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Para celebrar los 180 años de los lazos de amistad entre El Salvador y México, la embajada del país centroamericano organizó la noche del viernes una velada musical en el Alcázar del Castillo de Chapultepec.

La recién creada Orquesta de Salvadoreños residentes en México debutó con un concierto festivo que incluyó piezas de compositores de ambos países; un programa musical diseñado para reafirmar las relaciones diplomáticas que estas dos naciones iniciaron en 1838, cuando El Salvador se convirtió en país independiente.

Al principio del evento, el Embajador de la República de El Salvador en México, Edgar Ferman Palacios Bermúdez, dio la bienvenida al cuerpo diplomático de su país, a representantes de las embajadas de otros países y a sus invitados especiales, entre ellos el padre Alejandro Solalinde.

En su intervención, el Embajador destacó la larga e histórica relación entre los dos países, que “ha estado marcada por la cooperación, asistencia y hermandad de pueblos” y dijo: “Compartimos cultura e identidad en lo ancestral, en lo histórico”.

Recordó que “una de las primeras expresiones de esta relación” fue el nombramiento del primer cónsul en México, en junio de 1892, hace 126 años. Repasó diversos momentos históricos que han marcado la relación bilateral, como cuando a principios del siglo pasado el presidente Venustiano Carranza entregó al pueblo salvadoreño una estación telegráfica inalámbrica.

Después de las palabras del Embajador, la Orquesta de Salvadoreños residentes en México ofreció un concierto que incluyó piezas de reconocidos compositores de los dos países hasta nuevas propuestas de creadores salvadoreños. Bajo la batuta de la directora mexicana invitada, Lizzi Ceniceros, la agrupación conformada por salvadoreños que viven en diversos estados de México interpretó piezas como Sinfonieta en Re, de Domingo Santos, Danzón No. 2 de Arturo Márquez, Vals bajo el almendro, de David Granadino, considerado uno de los músicos salvadoreños más conocidos de América Central; Tren alegre, de Alberto Trejo Cabrera, y Huapango, de Pablo Moncayo.

De acuerdo con Alejandra Funes, la agrupación comenzó a tomar forma apenas este año, cuando empezó a contactar a músicos salvadoreños que residen en diversas partes del país. “Vi la necesidad que se tiene de divulgar, primeramente lo musical, propio del salvador, que muy poco se está haciendo, y también de compartir lo que estamos haciendo como músicos. Desde ahí surgió la idea y empecé a contactar a los músicos, ya somos 32, están en diferentes estados; hoy han venido de Xalapa, Guanajuato, Zacatecas, estamos regados por todo el país”, dijo la violonchelista.

Su idea, señaló, era ofrecer un concierto. “Fui a la Embajada, hablé con el Embajador, me dio su apoyo y logramos concretar”, comentó. Para dirigirlo invitó a la directora Lizzi Ceniceros, quien ha colaborado con el Sistema de Coros y Orquestas Juveniles de El Salvador.

La segunda parte del programa incluyó Popurrí tradicional de El Salvador, de Pancho Lara; Cielito Lindo y La Bamba de México; y Bendita Tierra, del salvadoreño Arquímedes Reyes, que cerró la velada.

Al final del recital, el embajador entregó reconocimientos a los músicos de la orquesta y a la directora invitada. En reciprocidad, la agrupación también le dio un reconocimiento.

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