El deseo es un gran tema. Poetas, filósofos, psiquiatras, cineastas y una gran lista de pensadores se han ocupado de él. El impulso sexual también lo es. Médicos, investigadores y compañías farmacéuticas han escrito e investigado al respecto, mientras que los y las infieles han ejercido, como pueden y desde siempre, el deseo. Infieles y científicos concuerdan: En la vida, erotismo y libido son ingredientes fundamentales. No en balde se invierte en buscar fármacos para estimular el sexo; no por serendipia los 30 millones de usuarios de la web Ashley Madison buscaban aventuras extramatrimoniales.

La libido es un universo inmenso. Lo viven hombres y mujeres; lo saben y usufructúan los implicados en crear moléculas químicas específicas. Viagra, la píldora azul, del laboratorio Pfizer, en venta desde 1998, para la disfunción erectil. Priligy (2009), del laboratorio Menarini, para revertir la eyaculación precoz. La novedad es la flibanserina (Addyl en el mercado), aprobada en agosto 2015 por la madre de todas los permisos farmacéuticos, la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (en inglés Food and Drug Administration, FDA), para tratar a mujeres víctimas del pomposamente denominado trastorno de deseo sexual hipoactivo en mujeres premenopáusicas (TDSH).

Aunque no todos los médicos aceptan la existencia de esta entidad, quienes la estudian o la tratan, definen el TDSH como “la ausencia reiterada y persistente de fantasías sexuales o interés para realizar alguna actividad sexual”. El TDSH engloba una combinación de “falta de interés/excitación sexual de al menos seis meses de duración, que causa angustia significativa y que no se explica por otros problemas de salud”. Las mujeres afectadas, de acuerdo a los defensores de la entidad, padecen angustia, malestar y dificultad en las relaciones interpersonales.

La flibanserina actúa, al igual que otros antidepresivos, sobre varios neurotransmisores del cerebro. Además de aumentar la producción de dopamina y norepinefrina, sustancias que producen sensación de bienestar, y disminuye la producción de serotonina —la serotonina reduce el deseo sexual.

En 2010 y 2013, la FDA no aceptó la comercialización de la flibanserina al considerar que su efectividad era muy baja cuando se comparaba con los efectos indeseables (somnolencia, fatiga, mareo, náuseas, e incluso pérdida de la conciencia). Además, a diferencia del Viagra y fármacos similares, que se usan, la mayoría de las ocasiones, poco tiempo antes del acto sexual, la flibanserina debe tomarse diariamente y durante “mucho tiempo”: el deseo sexual empieza a manifestarse a las seis semanas.

A las reticencias de la FDA se suman las advertencias de Leonore Tiefer, experta en temas de sexología. En 2006, Tiefer, al referirse a la entidad denominada Disease mongering (invención de enfermedades) acusaba a la industria farmacéutica, a revistas científicas, a periodistas especializados en ciencia, a los medios de comunicación y a profesionales de la salud de crear y promover la enfermedad “disfunción sexual femenina” como parte de la industria encargada de medicalizar la vida. Medicalizar la sexualidad es negocio redondo. Cuando el Viagra se lanzó al mercado, uno de los argumentos fundamentales era que el 70% de los hombres mayores de 50 años sufría disfunción sexual; los promotores de Priligy aseguraban el éxito de su molécula dado que el 30% de la población sufría eyaculación precoz. Con respecto a la frecuencia del “desorden de deseo sexual hipoactivo”, las cifras varían entre 10 y 20%.

Viagra, Priligy y Addyl componen una tríada interesante: sus moléculas ayudan a sostener la erección, a retrasar la eyaculación y a excitar a mujeres carentes de deseo sexual. El abanico farmacéutico es inteligente. Falta, pero sin duda llegará, un nuevo compuesto diseñado para estimular al sexo masculino en el hasta ahora no descrito trastorno de deseo sexual hipoactivo en hombres pre y post andropáusicos (la industria farmacéutica y sus aliados no perdonan). Falta también creer lo que dicen los vendedores de Addyl. Antes de medicalizar a la mujer, el médico y la interesada deben hurgar en las razones que explican la ausencia de deseo sexual: depresión, violencia, mala relación con la pareja, compañero eyaculador precoz y ambiente inadecuado son algunas razones.

Notas insomnes. Leonore Tiefer, al referirse a la flibanserina: “Esto no es más que una mezcla de política, ciencia y dinero”.

Médico

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses