Hace unos días salió una nueva encuesta sobre las percepciones que tienen los estadounidenses sobre México y los resultados son más que preocupantes. La encuesta, titulada La marca de México en EU y realizada por las empresas texanas Vianovo y GSD&M, sugiere que los estadounidenses, en su mayoría, tienen poco conocimiento sobre México y poca apreciación de la importancia de los vecinos para su vida diaria.

De los encuestados, 42% ha visitado México y 38% reconoce tener familiares, amigos o colegas nacidos en México, lo cual habla de cierto contacto directo con el país vecino. Pero sólo 33% manifiesta una opinión favorable hacia México (versus 45% desfavorable) y 65% cree que el país es peligroso e inestable. 22% de los entrevistados indican que México es un buen vecino y socio, versus 54% que cree que es una fuente de problemas para su país. Según la encuesta, dominan imágenes de violencia, corrupción y subdesarrollo en el imaginario estadounidense sobre México, aunque también hay algunas imágenes culturales positivas.

Lo primero que es evidente es que las percepciones que los estadounidenses tienen sobre México no distan de las que tienen los mexicanos sobre su país, ya que encuestas nacionales también muestran preocupaciones justo en estos mismos temas de corrupción, violencia y falta de oportunidades económicas. Pero en el caso nacional, los mexicanos tienen, en general, una percepción más matizada y compleja sobre su país, mientras los vecinos tienen una percepción un tanto caricaturizada y estática.

En migración indocumentada, por ejemplo, 56% de los encuestados cree que se está incrementado el flujo hacia EU, a pesar de que van ocho años en que hay muy poca migración mexicana hacia el país vecino (y cada vez más de estadounidenses a México). Si bien las percepciones tienen base en la realidad, también se acentúan por la falta de información adecuada.

Otro dato clave es que hay fuertes sesgos ideológicos en las percepciones. Los encuestados que se identifican como “liberales” (más afines al Partido Demócrata) son más propensos a tener una percepción positiva sobre México que los que se identifican como “conservadores” (más afines al Partido Republicano). Esto sugiere que el debate republicano contra la inmigración, sobre todo este año electoral en que el candidato ganador habla de construir un muro en la frontera, ha tenido un impacto en la visión de los estadounidenses más conservadores.

Si acaso hay noticias positivas en esta encuesta —y no hay muchas— una sería que se empatan los que creen que la relación económica con México beneficia a Estados Unidos con los que se oponen a ella (35% versus 37%). No es un resultado alentador pero muestra que hay cierto reconocimiento de la interdependencia económica, por lo menos en un sector estadounidense.

¿Qué se puede hacer con estos resultados? Se necesitan más encuestas para saber si son una fiel reflexión de las percepciones estadounidenses hacia México, pero no dudo que reflejan una tendencia preocupante y real. Si aceptamos que los dos países están cada vez más entrelazados económica y socialmente, sí importa ir revirtiendo las percepciones erróneas que se tienen sobre México al otro lado de la frontera. De no hacerlo, afectaría no sólo a los connacionales que viven en Estados Unidos, sino a las posibilidades de ahondar en la cooperación binacional sobre temas económicos, sociales y de seguridad.

Pero no es fácil, porque las percepciones están ancladas en realidades que también perciben los mexicanos. El cambio profundo en la imagen del país tendrá que venir de esfuerzos ciudadanos y políticos para hacer frente a la corrupción y a la falta de Estado de derecho y desarrollo equitativo.

Sin embargo, también es cierto que las percepciones que tienen muchos norteamericanos sobre México están tergiversadas y son exageradas, y ahí sí hay oportunidades para generar cambios en la narrativa. La mayoría de los estadounidenses aún tiene poco conocimiento sobre la interdependencia de su economía con la mexicana y las aportaciones de la décima parte de la población estadounidense que es de ascendencia mexicana. Tampoco tiene información sobre los esfuerzos que existen en México, muchos de ellos emanados de la sociedad, para construir un Estado de derecho, hacer frente a la corrupción y erigir una economía de innovación.

Contar estas historias no cambiaría las percepciones de todo, pero sí ayudaría a hacer frente a un problema de percepción que mina la relación bilateral desde el otro lado de la frontera.

Vicepresidente ejecutivo del Centro Woodrow Wilson

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