de financiamiento.

Sin embargo, esta madurez no existe en las campañas políticas. Los candidatos prometen sin sustento financiero, una parte del electorado vota en su favor creyendo en que algunas promesas son factibles, aunque no existan datos que lo soporten y otra sólo ve la algarabía pasajera de las campañas.

¿Cuál es el impacto efectivo de las promesas fáciles? Los equipos de los candidatos van midiendo la efectividad en el ánimo del votante vía encuestas o grupos de enfoque y ven el aumento o disminución de las preferencias electorales. Si no tienen un impacto positivo, buscan otras que se acomode a la audiencia o mitin del día. La realidad se enfrentará después de las elecciones en la que sólo un grupo pequeño se beneficiará del cumplimiento parcial de las promesas, el logro se difundirá profusamente en los medios de comunicación, y la mayoría quedará, desconfiada y escéptica, esperando a que haya presupuesto suficiente.

Un candidato que no prometa lo que no puede cumplir queda fuera de la contienda. La fuente de ingresos más socorrida en el discurso de las campañas es el ahorro que se generará por la aplicación de políticas de austeridad y racionalidad efectiva. Entonces, falazmente, se propone que miles de millones de pesos se obtendrán de un porcentaje -nadie puede saber a ciencia cierta cuál- del presupuesto actual. Nadie anuncia un aumento de impuestos para el financiamiento de los nuevos gastos que se comprometen al calor de la batalla electoral. Por supuesto, nadie hace un análisis financiero de las promesas de campaña.

“No pidan más dinero” pidió SHCP al Congreso. Antes de aprobar leyes que impliquen mayor gasto, les solicitó que tomen en cuenta que este año habrá un recorte de más de 43 mil millones de pesos. ¿Qué instancia puede pedirle lo mismo a los candidatos? Es sólo una cuestión de madurez ciudadana. Entonces, brindaremos por Zacazonapan y por el Estado de México para que en la borrachera electoral no surjan compromisos no financiables que hagan quedar mal parado al candidato que resulte ganador.

Profesor de Posgrado de la Facultad de Derecho de la Universidad Anáhuac del Norte

cmatutegonzalez@yahoo.com.mx

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