yanet.aguilar@eluniversal.com.mx

El paso de Enrique Bátiz es más lento, su hablar cada vez más pausado, tanto que a veces las palabras se le escapan y luego, tras unos segundos, las atrapa y concluye la frase durante la plática en el camerino. Su cuerpo no reacciona con el mismo buen ánimo con el que minutos antes, la noche del domingo regresó al escenario como director huésped de la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata (Ojuem) de la UNAM.

El director que en febrero fue acusado de violación por la violinista suiza Silvia Crastan, indica que ese episodio ya ocupa un término secundario, pero impactó tremendamente su estado de salud, pues el Parkinson que padecía pasó a coreotetosis, enfermedad mortal que lo mantiene con salud delicada, pero que él, dice, combatirá porque no quiere morir.

“La verdad es que el episodio que todos conocen ha pasado a segundo término, se respeta mucho la voluntad de ella y la voluntad mía, ella así lo quiso, cerrar, y yo acepté y eso es algo inusitado. Yo creo que es muy bello de parte de ella. Aunque me han criticado de que debía yo de haber luchado; no, porque si se ofrece la paz hay que tomarla. Porque yo no puedo andar con un hacha a la defensiva, ¿defensiva de qué?, son puntos de vista, simplemente, distintos”, dice en entrevista en su camerino de la Sala Nezahualcóyotl.

La noche del domingo, Bátiz regresó al escenario con un concierto en el que recibió grandes muestras de afecto y reconocimiento a su trayectoria, y donde él, con voz quebrada por la emoción, señaló: “Quiero agradecer a todos”. Ante el largo aplauso, los bravos y hasta un grito de “te queremos Bátiz”, el director de orquesta se llevó varias veces las manos sobre el pecho, hizo varias reverencias y se despidió con los brazos en alto.

El ánimo no lo abandona. “Es la primera vez que doy un concierto en público en este año y doy gracias a Dios de que la enfermedad que padezco no me llevó a la tumba todavía. Estoy muy delicado. Que no he muerto todavía y que todavía puedo tener músicos que quieren hacer música y que tocan bien”. Se le nota la felicidad de volver a estar al frente de una orquesta, de emprender nuevos proyectos.

“Estoy trabajando en la Orquesta de Chimalhuacán, voy lunes, martes y jueves. Estamos preparando las nueve sinfonías completas de Beethoven”, dice Bátiz, quien hace casi cuatro meses tomó la Orquesta Sinfónica de Chimalhuacán Independencia que ha conseguido cinco fechas para presentar en la Sala Nezalhualcóyotl el ciclo completo de Beethoven.

“Mi estado de salud empeora pero voy a dar la batalla para que no me lleve tan rápido; este concierto me animó mucho porque ya no hubo expresiones desagradables ni marchas, eso marca un respiro en mi vida. La Orquesta de Chimalhuacán es una orquesta de marginados, como yo, yo soy un marginado y por eso se me quebró la voz el día de hoy”, cuenta el director.

Enrique Bátiz dice que no es una orquesta profesional, son músicos que no han tenido acceso a mejores orquestas, pero asegura que a la Sinfónica de Chimalhuacán va a hacerla tan buena como la Ojuem, agrupación con la que preparó la Sinfonía no. 41 en do mayor, K551, Júpiter, de Mozart y Sinfonía no. 8 en Sol mayor, op. 88 de Dvorác.

El director de orquesta de 76 años está decidido a darle la batalla a la coreotetosis, una enfermedad que describe como: “Mortal, no perdona, ya ven que camino con dificultad. Vamos a ver por cuánto tiempo aguanto”, dice tras el concierto, unos minutos después de dejar el escenario emocionado por la recepción del público, algunos incluso se pusieron de pie.

Hoy, Bátiz se enfoca en su nuevo proyecto con la orquesta de Chimalhuacán, el municipio mexiquense al que va los lunes, martes y jueves para ensayar con los más de 60 músicos que conforman la agrupación y que tienen entre 18 y 45 años. Con ellos volverá a la Sala Nezahualcóyotl los días 5 y 6 de noviembre, y 3, 4 y 10 de diciembre para interpretar las nueve sinfonías de Beethoven.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses