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Javier Aparicio Maydeu, uno de los grandes expertos en la obra del británico Kazuo Ishiguro, es crítico literario, doctor en Literatura y profesor de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Entre sus obras destaca De Kafka a Ishiguro (Cátedra, Madrid, 2008), un acercamiento a la ficción literaria en el siglo XX. En entrevista con EL UNIVERSAL, explica que el premio Nobel de 2017 “ha hecho justicia a la literatura con un escritor que lo merece.

¿Cómo ubica a Ishiguro entre sus contemporáneos británicos, la exitosa generación Granta de Martin Amis, Julian Barnes o Salman Rushdie?

Dentro de su grupo, Ishiguro es un tipo raro. Vive de espaldas al mercado. Publica y escribe cuando le apetece, tarda un lustro o una década entre libros, lo cual en la actualidad es una eternidad. Otro punto singular es que se mueve al margen de las tendencias, no se preocupa por ningún nicho y aborda cualquier género sin complejos, como un instrumento para crear el universo ficcional que le interesa en cada momento.

¿Es eso lo que dota al conjunto de su obra de un carácter difícil de acotar?

Sólo determinados tics y cuestiones de estilo permiten identificar sus obras. Él disfruta paseando por distintos géneros y mundos para contar cosas distintas. Podríamos decir que es lo contrario de un autor como Patrick Modiano [premio Nobel en 2014], que desarrolla 20 veces el tema de su infancia, el trauma de la Segunda Guerra Mundial... Eso es justo lo que no se encuentra en Ishiguro: él se dedica a explorar cosas distintas empezando desde cero.

¿Hay una contradicción entre la exigencia de la obra literaria de Ishiguro y su imagen de autor accesible debida al éxito de las adaptaciones al cine de sus películas Lo que queda del día y No me abandones?

Lo que se encuentra en este caso es una coincidencia muy feliz, porque hay pocos autores que puedan estar tan satisfechos de las excelentes adaptaciones que se han hecho de sus obras. En este caso se trata de películas con intérpretes, guionistas y directores fantásticos, pero digamos que esto no es un mérito literario de Ishiguro. Sus películas captan muy bien el espíritu de sus novelas, porque son muy matizadas y poco banales. Trasladan muy bien esa escritura enigmática, con un gran uso de la elipsis en la que es una de las características más brillantes de la literatura de Ishiguro: que tú lees mucho más de lo que él cuenta.

¿Y por qué un mercado como el cinematográfico siente tanta atracción por obras complicadas y llenas de silencios como las de Ishiguro?

No es una contradicción. Las novelas de Ishiguro para determinados cineastas son una joya porque no les dan todo cerrado. Constituyen una base narrativa fantástica que a la vez les deja muchos recovecos y matices por explorar con un lenguaje cinematográfico.

¿Cuáles destacaría como principales influencias en su obra?

Es un autor indudablemente británico. Se subraya mucho que él nació en Japón, pero desde los seis años vivió en Reino Unido, y allí están sus raíces literarias. Digamos que es lo opuesto a Kundera [nacido en la antigua Checoslovaquia pero que consideraba su literatura puramente francesa] y sí igual a Nabokov [nacido en Rusia y exiliado gran parte de su vida en Estados Unidos] en la forma en que se vuelca a recrear su pasado. Ishiguro es un autor muy occidental que acerca a ese mundo oriental, japonés, que no conoce directamente, sin apropiarse de él. En otro sentido, también es lo contrario a Haruki Murakami, un autor muy japonés, muy oriental, que se acerca a Occidente mediante elementos como la música o la literatura de Kafka.

¿Este carácter cosmopolita de la literatura de Ishiguro puede avalar alguna lectura política de este premio en un momento de rebrote de los esencialismos culturales o nacionalismos como el Brexit?

No lo creo. La lectura que se puede sacar de este Nobel es que a veces la Academia sueca hace muy bien en premiar a escritores que tiene millones de lectores. El año pasado, cuando galardonaron a Bob Dylan, un cantante con muy buenas letras, emitieron un exabrupto, porque no se pueden cambiar las reglas del juego sin avisar. Este año devuelven las aguas a su cauce. Ishiguro es un escritor en el sentido más estricto. Sus libros no son sólo historias, sino que los sustenta el hecho de contarlas. Eso es la literatura, y este premio es un homenaje a algo que se hace en silencio y que se lee. Se ha hecho justicia a la literatura con un escritor que lo merece.

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