La diversidad de hallazgos y encontrados en los trabajos de investigación del han superado la expectativa de arqueólogos, los especialistas en materia, que han encontrado una rica fuente de información para conocer más detalles sobre la , sin embargo, dada la premura con la que han trabajado y con un proyecto gubernamental encima, las labores se apresuran y, en algunos casos, no se realizan los salvamentos arqueológicos en tiempo y forma, convirtiéndose así en procesos de rescate arqueológico, con el que existen diferencias.

Los arqueólogos que actualmente desempeñan las tareas de salvamento en El Tren Maya, que atraviesa cinco estados del territorio (Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo) encontraron hasta el 8 de diciembre, 600 mil fragmentos de cerámica antigua, 400 restos humanos, 900 cuevas y conductos que llevan a las profundidades del mundo maya enterrado, el cual será atravesado por un tren que pretende convertir al sureste de México en un extenso punto turístico para el mundo.

, director General de —institución encargada de realizar y supervisar los trabajos de salvamento y rescate arqueológico—, informó el 8 de diciembre que los trabajos de salvamento alrededor del tren “son la investigación arqueológica más amplia que se haya llevado a cabo en el área maya de México y en el área maya de Mesoamérica en toda la historia”.

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Tren Maya, de salvamento a rescate arqueológico
Tren Maya, de salvamento a rescate arqueológico

Sobre el equipo de investigación, Prieto informó que se encuentran en trabajo de campo 950 especialistas, de los cuales 50 son personal del INAH y alrededor de 900 son profesionistas contratados específicamente para la investigación. Especificó que son 450 arqueólogos y otros especialistas en antropología física, etnología, historia, biología, medio ambiente, topógrafos, restauradores y especialistas en fotografía y uso de dron.

Tres especialistas consultados por este diario coinciden en que el principal reto de la investigación arqueológica en el Tren Maya es el tiempo para concluir, dado que los hallazgos se contabilizan en grandes cantidades, por lo que se requiere más tiempo para hacer análisis y llegar a conclusiones. Además explican las diferencias que hay entre salvamento y rescate arqueológico. También se buscó a arqueólogos que trabajan en el Tren Maya, pero no hubo respuesta del INAH.

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 La disyuntiva

De acuerdo con las normatividades de la Ley Federal Sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas, específicamente en el Artículo 18, se establece que en toda obra, pública o privada, el INAH emitirá permisos correspondientes para que se pueda realizar la obra.

Es un requisito, de acuerdo con la ley, que antes de intervenir zonas que se tengan identificadas como históricas o patrimoniales para realizar una obra de infraestructura, así como construcción de edificios y viviendas, el INAH realice un dictamen para determinar que no habrá daño a dicho patrimonio histórico.

Tren Maya, de salvamento a rescate arqueológico
Tren Maya, de salvamento a rescate arqueológico

Foto: INAH

Este dictamen se trabaja a través de un proceso de salvamento arqueológico que, en palabras del arqueólogo Omar Espinosa Saavedra, egresado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), y quien ha participado y dirigido varios proyectos de salvamento en años recientes, consiste en un proyecto de investigación consolidado y determinado para dictaminar que en las zonas a construir no se dañe patrimonio. En los casos más extremos, apunta Espinosa, los proyectos pueden ser modificados si la zona es identificada como de alto valor patrimonial.

En la mayoría de los casos, cuando se detecta patrimonio histórico, se realizan las investigaciones correspondientes, se determina con la parte interesada en intervenir (ya sea una empresa constructora o el propio gobierno), el tiempo a trabajar en el salvamento, así como la o las piezas a recuperar, el personal y equipo necesario a utilizar, explica Espinosa.

En otras palabras, enfatiza el arqueólogo, a través de los salvamentos se pueden planear los ejes de acción en cada sitio a intervenir antes y después, es decir, “un salvamento arqueológico es un proyecto que se realiza en norma cuando las constructoras, privados, personas y en este caso gobierno, dan aviso de que van a modificar el subsuelo, ya sea una pequeña zanja para meter cables o tuberías, o un proyecto gubernamental, como el Tren Maya o una carretera”.

