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Helioflores, colaborador de EL UNIVERSAL, es considerado como uno de los caricaturistas más importantes del México contemporáneo. Recibió el Premio de Caricatura Gabriel Vargas, que tiene el objetivo de rendir homenaje a la trayectoria de distinguidos caricaturistas mexicanos y que fue creado por el gobierno de la Ciudad de México en 2016, año en el que fue otorgado a Eduardo del Río Rius.

El maestro de generaciones y cuatro veces ganador del Premio Nacional de Periodismo habla del país.

¿Cómo le ha caído este Premio?

De sorpresa. Estuve el año pasado en la premiación al maestro Rius. Nunca pasó por mi mente que el segundo iba a ser yo. Para mí es muy importante recibirlo porque lleva el nombre del maestro Vargas y porque el primero en recibirlo fue el maestro Rius; dos de mis grandes maestros en el sentido de que nos dieron lecciones sobre cómo debemos hacer las cosas.

¿Tiene contacto con los lectores?

Con los del periódico casi no. Hace poco empecé a hacer uso de las redes sociales y empecé a tuitear mis dibujos. Me ha sorprendido el movimiento, el interés, el mundo de las redes sociales y he descubierto un nuevo tipo de lector, que no es el mismo que el del periódico, son más jóvenes o están en más contacto con el autor. A través de eso, de las redes, me entero más cuando un cartón les gusta o no porque lo comentan directamente.

Con una larga trayectoria, ¿se logra entender el oficio?, ¿al país?

Más o menos, porque la caricatura todavía conserva el misterio de cómo resolverla. Es cierto que con los años y con la experiencia uno va encontrando maneras de afrontar ese reto y de resolver maneras de hacer la caricatura, eso ayuda mucho, la experiencia, el camino recorrido; pero llegar a un punto de decir: ‘ya entendí’, no me ha sucedido. Entiendo algo, un poquito. Es más, he entendido lo que está de más y lo que cuenta en una caricatura, qué cosa debemos subrayar y de qué cosa podemos prescindir. Y no hablo de la escenografía o del paisaje —muchos caricaturistas ya prescindimos de eso, ya no podemos una mesa, una sillita, un florero y un perrito— sino que el mismo dibujo puede ser más efectivo. Por ejemplo, si pinto una camisa, no me entretengo en ponerle cuadritos chiquitos y botones y la costura del botón y el dobladillo.

¿A quiénes considera como sus maestros?

Al maestro Rius, es el principal; al maestro Gabriel Vargas, también. He hecho muy poco historieta pero de todas maneras lo considero un maestro por su manera de dibujar, de relatar una historia, por cómo refleja un ambiente, que en su caso eran las vecindades de antes. Hay otros maestros que no son precisamente del campo de la caricatura y del dibujo, pero que así los considero, como a don Carlos Monsiváis, fue maestro por su manera de escribir y de pensar.

¿El humor es fundamental?

Sí, pero hay muchos tipos de humor. El humor se refleja en el mismo dibujo sin que uno plantee un chiste, el dibujo en sí puede tener humor. ¿Qué es el humor? No es necesariamente para producir una carcajada, si la producimos es bueno, pero creo que es infinita la variedad del humor. Pero hay una escala muy grande entre una carcajada y una meditación humorística. Casi siempre una frase humorística lo deja a uno pensando.

¿Cómo vislumbra el 2018?

Tendría dos opiniones. Como caricaturista creo que será perfecto, habrá muchos temas, mucha tela de donde cortar en época de elecciones y sobre todo con los partidos y los candidatos que hay, que de por sí muchos son caricaturescos. Por otro lado, como mexicano, me pregunto cómo es posible que se sigan repitiendo este tipo de elecciones para algo tan importante como la Presidencia, que los partidos sigan jugando el mismo juego, que los candidatos sigan repitiendo la misma demagogia, que sigan siendo los mismos discursos, las mismas cargadas, los mismos destapes; esto es una tragedia, es algo que no tiene mucho humor, uno quisiera que eso cambiara. Si lo veo como ciudadano, quisiera unas elecciones limpias, en donde los participantes fueran políticos que expusieran razones y que en sus campañas dijeran cosas que realmente piensan hacer y no nada más que se oyen bien; que los partidos tuvieran sus propias ideologías y las defendieran y que todo eso se manifestara en la elección y campañas. En general, tenemos muchas cosas para quejarnos, por no hablar de tanta violencia, tanto crimen, tanto desaparecido, tanto estudiante golpeado, tanta mujer maltratada. Uno quisiera que eso cambiara aunque los caricaturistas nos quedáramos sin trabajo. Uno hace su trabajo como caricaturista pensando en que esa situación cambiará, pero a veces la situación se pasa de grave.

¿Dibuja desde el enojo?

Me pasa mucho eso justamente cuando estoy leyendo el periódico, leyendo las declaraciones. De ese enojo sale el tema para hacer mi trabajo, pero ya cuando lo estoy haciendo se me baja el coraje, eso es bueno porque trabajo con más tranquilidad; lo que quiero decir ya lo sé y al pasarlo al papel hace falta trabajar con tranquilidad; en el enojo y en la furia riega uno el tintero y rompe el papel, resulta contraproducente.

¿Quién lo hace enojar más?

Generalmente los funcionarios, decir un diputado o un Presidente es casi lo mismo, con la diferencia de que el Presidente tiene más responsabilidad y el diputado debería tener la misma pero se ve a leguas que lo que hace es quedar con el jefe, con el Presidente, con el gobernador o con el que los puso. Eso es indignante.

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