La izquierda mexicana enfrenta una de las más profundas divisiones, por los partidos y fracciones forjados bajo esta ideología, pero sobre todo por la forma de abordar la realidad y construir propuestas para revertir el deterioro institucional y social que se padece en gran parte del país.

Hoy cada una de las expresiones políticas de la izquierda tienen fuerza y representación propia, sin embargo, el resultado de las pasadas elecciones demuestra que cada una de ellas, por sí sola, está lejos de alcanzar la representatividad e impulso necesarios para lograr un cambio de régimen, un cambio de sistema, de ser una opción viable para ganar la Presidencia. Esto se debe a que la fortaleza de la izquierda, desde siempre, ha sido la unidad.

La primera vez que se convirtió en opción fue precisamente a raíz de un gran movimiento de unidad encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, que llevó en 1987 a impulsar la candidatura a la Presidencia de la República del ingeniero Cárdenas, arropado por el entonces Partido Auténtico de la Revolución Democrática (PARM), pero logrando sumar también otros como el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, el Social Demócrata, el Popular Socialista, así como al Partido Mexicano Socialista, cuyo candidato era Heberto Castillo.

Después del fraude presidencial de 1988, se consolidaría la unión de los partidos de izquierda, que hasta entonces no habían logrado mayor representación; así fue como el Partido Mexicano Socialista cede su registro para conformar el Partido de la Revolución Democrática, logrando además la adhesión de diversos partidos y movimientos como fueron: el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), el Partido Popular Revolucionario (PPR), el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), y la Unión de la Izquierda Comunista (UIC), entre muchos otras organizaciones.

Cuantas veces sea necesario debemos recordar nuestros orígenes como partido. No podemos olvidar que el PRD es el fruto de la unión de muchos institutos políticos y movimientos que lograron, en torno a un proyecto de país, superar sus diferencias y trabajar unidos para lograr una verdadera transformación. La ciudad de México, sin duda, es el mejor ejemplo de lo que se alcanzó con este movimiento que inició en aquel año de 1987.

El próximo domingo el partido renovará su dirigencia nacional, lo cual representa una oportunidad para retomar el camino, para recordar la historia en la cual está forjado. Hoy, la izquierda se encuentra dividida, hoy se habla de las izquierdas como si cada una persiguiera fines distintos, como si lucharan por diferentes objetivos.

La renovación del partido no implica tan solo un cambio de nombres en la dirigencia; es necesario generar un cambio profundo en la conducción, en el posicionamiento y en la comunicación con los ciudadanos.

Este fin de semana el PRD define su rumbo y, en gran parte, el futuro de la izquierda en el país, pues sin duda somos la fuerza más representativa a nivel nacional. Seamos autocríticos para que estemos a la altura del reto de construir una opción de país en la que quepamos todos, en la que prevalezca la justicia y la equidad sea una realidad.

La división de las izquierdas debilita a los partidos que la representan y fortalece a los adversarios. Si en verdad queremos seguir siendo opción para el futuro, la unidad es el único camino. Tengo la certeza de que sabremos enfrentar en unidad esta coyuntura.

Nuestro compromiso debe ir más allá de las elecciones. Nuestro proyecto es para que la gente viva mejor y que los mexicanos convivan en una sociedad más igualitaria.

Secretaria de Educación del Distrito Federal.

@Ale_BarralesM

www.alejandrabarrales.org.mx

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