En “” publicado por la Universidad Autónoma de Aguascalientes con ilustraciones de Vanesa Salas Orduño y con presentación y asesoría de la escritora Beatriz Espejo, la periodista e investigadora gastronómica, Andrea Balanzario Gutiérrez, congrega 170 fragmentos literarios de escritores que en algún momento de su obra hablan de platillos, bebidas e incluso dan algunas recetas.

En este libro de 432 páginas hay breves pasajes de obras de autores que van de la A a la W, desde Agatha Christie, Alejo Carpentier, Alice Munro, Amparo Dávila, Antón Chéjov, Antonio Machado, a Wendy Guerra y Wislawa Szymborska, pasando por Charles Dickens, Clarice Lispector, Jorge Ibargüengoitia, Lewis Carroll, Malcom Lowry, Qiu Xiaolong, Roald Dahl, Rosario Castellanos, Silvina Ocampo, Sor Juana Inés de la Cruz, Toni Morrison y Virginia Woolf.

A la par que cita la obra de grandes escritoras y escritores, varios de ellos clásicos, lo que hace Balanzario Gutiérrez es aportar 170 recetas de las que hablan o aluden los escritores citados, como lo señala la propia autora en el texto que abre el libro: “La cocina de la escritura”.

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“Nuestro menú incluye 170 fragmentos literarios, donde las escritoras y escritores se valen de elementos culinarios de forma literal, metafórica o simbólica, presentados en el orden de una minuta: entradas, sopas, carnes, pescados y mariscos, platillos mexicanos, pasteles, postres y bebidas, en orden cronológico de publicación. Cada texto tiene anexa su receta”, señala Balanzario Gutiérrez.

La periodista que también se ha dado a la tarea de investigar y publicar sobre la obra escrita por mujeres del siglo XX que ha quedado en libros de cocina, asegura que la obra literaria de autoras y autores mexicanos incluidos en “El paladar de la memoria, Gastronomía en la literatura” contiene sendas declaraciones de amor para los tacos, tortas, tamales, sopas, caldos, carnes, moles, pipianes y confecciones dulces de nuestra gastronomía.

“Los sabores y aromas de la cocina tradicional mexicanas, identifican la extracción campesina de los personajes de Juan José Arreola, Juan Rulfo y María Lombardo de Caso, ellos comen huevos fritos, tacos de cecina y pepena, y un guiso regional: chilpozonte de pollo. Por otro lado, mucho más afectos a los refinamientos de la buena mesa son Sor Juan Inés de la Cruz, Alfonso Reyes, Salvador Novo, Julio Torri, Ángeles Mastretta, Laura Esquivel, Enriqueta Ochoa, Emmanuel Carballo y Beatriz Espejo”.

Dice, por ejemplo, que los “Doce cuentos peregrinos” (1992), de Gabriel García Márquez, son conocidos también como cuentos gastronómicos porque sus personajes perciben el aroma de las fresas, del pan recién horneado y de los arenques ahumados, “comen ternera con papas frita, beben vino envenenado o recuerdan con dolorosa nostalgia deliciosos budines y pasteles de chocolate”.

O en el caso del italiano Antonio Tabucchi, quien enamorado de Lisboa, dejó en su novela “Sostiene Pereyra” (1994), una reiteración constante y frecuente de la receta del Omelet a las finas hierbas, que dice: “ha de incluir cuatro huevos, una cucharada generosa de mostaza Dijon, una pizca de orégano y otra de mejorana para ser su platillo favorito”.

También, Andrea Balanzario cita la comunión que hay entre la gastronomía y la novela negra, tanto la americana, la mediterránea y la escandinava. Asegura que incluso se ha llegado a definir como novela negra gastronómica porque Georges Simenon, Rex Sout, Andrea Camilleri, Petros Márkáris, Henning Mankell y Manuel Vázquez Montalbán transfieren a sus personajes sus propios gustos sibaritas.

“Tendemos a fijarnos en nuestras lecturas en lo que nos interesa a priori, pero si leemos bien, los personajes comen y beben para existir aun en la ficción. En ‘El paladar de la memoria, Gastronomía en la literatura’, recogimos 170 fragmentos con sus respectivas recetas”, apunta Andrea Balanzario Gutiérrez.

Por su parte, la escritora y académica Beatriz Espejo, en su texto de presentación, titulado “El paladar de la memoria o, mejor dicho: la memoria del paladar”, celebra en el libro, la gama notable de recetas tan variadas como el universo de donde proceden y que permiten ver “una variedad nutrida de antojos e inclinaciones de cada escritor citado y de la manera como enriquecieron sus textos degustando una taza de café, un coctel o un platillo difícil de facturar que requirió la pericia de cocineros expertos”.

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La autora, cuya obra también está citada en “El paladar de la memoria, Gastronomía en la literatura”, dice que “en todo caso, no estamos frente a un recetario al uso, si no uno profundamente original”.

Ante cada fragmento literario, el libro contiene una receta agrupadas en Desayunos, Entradas, Sopas, cremas, pastas y potajes, Carnes, Pescados y mariscos, Cocina mexicana, Frutas, postres y confitería, Tartas, budines, magdalenas y rosquillas, y Vinos, destilados y mixología. Además de incluir un índice alfabético de autores, un índice alfabético de obras, índice alfabético de recetas y la bibliografía.

Se pueden encontrar aquí las recetas para Marraquetas. Pan blanco chileno, Tamales negros de Guatemala, Vainillas argentinas, Rollos de canela suecos, Café cubano perfecto, Omelette de queso con puré Saint Germain, Caracoles a la alsaciana, Cebollas rellenas, receta polaca, Calamares fritos, receta madrileña, Berenjenas fritas con queso de cabra, receta siciliana, Ravioles de espinacas y ricota, Aceitunas marroquíes con harissa, Empanadas árabes, Pebre chileno, Carne asada con marinada latina, Tarta tatin, Coctel Mónaco y Tequila Sunrise clásico, entre muchas más.

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melc

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