El fin de año presenta un problema agudo para articulistas, columnistas y demás opinadores. Tras el 15 de diciembre, la República cae en silencio profundo: los políticos dejan de pararse frente a los micrófonos, el Congreso cierra para un “merecido” descanso, las dependencias públicas reducen la actividad a su mínima expresión. Nada de anuncios, nada de controversias. Nada de interés inmediato que amerite una sesuda opinión.

Sin embargo, el mundo no para y, sea cual sea la época, alguien debe llenar las páginas y las pantallas de los medios. Y los opinadores somos parte de ese alguien. Ni modo, aún en medio del carnaval decembrino, hay que cubrir una cuota de palabras.

¿Pero de qué escribir cuando el país está en coma informativo? Van aquí unas sugerencias:

1. Una primera posibilidad es escribir, como si fuera marzo, sobre la obsesión temática favorita: la tasa de homicidio, las elecciones, la guerra en Siria, etc. Si se escoge esta alternativa, pocos van a leer el artículo y nadie lo va a comentar, pero al menos se tiene la satisfacción del deber cumplido.

2. Una segunda ruta es hacer el recuento del año que termina. Esta opción tiene la ventaja de que el texto puede quedar listo antes del 15 de diciembre (salvo excepciones, no va a pasar nada después). Tiene la desventaja de que se entra en competencia con 200 listas similares publicadas en todos los medios.

3. Otra ruta, hermanada a la anterior, es hacer una lista de predicciones para el año que inicia. Ventajas y desventajas similares a las del punto anterior. Nota: si se escoge esta vía, es recomendable usar lenguaje prodigiosamente ambiguo (algo así como “en 2016, se mantendrá el proceso gradual de redefinición de prioridades de los agentes económicos”), para que luego no digan que uno dijo que iba a pasar lo contrario de lo que pasó.

4. Si el turno de publicar toca antes del 25 de diciembre, se puede escribir una columna con tema navideño, en cualquiera de las siguientes modalidades: a) sociológica (una crítica despiadada del consumismo navideño), b) histórica (una exploración sobre los orígenes paganos de la Navidad), o c) nostálgica (una crónica sobre las navidades de ayer, cuando el abuelo, tras los romeritos y con algunos rompopes en el cuerpo, contaba sus aventuras al lado de Pancho Villa).

5. Salir de vacaciones ofrece varias alternativas para el opinador en busca de tema. Se puede, por ejemplo, hacer una reseña de las maravillas arquitectónicas, paisajísticas o gastronómicas que uno tiene la oportunidad de disfrutar (y el lector no). También es posible hacer algún apunte sobre el tema del momento en el destino visitado, haciendo la comparación de rigor con la realidad mexicana (p.e., los desafíos de Rajoy son igualitos, pero distintos a los de Peña Nieto). Por último, se puede intentar alguna viñeta sociológica, surgida de la interacción con los locales (p.e., la opinión de un taxista neoyorquino sobre Donald Trump).

6. Otra ruta socorrida son las recomendaciones de libros. Aquí caben dos posibilidades: a) lo mejor del año que cierra, o b) una lista idiosincrática sacada de la mente del opinador (o de Amazon.com). En esta alternativa, es útil pero no indispensable leer previamente los libros recomendados. También se puede optar por sugerir películas o series. De nuevo, es preferible haber visto antes lo recomendado (para evitar reclamos posteriores por algún churro infumable).

Por último, si ninguna de las alternativas previas resulta atractiva, siempre es posible escribir una columna sobre cómo escribir columnas de fin de año. No gana uno mucho público, pero al menos se lleva uno puntos por originalidad (supongo).

Feliz año nuevo.

Analista de seguridad.

@ahope71

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses