Una guerra de acusaciones sobre el origen del coronavirus ha estallado entre Estados Unidos y China , pero resulta evidente que la administración Trump decidió culpar a la potencia asiática para ocultar su histórico fracaso ante , así como prepararse a una creciente rivalidad estratégica y la campaña electoral .

Redoblando su apuesta por la política de culpar a Beijing , ya anunciada en abril con sus referencias al “ virus chino ”, el presidente estadounidense Donald Trump escogió el Monumento a Lincoln en Washington como escenario de su diatriba contra China el domingo, durante una entrevista de televisión. “Ellos dejaron que esto fuera a nuestro país, dejaron que fuera a otros países”, sostuvo.

“Dijeron ‘hey, miren, esto tendrá un enorme impacto en China y podríamos dejar también que el resto del mundo’” se infecte, afirmó Trump. El lunes, prosiguió su ofensiva verbal declarando a que “pasaron cosas malas, hay que enfrentarlo. No lo hicieron a propósito. Pero salió”.

Horas antes, Mike Pompeo , secretario de Estado , argumentó que “ China tiene un historial de contagiar al mundo y de operar laboratorios por debajo de las normas . No es la primera vez que tenemos el mundo expuesto a virus como resultado de fallas en un laboratorio chino ”.

Vale la pena recordar que durante una video reunión en marzo, los ministros de exteriores del G-7 rechazaron la presión de Pompeo para aludir a la enfermedad como el “ virus de Wuhan ”, en su declaración conjunta.

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Como se esperaba, la reacción de Beijing ha sido enérgica, al resaltar que Washington debe responder dónde se originó el virus en Estados Unidos y si falló en detectar su transmisión en una etapa inicial. Cui Tiankai , embajador chino en el país, enfatizó en una columna publicada en que “detrás de la mentalidad de ‘ culpar siempre a China ’ hay un tipo de política sucia, defendida por unas cuantas personas que desvían los reflectores por ganancias políticas”.

Cui agregó que “ Estados Unidos no saldrá victorioso de este escenario”, destacando que “cuando China tomó el paso decisivo de confinar Wuhan , los críticos lo desecharon como una práctica medieval que violaba derechos humanos; cuando aportó informes sobre la epidemia , tacharon los datos objetivos como desinformación y propaganda”.

Sin embargo, han sido los propios científicos y expertos de Estados Unidos quienes han desmentido la campaña mediática lanzada por la Casa Blanca , apoyada por aliados como Reino Unido y Australia .

Anthony Fauc

i, titular del Instituto Nacional para Males Infecciosos y Alergias , quien ha sido bloqueado por Trump para testificar en el Congreso, dijo a que “si ven la evolución del virus en los murciélagos y lo que existe ahora, apunta muy, muy fuertemente a que no podría haber sido manipulado de manera artificial o deliberada”.

“Todo acerca de la evolución gradual en el tiempo indica firmemente a que evolucionó en la naturaleza y saltó a las especies”, recalcó Fauci en su opinión, compartida por la Organización Mundial de la Salud , acusada por Trump de ser “ chino céntrica ” para suspender las cuotas de Estados Unidos .

Excluido de las reuniones

Por su parte, Rick Bright , quien trabajó como líder de programa en la Autoridad Biomédica de Investigación Avanzada y Desarrollo , advirtió a fines de enero que Estados Unidos enfrentaba una escasez crítica de cubrebocas quirúrgicos y que debía dar prioridad a la creación de una vacuna , sólo para ser excluido de las reuniones sobre el coronavirus .

Bright sostiene que fue finalmente despedido por pronunciarse en contra de los intentos del gobierno para impulsar un medicamento terapéutico sin probar ( hidroxicloroquina ) por los mismos funcionarios que, como veremos adelante, han jugado un oscuro papel en el área de la salud y la guerra biológica .

En un episodio que evoca las mentiras e invenciones sobre las “ armas de exterminio masivo ” de Irak , esparcidas para justificar la invasión del país árabe en 2003, un “ expediente científico ” compilado por la alianza de inteligencia de los “ cinco ojos ” ( Estados Unidos , Canadá , Reino Unido , Australia y Nueva Zelanda ) se ha filtrado, señalando la “ eliminación y destrucción de pruebas ” respecto al origen del coronavirus en China .

No obstante, fuentes del espionaje han denunciado la presión para respaldar esos alegatos sin base; en una declaración oficial, la Oficina del Director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos aseguró que “la comunidad de inteligencia también coincide con el amplio consenso científico en que el COVID-19 no fue hecho por el hombre o modificado genéticamente”.

Mientras que Trump anunció que su gobierno prepara “un reporte muy fuerte” sobre China , uno se pregunta si su propio país no necesita saber primero por qué Estados Unidos es devastado por el coronavirus , cuando su inteligencia militar advirtió en noviembre—un mes antes de que los médicos chinos detectaran un virus desconocido—que la epidemia en Wuhan podría ser un acontecimiento cataclísmico para ambas naciones.