Por el contrario, la mayoría de los procesos de rescate, explica Juan Carlos Campos Varela, investigador del INAH, suceden cuando se construye sin dar aviso al INAH, en particular cuando se trabaja en obras de infraestructura menores como drenaje, ductos de gas o excavaciones para pozos. También puede suceder por causas naturales, como un sismo.

Tren Maya, de salvamento a rescate arqueológico
Tren Maya, de salvamento a rescate arqueológico

Foto: INAH

El apartado II de los Lineamientos para la investigación arqueológica en México especifica que, en un rescate arqueológico, los tiempos y los recursos, así como el alcance de la investigación, serán determinados por las propias condiciones del hallazgo, es decir, se tiene también la facultad de modificar o detener la obra.

Alberto López Wario, Investigador del INAH adscrito a la Dirección de Salvamento Arqueológico, participó en un proyecto de salvamento que logró cancelar el primero proyecto para la construcción de la Línea 8 del Metro en 1983, que pretendió atravesar por el Centro Histórico de la Ciudad de México. Debido a la amplia cantidad de vestigios históricos encontrados y a la presión ejercida por el INAH , la obra fue cancelada y modificada para salvaguardar los hallazgos.

Sobre el Tren Maya, López Wario expresó que el principal problema radica en el poco tiempo para investigar y en la falta de información de la zona. “Toda tarea de salvamento tiene presiones políticas y sociales, hay compromisos de los gobernantes para terminar a tiempo y la sociedad, tienes que conocer la zona, tiempos, contextos y tener el personal adecuado para hacer las cosas de forma idónea, debido a las presiones políticas no siempre es así”.

Para los arqueólogos, existen confusiones en el uso indiscriminado de salvamento y rescate en el Tren Maya por parte del gobierno y los medios de comunicación, debido a que el proyecto está atravesado por intereses económicos y políticos.

“En Tren Maya, lo que planteó al inicio fue un salvamento, pero es posible que las cosas se estén haciendo como un rescate por la premura de los tiempos, aunque los salvamentos también son rápidos, insisto, no es una cuestión de voluntades o incapacidades del INAH, la cuestión es que no se cuentan con los apoyos de información y el tiempo, no se puede terminar una casa en dos días, aunque el gobierno o empresas diga que se puede terminar en uno”, subraya López Wario.

Campos Varela concluye que, además de todo el trabajo de salvamento en la zona del Tren Maya, lo fundamental es darle una continuidad a la investigación, y no sólo hacer un simple rescate de piezas que queden archivadas u olvidadas en bodegas del INAH. “El salvamento siempre es polémico porque implica trabajos de conservación a largo plazo, dinero, lo ideal es que los bienes encontrados sean exhibidos, pero eso implica manejos de recursos, aunque veo que el INAH intenta cumplir con la ley”.

“Antes de que la obra del Tren Maya arrancara se presentó un protocolo de investigación y planeación en los tramos, eso lo constituye como salvamento; sin embargo, están trabajando también en rescate debido a que, por la complejidad, se están reubicando líneas eléctricas, drenajes, incluso telefonía e Internet, eso obliga a cambiar los trazos originales y a realizar rescates”, explica Campos Varela.

Los especialistas concluyen que los salvamentos y rescates arqueológicos están atravesados por momentos y tiempos políticos, además de necesitar más recursos, tiempos y contratación de personal para llevar a cabo las tareas de forma científica y que puedan trascender a la historia de México. “Hay muchas cuestiones que resolver en un salvamento por cuestiones académicas, políticas, sociales y muchos otros factores; otra de las problemáticas son las condiciones laborales de los arqueólogos, que el INAH debe proteger más”, dice Campos Varela.

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