Un nuevo en las inmediaciones de es evidencia de que la zona del Valle de México fue habitada mucho antes de lo que se pensaba por los historiadores, especialmente antes de la fundación de Tenochtitlan en 1325.

Si bien la historia de la llegada del pueblo mexica al Valle de México cuenta con un número importante de fuentes históricas y arqueológicas, esta civilización no es la primera que habitó esta zona de forma organizada e importante.

Los arqueólogos Juan Carlos Campos Varela y Mara Abigail Becerra Amezcua dirigieron un proyecto de investigación arqueológico en las inmediaciones de la unidad habitacional de Nonoalco Tlatelolco, específicamente en un predio cercano a la unión de la avenida Ricardo Flores Magón con el Eje 1 Norte.

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Este salvamento arqueológico dio como resultado el hallazgo de una aldea de ocupación teotihuacana, probablemente fundada hace más de mil 400 años.

En entrevista conL, Campos Varela hizo hincapié en la antigüedad de esta aldea, lo que demuestra que en lo que fue la zona lacustre del Valle de México, muy cerca de donde los mexicas fundaron Tenochtitlan, existieron grupos organizados que se dedicaron a la caza, recolección y comercio con otros grupos y pueblos.

“Los análisis hechos hasta ahora nos arrojan que esta aldea se relacionaba con otros poblados antiguos del Valle de México, sobre todo en la zona de Azcapotzalco y de Tenayuca; también nos dejan ver que los asentamientos humanos en lo que es la Ciudad de México son mucho más antiguos de lo que se creía; muchos asocian la ocupación de los islotes de Tenochtitlan y de Tlatelolco con la fundación de esta zona, pero no. Hay evidencias de que los humanos están aquí desde épocas estables, hablamos de pueblos con organización desde hace más de 1400 años”, apuntó Campos Varela.

Aunque el hallazgo de Campos Varela y Becerra Amezcua es de alta relevancia para nuevas interpretaciones de la historia prehispánica, especialmente para la zona central de la Ciudad de México, la idea de una aldea teotihuacana en la zona arqueológica de Tlatelolco ya había sido advertida por el arqueólogo Francisco González Rul, quien en 1988 publicó el libro titulado La cerámica en Tlatelolco, donde describió algunas piezas arqueológicas con características teotihuacanas halladas durante la construcción del conjunto urbano Nonoalco Tlatelolco, en la década de los 60.

“El arqueólogo González Rul realizó tres pozos de sondeo a lo largo de la banqueta Ricardo Flores Magón con el objetivo de estudiar la zona, sin embargo, fueron unos trabajadores que estaban construyendo el edificio Ignacio Ramírez quienes le dieron a González Rul un costal que contenía material arqueológico, el cual fue sacado de su contexto original. Tiempo después de analizar esos restos y los de los pozos, se dio cuenta de que eran teotihuacanos”, detalló Campos Varela.

El arqueólogo también explicó que el hallazgo de estos materiales por parte de los trabajadores fue por casualidad, ya que en ese momento no se trabajó algún proyecto de investigación encaminado a estudiar la posibilidad de una aldea teotihuacana en lo que fue la ciudad de Tlatelolco, la cual fue fundada en 1337 por los tlatlelolcas, un grupo mexica que se separó de los fundadores de Tenochtitlan.

“González Rul planteó que se trataba de una aldea de pescadores o recolectores, que tenían como base de subsistencia el autoconsumo y el aprovechamiento de los recursos lacustres del lago de Texcoco, durante el periodo Clásico”, puntualizó el arqueólogo.

Restos de una aldea

Aunque el antecedente de un posible pueblo o “tlatel” teotihuacano ya estaba planteado desde hace más de medio siglo, fue hasta junio pasado que esa hipótesis se pudo comprobar.

El equipo de Campos Varela halló pisos, apisonados, restos humanos, cerámica doméstica y otros restos que permiten ver la existencia de un asentamiento humano en la zona de Tlatelolco con una antigüedad de casi mil 400 años.

“Es importante señalar que es probable que estos pisos y apisonados continúan hasta la colonia Guerrero, más cerca de la zona centro; otra evidencia fuerte también fueron los entierros debajo de estos pisos, hallamos tres individuos colocados en posición de entierro muy parecida a la utilizada por el pueblo de Teotihuacan”, detalló el arqueólogo.

Campos Varela explicó que el hallazgo de los restos óseos habla de una población permanente de la época Xolalpan Tardío y Metepec, periodos ubicados entre los años 450 a 650 de nuestra era.

“Con respecto a la fundación de Tenochtitlan, sabemos que ya casi se cumplen 700 años, pero hablamos sólo de ese hecho, lo importante aquí es que este asentamiento tiene, posiblemente, más de mil 300 años, no perdamos eso de vista”, destacó el arqueólogo.

La relevancia de esta nueva información fue retomada en días recientes por el arqueólogo y director del Proyecto Templo Mayor, Leonardo López Luján.

En su cuenta de Twitter, el especialista escribió que “La ciudad no tiene 700 años. Nuevas evidencias de que son muchísimos más”, y compartió la información del hallazgo de Juan Carlos Campos Varela recuperada por un diario local.

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Otro punto relevante de este descubrimiento son las piezas halladas, que permiten deducir que ese asentamiento con más de mil 300 años de antigüedad formó parte de un proceso conocido por los arqueólogos como “ruralización”, en el que el poder estuvo concentrado en la ciudad principal, en es este caso, Teotihuacan.

“La ruralización es el establecimiento de pequeñas aldeas o pueblos que aprovechan el entorno natural inmediato, sin embargo, la mayoría de los pobladores migran a la ciudad principal; creemos que esta pequeña aldea tuvo relaciones importantes con los pueblos de Azcapotzalco y Tenayuca, que en esa época eran de los más representativos, además de Teotihuacan”, explicó Campos Varela.

El arqueólogo dijo que es posible que este pueblo sirviera como un puesto satelital de Teotihuacan, es decir, un punto que los teotihuacanos usaron como base para comerciar con otros pueblos al sur del Valle México, especialmente con poblados de Morelos y algunas más alejadas del área maya.

Sobre los vestigios hallados, el arqueólogo describió que, durante las excavaciones, salieron piezas como cajetes, bases anulares, vasos cilíndricos, objetos de piedra verde y piedras de concha, así somo figurillas asociadas a la cultura teotihuacana.

De los entierros, el especialista detalló que éstos pertenecieron a un niño de máximo dos años y a otro individuo adulto con rasgos de artritis (ambos con elementos de ofrenda), y un individuo enterrado con una piedra verde y una placa de concha en la boca.

“Estos entierros con ofrendas alrededor nos demuestran que los sujetos tuvieron algún tipo de estatus en la comunidad, posiblemente fueran líderes; también sabemos que los teotihuacanos enterraban a sus muertos debajo de las habitaciones, un rasgo que aquí también pudimos ver, además de la postura en la que fueron colocados, también compatible con las posturas funeraria teotihuacanas”, detalló.

Algunos elementos mexicas también salieron durante la investigación, tal es el caso de dos figurillas, una decapitada y otra de un individuo sentado en una silla. Es probable que las piezas daten de entre 1440 y 1521.

Campos Varela explicó que la excavación arqueológica llegó su fin hace un mes, pero que los análisis de los vestigios encontrados siguen su curso. También coincidió con López Luján al decir que los asentamientos en la Ciudad de México son más antiguos de los que se creía. “Muchos asocian el establecimiento de Tenochtitlan con la fundación de una ciudad, pero no, hay evidencia de pueblos humanos de más de mil 400 años”, concluyó”.

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