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El 68 fue para Octavio Paz el año axial no sólo de México sino del mundo. En octubre, tras conocer la noticia de la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, renunció a su puesto en la embajada de México en la India y tomó una decisión que ya acariciaba desde muchos años atrás: dejar de representar al Estado mexicano para tener libertad de pensamiento y de crítica.

Entre el 7 de noviembre de 1967 y el 8 de abril de 1970, Octavio Paz escribió y reflexionó en cartas y ensayos, sobre los jóvenes, las rebeliones estudiantiles y las libertades; su pensamiento político quedó en una copiosa correspondencia que sostuvo con intelectuales y amigos donde los movimientos estudiantiles del 68, y en especial el 2 de octubre, quedaron plasmados.

Esas cartas y ensayos que el historiador Ángel Gilberto Adame ha reunido en el libro Octavio Paz en 1968: el año axial (Taurus), dan cuenta del intercambio epistolar que Paz sostuvo con Carlos Fuentes –su principal interlocutor en esos años—, Arnaldo Orfila, Vicente Rojo, Juan Almela, Dore Ashton, Pere Gimferrer, Antonio Carrillo Flores, Lysander Kemp, Jean-Clarence Lambert, James Laughlin, Fernando Benítez, José Luis Martínez, Manuel Moreno Sánchez, Selden Rodman, Emir Rodríguez Monegal, Muriel Rukeyser y Charles Tomlinson.

Lo que revelan las cartas. Las misivas dejan ver los intereses pacianos, están ahí sus preocupaciones. La correspondencia que ronda el movimiento estudiantil de 1968 es la única forma de comunicación que tenía el autor de El laberinto de la soledad, pues ese tiempo coincidió con una huelga de información en la India, y los periódicos, el correo y el telégrafo no circulaban.

“Paz encuentra en la escritura de cartas una forma de saber sobre lo qué está pasando en el mundo y en consecuencia emitir sus opiniones; tenía una gran ventaja: llevaba años formando un grupo cultural de gente a la que él considera de su nivel, con la que puede no sólo expresar sus opiniones sino alimentarse de lo que le dicen los demás e ir formando juicios y criterios. Muchas de las cartas y textos que están aquí, después se plasmaron en obras imprescindibles de Paz”, afirma Adame.

El autor de Octavio Paz. El misterio de la vocación asegura que tanto en la vida personal como en la vida pública, Paz encuentra en 1968 cierta estabilidad. Es que la vida de Paz antes del 68 tiene muchos claroscuros, en algunos momentos roza en lo triste y en lo difícil, tanto en la vida sentimental, familiar como en la burocracia donde ha hecho carrera.

“Trabajar en el gobierno lo va sintiendo como una tenaza que lo va a ir haciendo reflexionar sobre dejar la burocracia”, dice Adame, quien ha hecho el prefacio y la compilación de medio centenar de cartas que tienen como motor los movimientos estudiantiles de 1968, pero también proyectos culturales y políticos que planeaba con varios amigos de aquellos años, como Carlos Fuentes, Arnaldo Orfila y Tomás Segovia.

Ángel Gilberto Adame, colaborador de EL UNIVERSAL, cuenta que obviamente sus amistades mutan, hay nombres que están en el libro y luego puede que no, hay nombres que no están y años después aparecen.

“Quizás el ejemplo más representativo de una amistad importantísima es la correspondencia Paz y Fuentes; Fuentes veía en Paz una especie de tutor intelectual y Paz le tenía en estas fechas la mayor confianza; el mayor diálogo es con Fuentes”, explica Adame, y detalla que la correspondencia con Fuentes empezó a fines de los 50 e incluso llegó hasta los 80.

En esas cartas de Paz con Fuentes salen planes de revistas, de obras de teatro, están hablando del 68 de lo que ya no se llegó a completar, de una especie de memoria fílmica histórica, hablan de tomar acciones en el Pen Club, ver cómo reaccionar contra todos los intelectuales orgánicos afines al régimen, los que no criticaron absolutamente nada sino que al contrario alabaron las acciones que tomó el gobierno mexicano en 1968, personajes —dice Adame— como Martín Luis Guzmán, que está clarísimo, o de una pasividad como Juan Rulfo “que estaba feliz viajando por todo México y Latinoamérica como un miembro más de la intelectualidad orgánica de Díaz Ordaz”, señala Adame.

La revista que no fue. Entre esas cartas está el plan de una revista de la que están hablando, es una revista en la que estaría Gabriel García Márquez y están buscando patrocinio con el ministro de Cultura de Francia. Adame asegura que en esas misivas queda claro que pretenden hacer una revista que tenga un eje latinoamericano que quizás sea el centro del eje París, Buenos Aires y México, un proyecto que también aparece en las cartas con Orfila; sin embargo todo eso ya no se hizo.

“Hay algo más todavía que intentan los dos: crear un partido político cuando regresan a México, que es otra historia por contar en la que está Heberto Castillo con ellos. Es decir, están hasta pensando en participar en la vida política. A fin de cuentas todas estas cosas están aquí, que quizás es el desencanto o la desilusión de Paz o el entendimiento de Paz de que el verdadero papel del intelectual está en el ejercicio libre de la crítica, lo hace fundar Plural, quizás con menores pretensiones de esa gran revista latinoamericana, pero sí con mayor independencia”, sostiene Ángel Gilberto Adame.

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