En los siete meses que ha vivido en confinamiento en su casa de Tel Aviv, Israel, acompañado de su esposa, Shira Geffen y su hijo, Lev, Etgar Keret ha escrito seis historias nacidas de sus emociones y pensamientos sobre la pandemia; y ha publicado el libro La penúltima vez que fui hombre bala (Sexto Piso) que aunque lo terminó antes parece escrito durante las angustias del Covid-19.

“Lo escribí antes de que sucediera la pandemia del Coronavirus, sin embargo está muy relacionado porque aparece un mundo donde la gente está aislada, donde la gente sufre muchísima soledad y es algo muy parecido a lo que hemos leído últimamente en el mundo”, señala el narrador en entrevista desde Tel Aviv y en el marco de su participación en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, el próximo martes a las 13 horas.

El escritor, guionista y narrador visual que ha escrito cuento, novela, cómic y guiones para cine y televisión, asegura que esta pandemia nos ha mostrado que aunque estábamos aislados de la realidad en las redes sociales como Facebook, no teníamos la responsabilidad de enfrentar las cosas que no te gustan, mientras que aquí sí.

“Facebook no implica ningún reto, vives en la realidad que tú quieres, en cuanto más te aislas puedes aislarte mucho más del mundo y de los problemas y solo estar en una realidad que te convenga, y lo que hizo esta pandemia fue tener una tierra común para todos los seres humanos en el sentido de que antes nos podíamos aislar de Trump, nos podíamos aislar del aborto, de todo y estar en una realidad muy cómoda y ahora la naturaleza puso algo muy definitivo, un problema muy duro que nadie puede evadir”, señala Keret.

El ,narrador que es reconocido como uno de los cuentistas contemporáneos más importantes de la actualidad y cuya obra se ha traducido a más de 30 idiomas, asegura que usualmente lo que detiene a la imaginación son los hábitos, la rutina, ir a la escuela, ir al trabajo, hacer siempre lo mismo y eso es lo opuesto a la imaginación, pero justo lo que ha hecho la pandemia es cambiar esos hábitos y cambiar esa rutina.

“Por supuesto que en este momento hay más espacio para la imaginación porque la imaginación sólo la utilizamos cuando la necesitamos; cuando todo está bien, cuando todo funciona, cuando no tenemos ninguna necesidad no imaginamos, y por el contrario cuando las cosas empiezan a fallar, cuando las cosas están mal es cuando utilizamos mucho más la imaginación”, asegura el escritor que en la actualidad es profesor del Departamento de Cine y Televisión en la Universidad de Tel Aviv y que también da cátedra en la Universidad Ben-Gurión del Néguev en Beerseba, Israel.

Tal desborde ha tenido la imaginación de Etgar Keret que hasta ahora ha escrito seis historias sobre la pandemia, entre ellas la de un hombre asmático que imagina su propia muerte, la de un hombre que descubre que después del encierro no le gusta la gente y se vuelve un misántropo, y un cuento sobre el capitalismo donde dos personas en un supermercado donde dos personas se arrebata el papel de baño.

“Lo que estoy haciendo no es intentar explicar lo que sucede en el mundo, sino tan sólo mostrar y compartir mis emociones y pensamientos sobre la pandemia, no intento entenderla. Quizá la diferencia es por el género con el que trabajo: el cuento; quizá para una novela o una obra más larga se necesitaría una perspectiva temporal para poder observarla mejor, sin embargo, el cuento se parece mucho más a la poesía y por lo tanto no intenta captar el fenómeno completo sino más bien un fragmento del fenómeno”, afirma.

Y esa es su gran apuesta como cuentista y por ello es tan prolífico, “más que escribir sobre el fenómeno escribo sobre las emociones que vivimos durante esta realidad universal que es la pandemia”, asegura el narrador que ha pasado toda su vida viajando por diferentes países, hablando de sus libros o dando clases o dirigiendo películas, pero hoy se encuentra recluido en casa, “para ser honesto pensé que esta pandemia me tendría destruido, sin embargo, nació otro yo, otro Etgar, y disfruto mucho a ese otro Etgar, claro que extraño subirme a un avión y estar en la ciudad de México pero no diría que mi condición actual sea necesariamente peor; ahora descubro esta nueva vida estando encerrado y veo que no es peor, sino diferente”.

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