En Cultura y Ciencia todo parecía estar cerrado con el tema de la extinción de los fideicomisos después de que a finales de abril ambos sectores fueron informados sobre la permanencia o desaparición de varios fideicomisos de sus áreas. Uno de los argumentos a favor de mantener algunos fue que en esos casos había leyes que los respaldaban y, por tanto, cabían en las excepciones. Cineastas, en el caso de Cultura, y Centros Públicos de Investigación, en el caso de Ciencia, habían apechugado con la medida, creyendo que el tema ya no podía empeorar más y que Hacienda no los iba a “acosar” con la extinción. Pero cuál sería la sorpresa cuando el pasado miércoles una iniciativa de Morena revivió la propuesta presidencial de acabar con los fideicomisos. Dolores Padierna y Mario Delgado le madrugaron a los sectores de Ciencia y Cultura y ahora quieren acabar con fideicomisos que han dado vida al cine nacional y a la educación e investigación para cientos de jóvenes y maestros en los Centros Públicos de Investigación. Sin embargo, hay quienes se preguntan de dónde partió la idea de echar para atrás lo que Hacienda, Secretaría de Cultura y Conacyt al parecer habían (mal) resuelto. ¿Será que los senadores fueron capaces de idear tal cosa?, ¿será que una Mente Superior mandó a resucitar lo que el decreto del 2 abril pretendía? Hay quienes se preguntan también por qué la insistencia de obtener recursos vía fideicomisos cuando el propio Presidente dijo que sí hay con qué enfrentar la emergencia por el coronavirus. ¿Alguien ordenó jugar al policía bueno y al policía malo? ¿Quién pidió hacer ese sucio trabajo contra la Cultura, la Ciencia y la Educación? Una pista: debe ser alguien muy “machuchón”.

A ciegas frente a la “nueva normalidad”

Hace unos días se dio a conocer el Plan de Reapertura de la Ciudad de México, que contempla que, si todo sale bien, en la segunda quincena de junio se logre entrar al semáforo naranja, y entonces cines y teatros puedan abrir al 50%. Ojalá sea así, no sólo porque se empezará a recorrer el camino hacia la recuperación de la vida social, económica y cultural de la ciudad, también porque eso significará que existen menos contagios y menos muertes que lamentar. Sin embargo, ante este optimismo urgen las medidas de distanciamiento social en los cines y teatros, urge que los productores teatrales tengan más información para saber si para ellos será o no redituable, especialmente para quienes volverán a los espacios independientes; urge que el INBAL y la Secretaría de Cultura local informen sobre la reprogramación que prometieron a los artistas que ya estaban por estrenar o que tuvieron que suspender en plena temporada; urge por una simple razón: necesitan tiempo para ensayar. El retorno para el gremio no será tan sencillo como determinar el porcentaje de un aforo, hay muchas variables a considerar y a oscuras nadie puede tomar decisiones serias sobre su futuro inmediato.

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