Como una diva que no merecía caer en el olvido fue recordada anoche Esperanza Iris (1884-1962), durante la presentación del libro “Esperanza Iris. La última reina de la opereta en México”, realizada en el teatro que la artista erigiera hace un siglo y el cual conserva su nombre.

El trabajo de Silvia Cherem rescata del olvido a la cantante que hizo época y a la empresaria mexicana que edificó el icónico Teatro de la Ciudad, uno de los más bellos y emblemáticos inmuebles del Centro Histórico de la Ciudad de México.

Un personaje que creó escuela artística, pero que, en la intimidad, creyó que sin un hombre a su lado carecía de valor, y que, hasta su muerte, en 1962, padeció el peso de sus temibles decisiones en ese terreno.

De cara al centenario del Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, a celebrarse en el 2018, fue comentada esta historia negra que recuperó Cherem basada en archivos de la época.

“Al leer el libro de Cherem, me di cuenta de que el amor es ciego y todo esto que le pasa a Esperanza Iris en su vida, esta cerrazón por no querer ver la realidad es una fuente inspiradora y frustrante al mismo tiempo”, dijo Francisco Martín Moreno.

Martín Moreno hico énfasis en la vida de la también vedette mexicana, al señalar que Esperanza estaba más enamorada del amor que de Paco.

Sandra Lorenzano se adentró en la historia del Teatro Esperanza Iris, recinto por el que desfilaron figuras de la talla del tenor Enrico Caruso , la bailarina Anna Pavlova y al pianista Arthur Rubinstein .

“Un espacio creado a partir del sueño, generoso y obstinado de una mujer: la última reina de la opereta en México, la reina de la gracia, María de las Ángeles Estrella Bofill Ferrer, a quien le gustaba le dijeran Esperanza, porque según sus propias palabras, así se refería ellas misma cuando juagaba a las comadritas”, recordó Lorenzano.

El Teatro Esperanza Iris fue inaugurado en 1918 con la presencia del presidente Venustiano Carranza y, a partir de entonces, su foro recibió a los grandes, antes inclusive los que llegaran a Nueva York.

Su condena fue su tercer marido, el barítono Paco Sierra, más de 20 años menor que ella, quien el 24 de septiembre de 1952 tuvo la osadía, la temible ocurrencia, de poner una bomba en un avión de Mexicana de Aviación con ruta Ciudad de México-Oaxaca.

Por fortuna, a Sierra y a su socio Emilio Arellano Schtelige, todo les salió mal: la bomba explotó en el aire, pero no mató a los pasajeros. El piloto, un veterano del Escuadrón 201, logró aterrizar el avión, con todo y boquete, en la pista de Santa Lucía, un aeropuerto militar en construcción.

Sierra fue aprehendido, sometido a un juicio de amplio espectro mediático y, al final, cumplió su condena. La víctima de ese atentado, sin embargo, fue Esperanza Iris. Hasta el final de sus días abogó por su marido como una madre que defiende a su hijo.

Fue este bombazo, lo que detonó que Cherem se interesará en el tema, que en principio consideró un reportaje, pero cuya historia da vida a su primera novela, que lleva el nombre de la última reina de la opereta en México, a quien el crimen de su esposo le cambió la vida.

El proceso creativo de este libro llevó cinco años de investigación y de estos dos de escritura, periodo en el que Cherem vivió bajo la piel de Esperanza Iris, a quien consideró no sólo como una cantante prodigio, sino también como una destacada empresaria.

El final para Esperanza Iris fue triste, pues de ser una diva aclamada por reyes, príncipes y presidentes, terminó en la soledad, cubierta por un halo de piedad y lástima, sin que nadie quisiera recibirla más.

nrv

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