Cuenta el investigador y académico José Ávila Cuc que Ignacio Solares nació el 15 de enero de 1945 en Ciudad Juárez por azares del destino, su padre viajó ahí por trabajo y se enamoró de su madre, cuyo padre había sido un dorado de Pancho Villa. Ese azar se convirtió a la postre en obsesión y los episodios históricos en materia narrativa.

Hoy que el narrador, articulista, dramaturgo y académico cumple 75 años de vida, sus amigos, escritores, lectores y estudiosos de su obra lo celebran y lo confirman como una voz imprescindible para la literatura mexicana y un maestro en el difícil género de la novela histórica.

Rosa Beltrán, Hernán Lara Zavala, Vicente Alfonso, Martín Solares, Pedro Ángel Palou, José Ávila Cuc y Alejandra Sánchez Aguilar puntualizan los aportes de su narrativa en obras como Nen, la inútil; El sitio; La noche de Ángeles; Madero, el otro; La noche de Ángeles; Columbus; El Jefe Máximo; Un sueño de Bernardo Reyes; La invasión y su más reciente libro El juramento (Alfaguara, 2019).

La escritora Rosa Beltrán asegura que Solares es fundamental como escritor de novela histórica. “Revisa periodos cruciales: Villa y la invasión a Columbus; Felipe Ángeles y su impecable sentido moral; Madero, el espiritismo y la forma en que éste determina sus creencias y decisiones. Su obra de teatro Los mochos es una brillante parodia del asesinato de Obregón. Y sigue escribiendo libros que se leen con deleite al mismo tiempo que desvelan lados ocultos de nuestra historia”.

Otro de sus amigos, el escritor Hernán Lara Zavala, reconoce que la obra de Nacho inaugura una etapa de la novela histórica, no sólo en México sino en el género: “Descubre el lado oblicuo, metafísico y contradictorio de los grandes héroes, lo que nos permite observar al personaje como ser humano con sus pies de barro. Felices 75, querido Nacho”.

Para Pedro Ángel Palou, también autor de novela histórica, Solares es un precursor, una palabra que, dice, ha sido poco usada para entender su literatura; pero también un autor que ha enseñado a través de sus libros que importan las razones del hombre y no las causas del héroe. “Cuando la novela histórica en Mexico era una vetusta antigualla, él la renovó con Madero, el otro; pero también con La noche de Ángeles o Nen, La inútil o Columbus. Una y otra vez Solares, el mismo autor de Delirium Tremens, se transforma en otro, juega con el lenguaje, reinventa la historia. ¡Larga vida para Nacho en la juventud de sus 75!”

De asombrosa escritura

El novelista y escritor Martín Solares asegura que Ignacio Solares es uno de los pocos escritores capaces de volver plenamente novelesca la historia. “Usa recursos que parecían exclusivos de la literatura fantástica, y apoyado en su conocimiento de la tradición literaria, Ignacio ha explorado los grandes misterios de personajes tan complejos como Madero, Plutarco Elías Calles o Villa”.

Martín dice que dos son los motores que animan su prosa: una fascinación por los misterios del espíritu y un compromiso hacia el cuerpo de la prosa. De ahí que las voces de sus personajes, la altura de sus conflictos y la garra de sus relatos explican tantos lectores fieles y la resonancia que siguen provocando sus novelas.

“El primer libro que leí de Ignacio Solares fue Madero, el otro, lo leí en una tarde, hace 30 años y desde entonces su estructura absolutamente original, su capacidad de convertir en literatura las preocupaciones de los más complejos personajes históricos, pero sobre todo la habilidad de sus narradores para hacer que todo lo contado resulte arrebatador e inesperado aún siguen resonando. Anónimo, Columbus, La invasión y La noche de Ángeles, entre muchas otras novelas, me confirmaron que es uno de los mejores novelistas que ha tenido la historia de México y uno de los más asombrosos”.

