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“¿Dónde van a vivir siete mil familias de la burocracia cultural?”, “¿qué va a pasar con los edificios que se dejan en la Ciudad de México?”, “¿van a traer Bellas Artes a Tlaxcala?, “qué vías de transporte habrá?”, “¿dónde estará la Secretaría de Cultura: en Tlaxcala o hasta Apizaquito?” Esas preguntas se oyen aquí cuando se habla de la propuesta de Andrés Manuel López Obrador de que, en caso de ganar la Presidencia de la República, descentralizaría las secretarías de la Federación, y que la de Cultura se trasladaría a Tlaxcala.

Para algunos creadores de esta entidad sería la oportunidad de que la cultura del estado, ubicado tan sólo a 119 kilómetros de la Ciudad de México —dos horas de autopista— se diera a conocer con toda su diversidad, para que sus artistas alcanzaran mayor difusión nacional e internacional, e incluso para que se rompiera con antiguas etiquetas contra los tlaxcaltecas. Hay quienes ven oportunidades de empleo; otros temen que lo local se vea desdibujado por lo federal o que la burocracia se multiplique.

Tlaxcala capital, Apizaco, Apizaquito, Tlaxco y Huamantla —éstos dos últimos, pueblos mágicos— son sede de los más importantes museos y centros y culturales de la entidad. Es el estado más pequeño del país, y moverse entre esas poblaciones es relativamente fácil: son 20 minutos entre Tlaxcala y Apizaco, por ejemplo.

En la entidad, que tiene 60 municipios, existen alrededor de 20 museos —seis son administrados por el Instituto Tlaxcalteca de la Cultura (ITC) que cuenta con 12 centros culturales—; hay 139 bibliotecas públicas y Educal tiene dos librerías. Los espacios culturales más relevantes y visitados son la zona arqueológica de Cacaxtla —a media hora de la capital estatal—; el Museo Nacional del Títere —que tiene la colección de Rosete Aranda y que recibe alrededor de 45 mil visitantes al año—; el Museo de Arte de Tlaxcala —que guarda siete obras tempranas de Frida Kahlo y que alcanza cerca de 25 mil visitantes—. La capital tiene también el teatro centenario Xicohténcat; otro de sus atractivos son los murales en el palacio de gobierno, de Desiderio Hernández, a los que el sismo causó pequeñas afectaciones que ya son atentidas.

Voces divididas. Isolda Dosamantes, escritora y directora de la galería Casa de la Nube, quien reconoce como un problema local la formación de nuevos públicos, opina sobre la propuesta: “Tlaxcala es un estado muy burocrático. Es traer más burocracia ¿Quién se va a venir? ¡No se va a venir el Palacio de Bellas Artes!”

“La gente está emocionada porque piensa que aquí va a estar el centro cultural de la Nación, pero no sé que tantos beneficios traerá –asegura el escultor y pintor Samuel Cuecuecha—. En infraestructura se necesitaría más, porque lo que vendría es burocracia, no es que vaya a crecer exponencialmente la cultura en Tlaxcala. Tal vez habrá nuevos empleos. Yo no creo que sería desarrollo para lo que me interesa que es la cultura, sino desarrollo burocrático”.

Abel Benítez, artista visual, originario de la Ciudad de México y residente en Tlaxcala, ve positivo tener aquí la “capital cultural” por la importancia histórica y porque ha sido una entidad muy castigada que, todavía en los 80 en los libros de historia, se señalaba como un pueblo de traidor: “Si aquí llega la Secretaría, será simbólico. Le veo más pros que contras; será para bien, es cosa de acostumbrarse. La Ciudad de México está saturada y si se cumple ayudaría a Tlaxcala porque tiene riqueza cultural igual que Oaxaca, pero está totalmente descuidada e históricamente olvidada, como en una burbuja en el tiempo”.