Aún más, en contradicción con la demagogia de Pompeo en torno a “laboratorios por debajo de las normas”, instalaciones clave de guerra biológica de Estados Unidos arrastran una historia de controles de seguridad laxos y desorganización relacionada con los atentados con ántrax de 2001 aún sin aclarar que mataron a cinco estadounidenses y envenenaron a otros 17, tras los ataques terroristas en Nueva York y Washington .

En julio de 2019, el Instituto Militar de Investigación Médica de Males Infecciosos en Fort Detrick , Maryland , fue clausurado por los Centros para Control y Prevención de Enfermedades después de que se encontró que sus trabajadores “no mantenían un inventario preciso o actualizado” de toxinas y “fallaron en la vigilancia contra el acceso a agentes selectos sin autorización”.

¿Por qué es tan importante Fort Detrick en este contexto? Porque fue una parte crucial del ejercicio “ Invierno Oscuro ” de junio de 2001 que misteriosamente predijo no sólo los ataques con ántrax , sino también la respuesta inicial del gobierno a los mismos, que reaparecería en el simulacro “ Evento 201 ” de octubre pasado, pronosticando una pandemia global causada por un nuevo coronaviru s en vísperas de la epidemia en Wuhan .

Además, como reportó , Estados Unidos realizaría su propia serie de simulacros de pandemia , llamada “ Contagio Carmesí ” entre enero y agosto de 2019, para evaluar la capacidad de reacción del gobierno federal y 12 estados ante una pandemia de influenza originada en China .

Los líderes de “ Evento 201 ” y “ Contagio Carmesí ” no sólo tienen largos y profundos lazos con el Departamento de Defensa y la inteligencia estadounidenses; también estuvieron involucrados en “ Invierno Oscuro ”, destacó el reportaje.

Algunos de los mismos individuos, subrayó, jugaron asimismo un papel en la investigación “saboteada” de la FBI sobre los ataques con ántrax y ahora dirigen aspectos principales de la respuesta de Estados Unidos al coronavirus . Robert Kadlec , por ejemplo, “fue puesto a cargo recientemente de todos los esfuerzos del Departamento de Salud y Servicios Humanos ( HHS ), pese a que fue responsable directo de acciones innecesarias que infectaron a estadounidenses con el COVID-19 ”.

De acuerdo con Bright, Kadlec , secretario asistente para Preparación y Respuesta del HHS , “declinó coordinar reuniones de alto nivel a mediados de enero mientras el virus se propagaba en China , señalando que ‘no estaba seguro de que fuera el momento de urgencia sensible’”.

Bright añadió que Alex Azar , secretario del HHS , “fue de forma similar lento para actuar, convencido de que Estados Unidos podría evitar que el virus se propagara en su territorio”. Como Kadlec, Azar es un veterano de la investigación del ántrax del FBI y no obstante su falta de “consistencia, normas adecuadas y precisión” encontrada por la Oficina de la Contraloría General , aseveró el año pasado que estuvo “involucrado personalmente en gran parte del manejo de la respuesta [a los ataques con ántrax ] como consejero general del HHS ”.

Dados estos antecedentes y el riesgo de más muertes por la insistencia de la Casa Blanca y del sector empresarial en reabrir la economía de Estados Unidos —una medida que podría provocar 350,000 decesos adicionales por coronavirus para fines de junio, según la Universidad de Pennsylvania —no sorprende que Trump esté atacando a China .

El miércoles, un sondeo de resaltó que el ex vicepresidente Joe Biden tiene una ventaja de cuatro puntos sobre Trump de cara a la elección general de noviembre. A menos de seis meses del proceso, Biden , el presunto candidato demócrata, supera a Trump en estados indecisos cruciales, incluyendo Michigan , Pennsylvania y Wisconsin , tres de las entidades que dieron al magnate de los casinos la victoria hace cuatro años.

En cuanto a China , las crecientes disputas comerciales registradas entre ambos países desde la elección de Trump confirman que la tendencia seguirá más allá de quién sea el próximo huésped de la Casa Blanca .

Sumándose a las tensiones en el Mar del Sur de China , Taiwán y Hong Kong , un informe interno entregado al presidente chino Xi Jinping concluye que el sentimiento global antichino se halla en un nivel no visto desde la represión en la plaza Tiananmen en 1989 , y recomienda alistarse al peor escenario de un conflicto armado con Washington .

Una fuente con conocimiento del reporte, creado por el Instituto de Relaciones Internacionales Contemporáneas de China —afiliado al Ministerio de Seguridad del Estado —dijo a que es considerado por algunos en la comunidad de inteligencia china como su versión del “ Telegrama Novikov ”, el despacho del embajador soviético en Washington , Nikolai Novikov , que advirtió en 1946 sobre los peligros del expansionismo de Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial .

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