El escritor y periodista Vicente Alfonso afirma que en las novelas de Solares nada sobra ni hay elementos de utilería. “Sus novelas abrevan de muy diversas fuentes, entre ellas la filosofía, el psicoanálisis, la historia y por supuesto, la literatura. Con esos ingredientes, más una nutrida caja de herramientas literarias, ha forjado una obra que combina dos cualidades que muy pocas veces se ven juntas: sencillez y profundidad”.

Alfonso celebra su interés por la historia de México que no teme contradecir las “verdades históricas”, pues sabe que la misión de una novela no es confirmar, sino sembrar la duda en el lector. “La precisión es importante pero no debe ser el norte de la brújula, pues la literatura permite llevar a cabo exploraciones que le están vedadas a otros géneros, como la biografía. Sus novelas nos recuerdan que, para quienes en su momento los vivieron, los hechos tenían una trayectoria errática”.

Entre héroes y antihéroes

Alejandra Sánchez Aguilar, doctora en Teoría Literaria e investigadora en el ITESO, asegura que Solares es heredero de la vida intelectual y literaria de la denominada “Generación del 50” y autor de una obra que se bifurca entre la creación histórica y la fantástica. “Su contribución en el marco de la literatura mexicana contemporánea encuentra fundamento precisamente en la diversidad de su escritura que le ha permitido alcanzar profundidad y madurez a lo largo de más de 40 años. Sin dejar de lado la experimentación, la divergencia y el juego formal, su obra es intimista, espiritual y una vía hacia el autoconocimiento del propio lector”.

La estudiosa de la obra de Solares asegura que tanto su narrativa histórica como aquella que posee rasgos fantásticos ofrecen una nueva elección y a través de ella la posibilidad de explorar lo más profundo de la condición humana. “Las novelas históricas de Ignacio Solares constituyen una historia contrafactual que se resiste a la conformidad y aprobación de ciertos hechos como acabados; en este sentido ofrecen un esclarecimiento de lo acaecido a partir de profundizar y escudriñar en el interior de los protagonistas de la historia mexicana. Así, su ficción no sólo ofrece otra idea de la Revolución, sino que a partir de ésta logra humanizar a los héroes y quitarles su condición de bronce”.

Sánchez Aguilar afirma que toda la obra “ignaciana” podría suponer un reto para el lector, en tanto tendría que ser capaz de descubrir, reflexionar y acrecentar su sensibilidad para advertir sus obsesiones: la escritura, la lectura, el más allá, los sueños, la fe, el prójimo, el ocultismo, el hinduismo, ciertos personajes, obras literarias, filosóficas y religiosas.

Otro estudioso de la narrativa de Solares es José Ávila Cuc, quien ha analizado el “corpus novelístico solariano”; dice que en sus escritos con temática histórica podemos ver nuestro reflejo como mexicanos desde varias posibilidades. “Para la literatura la historia no tiene punto final, las posibilidades son infinitas. No es contar lo mismo sino contarlo de otra manera y en el mundo de lo posible”.

El académico e investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez asegura que las de Solares “son novelas, cuentos y dramas de personajes comunes que aún no son héroes y acaban viviendo su realismo existencial con sus sueños y pesadillas, filias y fobias. Son entes complejos de una reinterpretación histórica por virtud de la ficción”.

Por eso, dice, hay que leer y releer: Nen, la inútil, que trata de la primera invasión al territorio de lo que será México por parte de los españoles; y La Invasión, que nos enfrenta a la ocupación del ejército estadounidense de 1847.

Ávila Cuc regresa a la historia que en 1999 le contó Solares: “Mi abuelo Bernal, el materno, fue dorado de Francisco Villa. Tengo fotos donde él está con Villa. Incluso, fíjate nomás, ¡Villa bautizó a una tía mía!... A mi abuelo estuvieron a punto de fusilarlo los federales… Nací el 15 de enero del 45, en la calle Mejía, pero no recuerdo el número”.

Ese es Ignacio Solares, a quienes todos le desean ¡felices 75!

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