El director de teatro Édgar Landeros cree que el traslado sería interesante pero advierte que Tlaxcala tiene problemas de infraestructura, por ejemplo, en sus carreteras. “Si se fuera la sede de la Secretaría de Cultura a Tlaxcala nos conviene porque es un estado que ha pasado desapercibido a nivel del turismo, pero es de mucha riqueza cultural; si se metiera reactivaría su economía. Habría que fortalecer los medios de comunicación porque se acabó el ferrocarril y habría que buscar alternativas de traslado entre los estados….

La experiencia local. La ciudad de Tlaxcala vive hoy una historia que podría ser espejo de lo que viviría el país en caso de que Morena llegue a la Presidencia y de que se concrete la propuesta de descentralización: la anterior administración gubernamental —del priísta Mariano González Zarur— sacó de esta ciudad varias oficinas de gobierno: a Apizaco se fueron los juzgados en el proyecto de la Ciudad Judicial, así como algunos hospitales; y a Apizaquito se llevaron las oficinas del Instituto Tlaxcalteca de la Cultura, en 2016, al nuevo Centro de las Artes. Aunque este Centro es un espacio con muy buenas instalaciones, no todos quedaron contentos con el traslado a Apizaquito, municipio ubicado en las afueras de Apizaco.

En el Centro de las Artes de Tlaxcala —antigua Fábrica de Hilados y Tejidos de San Luis— se encuentran además las escuelas de Artes del Estado de Tlaxcala y la de Música; cuenta con una caja negra para teatro, una sala de conciertos, áreas para talleres de gráfica y pintura, y de escultura, biblioteca, museo de sitio de la antigua fábrica y salones de danza. Sus espacios, restaurados por la Facultad de Arquitectura de la UNAM, brindan condiciones óptimas para el trabajo artístico, sin embargo, todavía tienen pocos estudiantes y público.

Ricardo Abdó Bejos, jefe de Extensión Cultural del ITC, habla del recinto: “Estamos entre 20 y 22 kilómetros de la ciudad de Tlaxcala. Sí, no es lo mismo para el que vive en Tlaxcala trasladarse a Apizaquito, pero no es tan difícil ni lejos, y además este espacio tiene posibilidades de crecer porque en el centro de la ciudad de Tlaxcala, este inmueble no hubiera podido crecer por la densidad de personas que tiene esa ciudad”.

Pero algunos artistas han resentido el traslado a Apizaquito, es el caso de Samuel Cuecuecha: “No estoy del todo satisfecho, son los costos de pasaje, el tiempo, lo complicado de llevar allá la obra. La gente a veces no asiste a un lugar que encuentran retirado, ha sido algo difícil. Además, creo que dejaron un poco desprotegido a Tlaxcala y los alrededores”.

Las antiguas oficinas del Instituto, en la ciudad de Tlaxcala, aún no tienen mayor uso, operan para talleres de arte. Para promover a los artistas de la entidad, se está diseñando el proyecto de un nuevo espacio en la capital; pero no está claro si iría a ese edificio: “Tendremos un espacio para que todos los artistas, de todas las disciplinas, puedan tener un lugar adecuado para que comercialicen sus obras; será la galería de los artistas tlaxcaltecas, fue un compromiso del gobernador”, dice en entrevista Juan Antonio González Necoechea, director del ITC.

Al preguntarle al funcionario sobre la propuesta del precandidato Andrés Manuel López Obrador, responde: “No tengo una opinión, lo que sí puedo dejar muy claro es que el acervo, la infraestructura, las capacidades, la red cultural de Tlaxcala es bien cimentada y funciona”.

Todavía no hay nada claro acerca de qué espacios ocuparían las dependencias de la Secretaría de Cultura, y cuánto personal se trasladaría a esa zona; con todo y que hay nuevos edificios, es evidente que se requerirán más instalaciones.

Los funcionarios de cultura del gobierno —de origen priísta— no hablan del tema. Sólo uno de ellos, off the record, se pregunta: “¿Dónde vivirán las siete mil familias de la burocracia cultural?”

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